Morosidad desbocada

La reclasificación de las operaciones subestándar ha hecho mella

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Menos crédito y más impagos. El caldo de cultivo perfecto para el crecimiento imparable de la morosidad. Además, ya no proviene casi en exclusiva del ladrillo, como al principio de la crisis –que también–, sino que su incidencia se hace cada vez más patente. Se extiende como una mancha por todo el tejido productivo.

Y lo mismo sucede con lo que adeudan los particulares, tanto en préstamos al consumo como hipotecarios. Los presentes y, sobre todo, los futuros, con los riesgos evidentes que se corren con esos préstamos personales que están haciendo furor en Internet. De poca monta, es cierto, pero con intereses cercanos a los dos dígitos si se devuelven en el plazo fijado –30 o 45 días– y que, de no hacerlo, conlleva una penalización que puede resultar inasumible.

Vencimientos

Se trata de un problema de difícil solución porque de donde no hay no se puede sacar. Y, a la vista está, que no hay. Que los vencimientos llegan y no se amortizan. Y que no queda otra que provisionar sin parar, mes tras mes. Eso, y, cuando se pueda, quitarse de encima las carteras de fallidos ya cubiertas en su totalidad, vendiéndolas a precios de saldo a esos fondos ansiosos por quedarse con los activos que cubren las garantías, que son los que realmente les interesan.

En la mayoría de los casos se empieza por una estrategia, a la que obliga el Banco de España, y se acaba con la otra. No queda otra para poder cumplir, cada vez con mayores problemas, con las presiones de los accionistas para mantener el reparto de dividendos. Los que sirven a muchos de estos accionistas –deudores a su vez de la entidad– para ir capeando el temporal.

Resultados de las entidades

Para conocer el alcance de esta morosidad nada mejor –no tienen por qué ser las cifras reales en base a los criterios establecidos– que ver los últimos datos ofrecidos por las principales entidades financieras hasta el pasado 30 de septiembre. A falta de que se retraten Bankia y Popular, no cabe duda de que la hemorragia, en cuanto a impagos se refiere, está lejos de detenerse.

Para no distorsionar la comparativa entre unas entidades y otras, por su mayor o menor nivel de negocio en el exterior, cojamos las cuentas registradas en España y separemos la exposición crediticia inmobiliaria del resto de la cartera, por no ser equiparable una con la otra a la hora de realizar un análisis conjunto. Y vemos cómo ha hecho mella en ésta la morosidad la reclasificación de las operaciones subestándar.

Exposición inmobiliaria

El Santander, por ejemplo, lleva camino de acabar el año duplicando la morosidad en España. De momento, hasta septiembre, llega ya al 6,4%. Son casi 10.920 millones de euros dudosos, cubiertos al 45%. Por encima de ese porcentaje, rozando ya el 7%, se encuentra la tasa de mora de las hipotecas tras haber procedido a la reclasificación de operaciones subestándar. Más de 3.500 millones que las familias están teniendo problemas para devolver.

En el caso de la exposición inmobiliaria, donde la entidad presidida por Emilio Botín incluye los créditos al promotor, las participaciones en Metrovacesa y en Sareb (valoradas en 1.446 millones de euros), el ratio de mora llega al 67,06%, con una cobertura del 73%. Por lo que se refiere a la cobertura total del crédito, incluyendo el saldo vivo, se sitúa en el 51% (39% en septiembre de 2012).

Sabadell y Caixabank

Esa reclasificación del crédito le ha supuesto al Sabadell aportar en el tercer trimestre 1.509 millones, con lo que su morosidad alcanza el 12,61%, con datos significativos respecto a hace un año en cada segmento. Quizá ya no sorprenda tanto que los promotores inmobiliarios hayan dejado de pagar las deudas (su tasa de mora en los últimos doce meses pasa del 26,87% al 55,73%). Pero sí algo más que en el resto de la cartera crediticia (construcción no inmobiliaria, otras empresas, pymes e hipotecas de primera vivienda) la morosidad ya haya superado el 10% o está a punto de hacerlo.

En el caso de Caixabank, las nuevas entradas en mora, la asunción del Banco de Valencia, el desapalancamiento y la provisión de los créditos refinanciados han provocado un aumento de 277 puntos básicos en la variación anual de la tasa de morosidad (de septiembre de 2012 a septiembre de 2013). De 20.348 millones entonces a los 25.703 millones actuales, pero con una diferencia sustancial en los créditos dudosos sin cobertura alguna, 1.562 millones más que hace un año. Y son ya casi 9.100 millones, en línea con el resto de entidades.

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