Bar Cañota, la fiesta

C/ Lleida, 7 www.casadetapas.com 93-325-91-71

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Los propietarios de Rías de Galicia, socios de los hermanos Adrià en Tickets y 41º Experience, remozaron hace dos años su “casa de tapas”, el Bar Cañota, justo al lado de la marisquería. Una taberna que desde sus comienzos era la alternativa popular a la casa madre, visitada fundamentalmente por nacionales con bolsillo más modesto que sus clientes habituales y algún que otro turista.

Bar Cañota importa el prestigio de Rías de Galicia, pero con una oferta muy distinta. Los puntos en común son el producto gallego y del mar. Tras la última reforma, el local quedó como un espacio de fiesta, con música y decoración de divertimento, muy informal en su envoltorio.

Algo naïf

Los Adrià no participan en el Cañota, pero el ambiente del bar recuerda bastante la impronta del Tickets con una mezcla de rústico –las paredes están salpicadas de unos troncos plastificados de parra que pretenden evocar un ambiente rural- y las creaciones supermodernas de la diseñadora Anna Pujadas, autora también del mural exterior. La carta, que está a la venta por 10 euros, es un libreto naïf de estilo adolescente.

La familia Iglesias ha querido, y por el resultado diría que ha logrado, trasladar el éxito de la marisquería a una taberna de tapas que, en cuanto a lo que es la oferta de platos, se alinea con otros locales de Barcelona como Ten’s o Cañete.
Tapas gallegas, las de toda la vida, las del mar, para acabar –les llaman las finish-, para rematar –arroces o carne- y las dulces. Así es la carta.

Salamanca

Un cortador de jamón de pulso envidiable oficia en medio del restaurante dispuesto a servir tapas y raciones de Guijuelo de bodega del 2008, que está riquísimo. Las patatas (gallegas) bravas tienen merecida fama y compiten perfectamente con las mejores de la ciudad. Su personalidad está en la elaboración del tubérculo, hecho como la base del pulpo a feira.

La casa fomenta que la clientela dé su opinión, que vote y puntúe las tapas; y también anima un concurso entre los cocinillas. Es como un juego. Por eso, el camarero nos sugirió probar la creación de la periodista Empar Moliner: sardinas rebozadas, con su espina pasada por la sartén y unas patatas fritas, acompañadas de salsa de albahaca. “Fish and chips”. Una xerocopia demasiado fuerte de las espinas de anchoa de El Bulli y del Celler de Can Roca.

Otra importación es la famosa minihamburguesa patentada por Dani García y elaborada a base de rabo de toro y ternera, con havarti y rúcula, que salen deliciosas y suaves. De hecho, fue lo mejor del día. Ante la opción de rematar con un arroz o una carne la primera parte de la comida, decidimos repetir la hamburguesa, que nos había sabido a poco.

Buena cerveza

Tomamos unas cañas Damm muy bien tiradas, estupendas. Y, luego, El Jardín de Santa Lucía, en que el bello nombre de este albariño supera de largo el contenido. Lo que más llama la atención de la carta de vinos, que es breve, son sus precios moderados. Pero no es que los pongan especialmente baratos, sino que eligen productos con precio de bodega en torno a los 10 euros, que luego doblan, con el resultado de una carta en la que los vinos se sitúan entre los 16 y los 22 euros.

El café, Novell, cuidado y bien servido. Una comida sale por unos 45 euros. Algo elevado para el tipo de tapas que elabora y casi la mitad de lo que costaría en la puerta de al lado.

Economía Digital

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