El último pelotazo del marqués de Villar Mir

En pleno ocaso, las deudas del empresario que paralizó el AVE a Galicia a su paso por la mina de Serrabal, de su propiedad, obligan a desprenderse de las centrales hidroeléctricas del Xallas

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Juan Miguel Villar Mir fue durante muchos años sinónimo de poder. Con mayúsculas. Uno de los empresarios con más influencia en Galicia desde Madrid, sobre todo en los años de Manuel Fraga en la Xunta. Y no fue solo gracias al palco del Bernabéu. El exministro se hizo en los noventa con la antigua Carburos Metálicos, entonces en manos de la Corporación Banesto de Mario Conde. De ahí nació Ferroatlántica, con plantas en Cee, Dumbría y Sabón, en Galicia. 

Con aquella operación, Villar Mir también pasó a controlar sus saltos hidráulicos, un gran negocio paralelo, que no ha dejado de dar beneficios al grupo Ferroatlántica. Ahora, cuando peina 85 años, Juan Miguel Villar Mir pasa el testigo a sus hijos en el grupo familiar, al tiempo que asiste al ocaso de un imperio, que también comenzó por la división inmobiliaria, aglutinando constructoras como Obrascón, Huarte y Laín en lo que hoy en día es OHL.  

Fuerte endeudamiento

Agobiado por un endeudamiento que supera los 5.000 millones (gran parte derivados de las aventuras de OHL), Villar Mir cierra la venta de sus polémicas centrales hidráulicas en Galicia, cuando todavía tiene en marcha la construcción de otros tres saltos hidroeléctricos en el Xallas, autorizados en los últimos años. Y sin previo aviso a la Xunta, que tiene una suerte de veto sobre la segregación de activos, ya que las centrales se adjudicaron en su día para abastecer a las plantas, muy intensivas en energía, de la que depende su viabilidad.

Pero si por algo se recordará al empresario, sin duda será por la batalla judicial que entabló contra el Ministerio de Fomento por el paso de las obras del AVE a Galicia por la mina de cuarzo de Serrabal. Erimsa, Ramsa, Cuarzos Industriales… Siempre estaba detrás el exministro. Por el lucro cesante del paso del AVE por sus minas llegó a pedir a Estado exactamente 895 millones de euros, que luego rebajó a 270 millones, y finalmente quedaron en nada. Las obras se llegaron a paralizar en lo que fue el boceto de un gran pelotazo.

Pelotazos vía reclamación

Siempre el mismo modus operandi. Los pelotazos de Villar Mir se han articulado a través de todo un rosario de reclamaciones en gran medida planteadas para lograr indemnizaciones del Estado y de la Xunta en cuanto veía que cualquier decisión administrativa podía resultar lesiva para sus intereses.

Cuando la Xunta decidió revocar el permiso que habilitaba a la compañía para secar el río Xallas llevando el caudal ecológico a la mínima expresión, el equipo de abogados de Villar Mir decidió reclamar en concepto de daños para Ferroatlántica nada menos que 57,2 millones de euros. Ahora, la venta de las centrales anunciada a la SEC, la CNMV norteamericana, dará un respiro al grupo. Y todo, si Villar Mir logra salirse esta vez con la suya.

Economía Digital

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