Rosell reclama beneficios fiscales para que aflore el dinero negro

Cree que se podría incrementar los ingresos del Estado entre un 3% o un 4% del PIB

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Imaginación al poder, agitación, impulso. Es lo que pide desde hace meses el presidente de la CEOE, Juan Rosell, muy consciente de que lo que reclama lo debe aplicar primero en su propia casa. En eso está, pese a todas las dificultades.

Rosell quiere agitar todas las aguas, y ha propuesto incentivos fiscales o bonificaciones para que aflore parte de la economía sumergida. Con ello, considera que se podría incrementar los ingresos del Estado entre tres y cuatro puntos del PIB, y reducir, con ello, el déficit público.

Rosell ha analizado el problema de la economía española en un seminario organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UMP) y la Asociación de Periodistas de Prensa Económica (Apie), que ha patrocinado el BBVA. A su juicio, hay que trabajar en dos direcciones, que no deberían ser incompatibles, en la contención del gasto y en el impulso de las vías de ingresos.

“No hemos sabido paralizar los gastos y se nos han paralizado los ingresos”, ha asegurado.

Empleadas del hogar

El presidente de la CEOE, sin embargo, se ha concentrado en una medida que pueda atajar la economía sumergida. Con ello, mira lo que ha sucedido en la propia patronal española, ya que el vicepresidente de la CEOE, Arturo Fernández, ha sido acusado de pagar a sus empleados con dinero negro.

De hecho, las manifestaciones o las prácticas de diferentes dirigentes de la CEOE no dejan de suponerle a Rosell un verdadero dolor de cabeza.

Y ha defendido que afloren determinadas actividades no declaradas, especialmente en el sector servicios. Uno de los ejemplos que ha considerado es el de las 450.000 empleadas del hogar que, según los datos del INE, trabajan en negro en la actualidad en España.

Con la experiencia de otros países, se podría atender esa “bolsa importante” de potencial empleo declarado, que ahora es irregular, si se establecen cotizaciones bajas para estos trabajadores, y, al mismo tiempo, se decide bonificar a los empleadores.

Nueva cultura social

Es decir, que alguien que ofrece sus servicios, pueda declarar su actividad, como “el famoso pintor o limpiador”, con la correspondiente factura, mientras que el demandante del servicio se lo podría desgravar en la declaración de la renta. Estas posibles medidas, “han funcionado en otros países, y es una cuestión de imaginación y de riesgo”, ha sentenciado Rosell.

Con un cierto tono moralizador, Rosell ha afirmado que se debería extender esa labor en todos los ámbitos sociales, “desde el niño que copia en la escuela y al que le damos una palmadita, hasta los abuelos que nos dan sus medicamentos”, que financia el sistema.

En cualquier caso, Rosell ha abordado una cuestión de la economía doméstica, en muchos casos, que podría ser secundaria en comparación con otro problema de una mayor dimensión: el hecho de que las grandes empresas españolas cotizadas pagan una media mucho menor en el impuesto de sociedades que las pequeñas y medianas empresas. El Gobierno tratado de atajar esa cuestión reduciendo la maraña de deducciones que permiten esa práctica.

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