Maestros precarios en Cantabria tiran la toalla con las ofertas de 560 euros

Las polémicas convocatorias de puestos de trabajo temporales en colegios de Cantabria sufren las primeras bajas. "Me compensaba más hacer sustituciones por horas en otro colegio", explica una ganadora del puesto que no se ha incorporado

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La última oferta de trabajo público ofertada por el gobierno autonómico de Cantabria sigue cosechando fracasos. El Gobierno cántabro convocó un concurso para ofertar 500 plazas temporales como maestros a jóvenes graduados con máster, nivel de inglés B2, nacionalidad española o europea y empadronados durante al menos un año en Cantabria. El resultado: sólo se presentaron 180 candidatos para 500 plazas.

La publicitada oferta de trabajo bajo modalidad de prácticas ofrecía un puesto en los colegios de la comunidad de media jornada por 560 euros mensuales. El Gobierno no logró ni siquiera cubrir la mitad de las plazas. Además, en los últimos días las bajas han aumentado.

Isabel, una de las aspirantes a quedarse con el contrato, ha renunciado a él porque ha preferido quedarse haciendo horas como sustituta en un colegio más cercano a su domicilio. «Me había tocado una escuela que está a 80 kilómetros de mi casa. Tardaría casi dos horas de ida y otras dos de vuelta y no me compensaba», explica la maestra de 25 años. «Está mal pagado pero esa no fue la razón por la que lo dejé. Prefería quedarme con el trabajo por horas porque me da más puntos para las próximas oposiciones», agrega.

Los sindicatos de la enseñanza aseguran que el caso de Isabel no es aislado y que la mayoría de maestros que han obtenido plaza en colegios lejanos a su localidad han decidido no incorporarse.

La necesidad

El fracaso de la convocatoria reside en los elevados requisitos impuestos por el Gobierno de Cantabria, el bajo salario y la cercanía de las oposiciones. Muchos jóvenes graduados han preferido apostar por la lotería del empleo público asegurado de por vida antes que invertir esfuerzos en un trabajo de cuatro meses de duración.  

«Si me hubiese tocado un colegio lejos de donde estoy, tampoco hubiese aceptado porque yo complemento este trabajo con otro que tengo en el mismo colegio con clases de refuerzo», explica Olga García. «Soy consciente de que es una estrategia política y que es una especie de trabajo basura, pero yo necesitaba el dinero. Mis padres no me pueden ayudar a pagar la academia para las oposiciones», añade la maestra de 25 años que ha comenzado la semana pasada.

Cuatro prácticas encadenadas

Contrario a lo que opinan muchos maestros, García no considera que el puesto esté mal pagado. «No es un trabajo convencional sino un trabajo de prácticas. Al final pagan siete euros por hora. He estado en prácticas donde te pagaban tres euros la hora», añade la maestra que ha finalizado cuatro contratos bajo la modalidad de becas de formación pero no ha podido obtener ningún puesto de trabajo convencional.

Para lograrlo, intentará incorporar algunas de las características que hace que el currículum sobresalga sobre el resto: nivel C1 de inglés, dominar dos idiomas, música o declaración eclesiástica de idoneidad, un certificado expedido por la iglesia para dar clases de religión. 

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