Freixenet pierde dinero vendiendo sin intermediarios

La sociedad que gestiona Tannic y Club Cuvée cierra el ejercicio 2015-2016 con una facturación de menos de medio millón de euros y unas pérdidas similares

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La aventura de venta directa de Freixenet todavía está lejos de la rentabilidad. La inició en septiembre de 2014 con la apertura de la tienda Tannic en Barcelona y, unos meses más tarde, con la web Club Cuvée. El 30 de abril pasado cerró su primer ejercicio completo, y los resultados son discretos.  

Freixenet Retail, la sociedad que gestiona tanto la tienda online como la física, cerró el ejercicio 2015-2016 con una facturación de 495.000 euros. El problema es que perdió tanto como facturó: su resultado de explotación arrojó unos números rojos de 493.000 euros. Después de impuestos, las pérdidas netas fueron de 355.000 euros.  

La clave de este resultado fueron unos gastos que triplicaban los ingresos. La sociedad gastó 523.000 euros en compras de materias primas y existencias; 239.000 en personal, y 943.000 en «servicios exteriores», según consta en la memoria de Freixenet Retail, a la que accedió Economía Digital.
 
La memoria no especifica dichos servicios ni explica por qué el capítulo de «otros ingresos de explotación» es mayor que la facturación, según consta en la cuenta de resultados: asciende a 575.000 euros, 80.000 euros más que el importe neto de la cifra de negocio.  

El patrimonio, ya en positivo    

A diferencia de en el anterior ejercicio, Freixenet Retail cerró su año 2015-2016 con una situación patrimonial positiva. Su patrimonio neto a 30 de abril era de 285.000 euros, gracias a una ampliación de capital hecha por su accionista único, el grupo Freixenet.  

Como avanzó explicó Economía Digital en mayo, el líder catalán del cava inyectó 700.000 euros en su filial de venta directa para apartarla del precipicio. Con patrimonio negativo, se encontraba en causa de disolución.  

La auditoría de Freixenet Retail, realizada por Crowe Horwath, llama la atención sobre las causas que «pueden generar dudas sobre la capacidad de la sociedad en desarrollar su actividad de forma estable». No obstante, da credibilidad a los «factores mitigantes» de dichas dudas expresados por la compañía en la memoria, firmada por Pedro Ferrer.  

El principal factor que elimina las dudas del auditor es «el compromiso del accionista principal en continuar apoyando financieramente a la sociedad hasta que alcance el nivel suficiente de autofinanciación, que le permita restablecer la situación patrimonial y desarrollar su actividad de forma normal». Es decir, que Freixenet seguirá poniendo dinero para salvar a su filial.  

Un negocio muy pequeño  

Tannic está en el barrio de Sarrià de Barcelona, en la zona alta de la ciudad. Esta tienda vende cava, vino y productos gourmet, y también organiza catas y maridajes. Club Cuvée vende los mismos productos y servicios por internet, así como visitas a las cavas Freixenet de Sant Sadurní d’Anoia y a otras bodegas de la compañía.
 
La venta directa significa menos del 0,1% del negocio de Freixenet. El grupo cerró el ejercicio 2015-2016 con unas ventas de 529 millones de euros, un 5% más que en el año anterior, pero los beneficios se estancaron en los 2,35 millones. A causa de ello, la compañía volvió a dejar a sus accionistas sin dividendo.
 
La compañía ha cambiado recientemente su dirección, con la destitución de Pedro Ferrer como consejero delegado único y el nombramiento de un triunvirato de directores ejecutivos con un miembro de cada rama familiar: Enrique Hevia, Eudaldo Bonet y el propio Pedro Ferrer. Este cambio da el poder a los críticos que, capitaneados por Hevia, buscan la venta del grupo o la entrada de un inversor.

Xavier Alegret

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