Abengoa se desangra y nadie mueve un dedo

Mientras los acreedores negocian el rescate para perder lo menos posible u obtener rápidas plusvalías, la compañía renuncia a un proyecto tras otro por no presentar los avales

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La demora que se está produciendo en firmar el acuerdo de reestructuración de Abengoa, que hace tres semanas se daba por inminente, deja entrever que el interés de acreedores, bonistas y fondos de inversión por el futuro de la empresa queda relegado a un segundo plano.

Que lo que, en realidad, está moviendo a todos es cuadrar unos números para perder lo menos posible, en el caso de los bancos acreedores y antiguos bonistas. Y de obtener plusvalías contantes y sonantes, y lo antes posible, cuando los que echan las cuentas son los fondos oportunistas llegados a última hora para pescar en río revuelto.

Lo único claro, que no habrá concurso

Por eso, aunque solo sea por esta razón, el acuerdo se firmará porque nadie quiere ir al concurso y eternizarse en sacar adelante una propuesta de convenio o, todavía peor, acabar en un interminable proceso de liquidación gestionado por unos administradores concursales bajo tutela judicial.

En este sentido, fuentes cercanas a la negociación siguen insistiendo en que la rúbrica del rescate se producirá antes de que acabe el presente mes de julio. O sea, ya.

Letra pequeña del acuerdo para repartir el botín

Será el momento clave para escudriñar la letra pequeña y ver cómo se articula el futuro reparto del accionariado –ligeramente diferente al pactado en marzo–, de cara a fijar los porcentajes de capital para repartir el aluvión de ingresos procedente de la obligada desinversión de activos que Abengoa debe acometer. Lo único que realmente están esperando los acreedores.

Si el interés prioritario no fuera este, sino el de asegurar un futuro viable para Abengoa, hubieran hecho algo más por evitar el reguero de proyectos al que la multinacional sevillana se está viendo obligada a renunciar ante la imposibilidad de presentar los avales requeridos por los contratistas.

Nadie quiere poner dinero para avales

Pero no van por ahí los tiros. Para esto apenas hay dinero. Cada vez menos. Los 800 millones que se contemplaban al alcanzar el preacuerdo de marzo, quedarán rebajados ahora a poco más de 200. Que no son muchos, pero nadie quiere ponerlos. Y está siendo uno de los flecos que están demorando el cierre del acuerdo.

Entre 2014 y 2015 Abengoa fue seleccionada, sola o en UTE con otras empresas, para llevar cabo medio centenar de proyectos por todo el mundo, con un presupuesto de unos 5.500 millones de euros.

Líneas de transmisión eléctrica, plantas de cogeneración o desaladoras que requerían de la presentación de avales como garantía previa para iniciar las obras. Al no aportarse, no queda otra que renunciar.

Reguero de renuncias

Desde que la multinacional sevillana entrara en preconcurso a finales de noviembre de 2015, han quedado por el camino buena parte de estos contratos y, a medida que venzan los plazos otorgados por los contratistas, se irán perdiendo los que restan. Da igual el importe del aval. Como no hay dinero disponible, poco importa que sea mucho o poco.

Sobre este extremo, Abengoa no facilita información alguna, pero hace unas semanas se conocía que la falta de avales había dejado por el camino la mayor planta de energía y vapor a partir de biomasa del mundo, que el grupo británico MGT Power va a construir en la localidad británica de Middlesbrough, con una inversión de más de 600 millones de euros.

Y hace unos días, Abengoa también ha perdido el contrato para construir, por 140 millones de euros, una línea de transmisión eléctrica en Canadá, proyecto que se había preadjudicado en marzo del año pasado. NSP Maritime Link, la adjudicataria, ha sustituido a Abengoa por EUS-Rokstad, una joint venture de Emera Utility Services y Rokstad Power.

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