Mango contra Inditex (el tamaño no importa)

Un estudio asegura que ambas han convertido a España en la nueva referencia de la moda, pero son compañías con muchas diferencias

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«Así como Italia tiene la alta costura y Francia cuenta con el prêt-à-porter, España es el país exportador del fast fashion gracias a Inditex, y también a Mango, que continúa su desarrollo económico». Esta era una de las conclusiones de la Asociación de Creadores de Moda de España, en un estudio coordinado por la Fashion Business School de la Universidad de Navarra, sobre las dos mayores compañías de moda de España.

Mango e Inditex han sido analizadas con frecuencia como dos modelos diferenciados de expansión en el sector, a pesar de que sus volúmenes de facturación son difícilmente comparables. Solo Zara vende seis veces más que toda la compañía de Isak Andic.

Si se toman como referencia las magnitudes del ejercicio 2015, el buque insignia del grupo presidido por Amancio Ortega facturó 13.628 millones de euros. Mango ingresó 2.327 millones. Al segundo hombre más rico del mundo le bastaría con sumar las ventas de Stradivarius y Zara Home para alcanzar a su competidor. Pero la diferencia de tamaño es solo uno de los muchos rasgos que diferencia a estos dos grupos españoles.

ESTIRAR LA MARCA O TENER MUCHAS, he aquí la cuestión. El modelo de la multinacional gallega es conocido. Desde que adquirió Massimo Dutti en los años 90 y la creación de Bershka para competir con Stradivarius, ha apostado por asociar un concepto a cada cadena. Además de proteger la marca, los proyectos independientes, con su propia red, se adecuaron bien a la gigantesca expansión de Inditex, en la que casi siempre es Zara la encargada de conquistar nuevas plazas.

Mango, en cambio, es siempre Mango. Andic optó por aplicar su enseña a las distintas líneas de la compañía, ya fueran bolsos o ropa de hombre. La aparición de Kids o  Man, que no prescindían de la marca, se difuminó el año pasado, cuando la compañía reordenó su estrategia y volvió al espacio común de Mango.

LAS FRANQUICIAS son un arma de doble filo. Permiten el llamado efecto picoteo en distintos mercados con un coste bajo, pero se pierde control sobre la gestión de las tiendas y la imagen de la marca.  La compañía con sede en Barcelona ha apostado por ellas en su expansión internacional: son casi el 50% de su red, con 1.537 establecimientos. A Amancio Ortega, con una liquidez insultante, no le gusta tanto vivir de prestado. Las tiendas franquiciadas de Inditex son solo el 15% de una red de más de 7.000 establecimientos. Lo que tiene en común su crecimiento es que se está centrando en las megastore, tiendas cada vez más grandes con todas las colecciones.

CASEROS DE SÍ MISMOS. Tanto Andic como Ortega han combinado el textil con la inversión inmobiliaria, lo que los ha convertido en caseros de Inditex y de Mango, a veces cobrando el alquiler a su propia empresa y a veces a la de su rival. El empresario de origen turco tiene en Punta Na su brazo inversor, adquiriendo edificios en zonas céntricas para después alquilarlos.

A Andic le molesta que le digan que sigue los pasos de Ortega, pues Punta Na ya estaba en el ladrillo mucho antes de que Pontegadea se convirtiera un gigante con 10.000 millones en activos. El fundador de Inditex ha pasado de comprar edificios en zonas comerciales a adquirir rascacielos, la Torre Cepsa de Madrid o los inmuebles más emblemáticos de Londres. Andic también es uno de los accionistas fieles a Josep Oliu en el Sabadell.

ANDIC NO ENCUENTRA A SU PABLO ISLA. Ortega, a sus 80 años, sigue yendo a la oficina y al comedor de la empresa en Arteixo. Pero su implicación en la gestión de la multinacional está respaldada por Pablo Isla, la mejor apuesta del fundador de Inditex, ejecutivo que creció como la espuma cuando José María Castellano, ex presidente de Novagalicia, salió del imperio textil peleado con el patrón.

Andic también buscó su Pablo Isla. Pudo serlo Enric Casi, ex director general y figura histórica en la compañía. Tanto confiaba en el directivo el dueño de la empresa que en 2009 decidió ir a dar la vuelta al mundo en velero y despreocuparse de los problemas cotidianos de Mango. Cuando volvió, no le gustó lo que vio. Enric Casi dejó la dirección en 2013 y se desvinculó totalmente del grupo el año pasado. Andic volvió al sillón de mando con el consejero delegado, Daniel López, de apoyo. Y su hijo Jonathan Andic de vicepresidente y más que probable sucesor.

SALIR A BOLSA es siempre una tentación cuando se llega a según qué volúmenes. Ambas compañías son familiares, pero Mango no cotiza: está controlada por el empresario de origen turco y su familia, que controlan las musicales sociedades Punto Fa –que ejerce el control efectivo sobre la textil–, Punto Do, Punto Re o Punto Mi.

Inditex, como cotizada, tiene muchos dueños, pese al mayoritario control de Amancio Ortega (60%) y la parte que heredó de Rosalía Mera su hija Sandra (5%). Pero tiene ciertas particularidades en sus cadenas. Por ejemplo, Tempe, la zapatería de Inditex con sede en Alicante, está controlada en un 50% por el empresario Vicente García Torres. Y también Zara México cuenta con un socio local que mantiene un 5% de la filial, Lino de Prado.

LA RED DE PROVEEDORES de Mango tiene su nodo fundamental en Turquía, país de origen de Andic, donde concentra el 13% de los talleres. Pero al igual que Inditex, es una red diversificada, con fuerte presencia en Asia. La multinacional gallega fue pionera en firmar un acuerdo marco con el sindicato internacional IndustriALL Global Union para expandir las buenas prácticas laborales en sus distintas subcontratas y evitar prácticas abusivas. Posteriormente se sumó H&M y ahora es Mango quien negocia su incorporación.

Robert Rodríguez

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