Sareb se arriesga a perder sus 4.800 millones de capital en 2016

Consumidos los 1.200 millones de fondos propios, accionistas y el resto de acreedores, que, además, suscribieron 3.600 millones de deuda subordinada del banco malo, verán cómo al cierre de 2015 tendrán que convertir en capital más de la mitad de esa deuda

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El temido agujero de la Sareb –el banco malo que el Gobierno presidido por Mariano Rajoy puso en marcha en 2012, como requisito para el rescate financiero de hasta 100.000 millones de euros facilitado por Bruselas– empieza a asomar la cabeza con toda su crudeza.

Era algo que se venía venir casi desde el principio, y que ahora, tras la circular del Banco de España del pasado mes de octubre se pondrá de manifiesto en la presentación de resultados del ejercicio 2015, que la sociedad presidida por Jaime Echegoyen tiene previsto realizar antes de finalizar el presente mes de marzo.

Nueva tasación de activos

La circular ha obligado al banco malo a tasar, entre octubre y diciembre de 2015, unos 250.000 inmuebles propios o en garantía de los préstamos transferidos a la sociedad, para valorar cada activo a precio de mercado y no con los descuentos medios por tipo de activos fijados en el momento del traspaso.

Como consecuencia de ello, y como la propia Sareb ya había adelantado, las pérdidas iban a ser muy superiores a los 261 millones registrados en 2013 o a los 585 millones de 2014. De acuerdo con el avance que los gestores han hecho llegar a los accionistas, podrían prácticamente cuadruplicarse hasta superar los 2.000 millones de euros.

Fondos propios agotados

¿Cómo cubrir tamaño agujero sin fondos propios? Pues convirtiendo en capital un porcentaje de los 3.600 millones de euros de deuda subordinada suscrita y desembolsada por una treintena de entidades, que estaría ampliamente por encima del 50%.

El Estado, principal accionista de la Sareb, suscribió a través del Frob, 1.652 millones de euros de esa deuda, y el resto de los bancos y demás acreedores, en función de su porcentaje en el accionariado, cantidades que van desde los 600 millones suscritos por el Banco Santander, los 432 de Caixabank, 238 que firmó el Sabadell y 205 millones que suscribió el Banco Popular.

1.000 millones provisionados entre 2013 y 2014

No hubiera sido necesario que ese porcentaje de conversión de deuda hubiera resultado tan elevado si Sareb hubiera conservado sus 1.200 millones de recursos propios iniciales, también aportados por el Frob y los bancos.

Pero no pudo ser. Hubo que tirar de ellos para cubrir las pérdidas conjuntas de 846 millones registradas en 2013 y 2014 tras dotar 978 millones en provisionesc, quedando, al cierre de este último ejercicio, únicamente 349 millones de fondos propios. Claramente insuficientes para absorber las pérdidas de 2015.

Provisiones dispares que se quedan cortas

A partir de aquí, los accionistas, sabedores de esta eventualidad, de que Sareb se quedaba sin recursos propios, y que había que ir a la conversión, han empezado a provisionar pérdidas por el quebranto de su inversión.

En este sentido, cada entidad, de acuerdo con el criterio de sus respectivos auditores al no existir una norma ex profeso que seguir, contabilizaba las provisiones de la manera dispar.

El Banco Santander y Caixabank las elevaron al 20% de lo invertido, con dotaciones por 161 y 116 millones de euros, respectivamente, Bankinter creyó conveniente reducir la provisión al 15%, con 10 millones, el Sabadell las limitó al 11,5%, con 37 millones y el Popular se quedó en el 5%, cubriendo 14 de los 276 millones de su exposición total en Sareb.

Exposición privada de 2.600 millones

Al margen del Frob, que entre capital y deuda cuenta con una exposición en el banco malo de casi 2.200 millones de euros, los restantes 2.600 millones se los reparten entre bancos y aseguradoras. Sería la cantidad que finalmente deberían provisionar en sus cuentas, antes o después.

Los 660 millones de recursos propios ya están consumidos y, a falta de que los responsables lo certifiquen, también lo estarán buena parte de los 3.600 millones de la deuda subordinada convertida, tanto para cubrir las pérdidas de 2015 como para tener un colchón de capital con el que ir tirando.

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