Juan María Nin: “Basta ya, en España no ha habido fraude”

El exejecutivo de Caixabank asegura que a España le falta más personalidad para defender la gestión que se ha hecho de la crisis

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Juan María Nin habla rápido. Quiere explicarse. Relatar lo que ha ocurrido en los últimos años en la economía española y mundial, con los ojos de un economista con una base moral, la de la Escuela de Salamanca. Pactó su salida de la vicepresidencia de CaixaBank en 2014, y ahora, tras vencer la cláusula de no competencia, que no le permitía trabajar como ejecutivo en ningún banco, Nin vuelve con un libro bajo el brazo, Por un crecimiento racional (Deusto) en el que va “a contracorriente”, con una crítica a la política monetaria expansiva y con una idea clara respecto a España: “Basta ya, en España no ha habido fraude, y eso lo sabe Europa, y lo deberíamos saber mejor nosotros”.

¿A qué se refiere Nin? En una entrevista con Economía Digital, el exbanquero, una pieza esencial en la evolución del sistema financiero español en las últimas décadas, con responsabilidades en el Banco Hispano Americano, el Central, el Santander, el Sabadell y Caixabank, recoge el guante: “En España hay infraestructuras realizadas, inversiones con fondos europeos. Se puede discutir la idoneidad de algunas de ellas, pero están, se han hecho, no ha habido fraude, a diferencia de otros países, y eso lo debemos tener claro, no flagelarnos tanto”, asegura, con un dardo dirigido a Jeroen Dijsselbloem, el presidente del Eurogrupo, por culpar a los países del sur de dedicar el dinero en vino y mujeres.

Nin entiende que se debe pasar cuentas al sistema financiero, que hubo muchos implicados en el inicio de la crisis, pero que la reacción se acabó produciendo y con buen criterio. ¿Es el Banco de España uno de esos responsables?, se le pregunta. Nin considera que no, que estuvo siempre a la altura de las circunstancias, y surge en la conversación la advertencia, a través del boletín del organismo, de septiembre de 2003, de que España vivía una posible burbuja inmobiliaria, con el riesgo de “un ajuste brusco”.

Nin defiende el papel del Banco de España, cuando avisó antes del estallido de la crisis

El ministro de Economía, Rodrigo Rato, lo ignoró, y abroncó a Jaime Caruana, el gobernador del Banco de España, y éste quiso que Fernando Restoy, entonces responsable del servicio de estudios y autor material del artículo sobre los problemas en el sector inmobiliario, se lo explicara otra vez ante el enojo del ministro.

“Eso es verdad, el Banco de España alertó de ello, por eso yo he defendido todos estos años su papel, a diferencia de otros bancos centrales europeos, que han asistido a la quiebra de sus sistemas financieros”, asegura Nin.

Visto con perspectiva, y con el mismo inquilino en La Moncloa, Nin no duda en destacar la mejor decisión de Mariano Rajoy. “Aguantó, cuando muchos le decían que pidiera el rescate, muchos cercanos a él y de su partido”.

Pero, ¿qué hizo el propio Nin? Asegura, y lo explica en el libro, que la cancillera Angela Merkel le llamó a Sao Paulo, donde se encontraba, para estudiar qué se podía hacer con el sistema financiero. Le emplazó a una reunión en Berlín, tras llegarle comentarios de la intervención de Nin en una cumbre del club Bilderberg en Washington. Juan María Nin habló con los responsables económicos del Gobierno y con el propio Rajoy. Se preparó todo con tiento, y Nin se fajó con la cancillera: ayuda parcial, sólo para el sistema financiero, con supervisión, pero no con condicionalidad macroeconómica. “Se habló de 50.000 millones, los necesarios”, aunque el Eurogrupo anunció, finalmente, una línea de 100.000 millones. Era junio de 2012. España ante el abismo.

Nin se refiere, de nuevo, a una cuestión moral. “Merkel habló del orgullo español”, y, en parte, era cierto. Era un problema, pero había que aceptar que España no había recapitalizado sus bancos, cuando sus socios sí lo habían hecho desde 2008, era necesario rectificar”.

Nin teme que la crisis sea estructural y que Europa no pueda levantar el vuelo

Este banquero de corte y formación anglosajona, consejero de Société Générale, constata, sin embargo, que las cosas siguen en una situación extraña, en toda Europa. “Los bancos centrales ganaron tiempo, primero lo hizo la Reserva Federal, luego el Banco Central Europeo. Pero, tras años de una política monetaria expansiva, el peligro es que se mantenga un crecimiento lento o nulo. Y es que el punto de vista que se mantiene en el libro es que la crisis actual es estructural”.

La idea de Nin es que se ha impuesto una visión keynesiana según la cual es muy difícil conseguir un crecimiento con una baja inflación. “Y se puede buscar ese crecimiento, con tasas de inflación muy pequeñas, porque ¿por qué fijar una inflación del 2%, en qué se basa?”, asegura, en alusión a ese objetivo fijado en los estatutos del Banco Central Europeo.

El problema es la deuda. Para Nin es su máxima preocupación. “La enorme deuda recae en los más jóvenes, y eso es lo peligroso, porque no se puede dejar a las nuevas generaciones una losa tan enorme”.

Nin cree que se podría pensar en traspasar la deuda a deuda perpetua, para crecer con fuerza

¿Entonces qué se hace, si tampoco se apuesta por inflaciones más altas que permitan que esa deuda pierda valor con el tiempo? ¿Quitas? Nin se alza del sillón, se mueve y se dispone a responder. “Quitas, puede, o deudas perpetuas”, en alusión a experiencias que han adoptado diferentes administraciones a lo largo de la historia, una salida que defienden los economistas Rogoff y Reinhart.

Nin defiende el actual sistema bancario español. “Lo veo sólido, se ha hecho un gran esfuerzo”, asegura, y recuerda una cuestión y que, para él, el problema de las cajas de ahorro no era el modelo, la politización de las entidades, sino “las prácticas de sus responsables, la exigencia de decir a veces ‘no’, que no se cumplía”. Es decir, cajas polítizadas también son las vascas, pero se han mantenido. Y también están en el mapa Unicaja, o Ibercaja, o La Caixa, ahora Caixabank.

Se va. Tiene Nin una actividad febril. Lleva su libro a todas partes. Quiere que los jóvenes lo lean. Y sigue con sus explicaciones, sin pausa. Sigue ahí.

 

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