La fiebre por alquilar en Barcelona desorbita los precios

Los inquilinos de Ciutat Vella ya pagan más que los del barrio de Salamanca de Madrid

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Un vistazo a los portales inmobiliarios es suficiente para comprobar que en Barcelona y Madrid alquilar un piso es cada vez más caro. La pérdida de poder adquisitivo tras años de devaluación salarial, sumada a las restricciones bancarias a la hora de conceder hipotecas, hace aumentar el número de inquilinos. Este repunte de la demanda alcanza cotas más elevadas en la capital catalana, donde el precio medio ha crecido un 15% desde el año pasado.

En Barcelona confluyen varios factores que explican la escalada meteórica del precio de los alquileres. Por un lado, escasea el suelo disponible y apenas se pueden construir nuevas promociones.

Por otro, la población flotante es numerosa, entre profesionales foráneos, estudiantes  de escuelas de negocios y turistas. Beatriz Toribio, responsable de estudios de Fotocasa, destaca que los inquilinos demandan zonas «prime», céntricas y bien comunicadas, como los distritos de l’Eixample o Ciutat Vella.

Aumentos del 10%

Si históricamente el barrio de Salamanca de Madrid era el más caro de España para vivir de alquiler, ahora es Ciutat Vella, señala Toribio. En el casco antiguo de Barcelona un piso de 80 metros se alquila ya por 1.255 euros de media, frente a los 1.203 del distrito madrileño. Lázaro Cubero, jefe de estudios de Tecnocasa cifra en un 10% el aumento medio de los precios en Barcelona y en un 9% el de Madrid. «Ahora los inquilinos no se quieren ir porque encontrarían algo más caro o peor comunicado», sostiene.

Otra diferencia entre el mercado de las dos principales urbes españolas es que en Madrid el aumento de precios se concentra en la zona centro y en distritos como Chamberí y Retiro. En cambio, en la ciudad condal se paga por el alquiler más que hace un año en todos los distritos, si bien según los datos de Fotocasa despuntan zonas como Sant Martí ( 16,6% desde septiembre del año pasado), Gràcia ( 15,4%) y Sants-Montjuïc ( 12,8%).

Además, Barcelona está captando el interés de inversores como las socimis (sociedades de inversión inmobiliaria), que compran edificios en busca de una rentabilidad que no encuentran en los anémicos tipos de interés ni en una deuda pública en mínimos históricos. Toribio señala que estas sociedades de inversión están «profesionalizando» el alquiler y compran fincas antiguas para rehabilitarlas y ponerlas en alquiler.

Los precios seguirán subiendo

La escalada de los precios seguirá, según Joan Ràfols, presidente de la Cámara de la Propiedad Urbana de Barcelona. Esta entidad, que agrupa a los 20.000 propietarios de pisos de alquiler en la capital catalana, cifra en un 8,05% el incremento del importe de los pisos de alquiler entre el primer semestre de 2016 y el de 2015. Ràfols niega que exista una burbuja ya que crecen los precios pero no la cantidad de pisos en alquiler, aunque reconoce la «conflictividad social» generada por el encarecimiento de los alquileres.

«La sensación de que el alquiler se nos está escapando de las manos es consecuencia de la falta de políticas sociales de vivienda», lamenta. El Ayuntamiento de Barcelona propone poner un tope a los precios, una medida que queda fuera de las competencias municipales. «La medida sería contraproducente porque los propietarios no harían reparaciones costosas, como durante el franquismo», apunta Ràfols. 

Una alternativa preferible para el presidente de la Cámara es que el consistorio invierta para lograr un parque de vivienda pública equiparable al de ciudades como Berlín o Viena. Lázaro Cubero (Tecnocasa) comparte el diagnóstico y defiende agilizar los procesos judiciales en caso de impago de las rentas. «Las medidas deben ser incentivadoras de la oferta», remarca. Más aún en una ciudad como Barcelona en la que la décima parte de los pisos están vacíos.

Cristian Reche

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