Andalucía, ¿un pozo sin fondo o el blanco fácil de nacionalistas y liberales?

Los economistas critican la falta de reformas en la comunidad pero rechazan que sea el gran obstáculo de los cambios en España

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En la noche del 22 de marzo, los socialistas de toda España podrían respirar aliviados. Esperan que Susana Díaz gane las elecciones con holgura, y que esa victoria, sobre el PP y Podemos, permita iniciar un ciclo electoral con un cierto optimismo. Pero, ¿para eso desea el PSOE a Andalucía, como gran granero de votos permanente? ¿Y el propio crecimiento económico de la comunidad?

La distancia entre la tasa de paro andaluza, ahora del 34%, y la española se mantiene «cercana a los diez puntos porcentuales desde mediados de los 80». Es un dato alarmante que destaca Joaquín Aurioles, profesor de Economía en la Universidad de Málaga y miembro –fue presidente– del Observatorio Económico de Andalucía.

La crisis de los setenta, momento clave

Una parte fundamental de ese paro viene condicionado por la crisis de los años setenta y por los «cambios económicos y sociológicos que acompañaron la reforma política, pero también al fracaso en la utilización de los abundantes recursos habilitados por Europa para mejorar la empleabilidad de los parados y recuperar el tamaño de la economía que desapareció con la integración europea».

Aurioles toca el aspecto esencial. Andalucía, que ha «equilibrado» su extenso territorio, y que ha avanzado en conjunto, tenía un potencial para haber logrado mucho más. Joaquín Aurioles considera que una responsabilidad importante en que eso no haya sucedido es la red clientelar que se ha establecido en Andalucía. El poder político «no cambia ni afronta reformas si percibe que le será negativo, si va en contra de sus intereses».

Muchos planes, poca efectividad

Señala que, en realidad, a pesar de la multiplicidad de planes y de políticas integrales, no se ha mirado de frente la realidad andaluza, y que esos planes se han evaporado. Ahora bien, este economista rechaza que Andalucía sea la responsable o el lastre de reformas en profundidad en España, como apuntaba el también economista Lorenzo Bernaldo de Quirós en una entrevista en Economía Digital.

Y es que Andalucía ha servido en los últimos años como un blanco fácil para el nacionalismo catalán, principalmente, y para los sectores más liberales en España, que responsabilizan a la autonomía de vivir a través de los subsidios, y, en el caso catalán, de mirar siempre de reojo por si Cataluña asume mayores competencias o mejoras en el modelo de financiación de forma bilateral con el Gobierno central.  

PIB per cápita en las comunidades autónomas con 18 años de diferencia (en euros)
  1995 2013
Andalucía 8.600 16.666
Castilla – La Mancha 9.500 17.780
Extremadura 7.400 15.026
Cataluña 14.100 26.666
Madrid 15.100 28.915
País Vasco 13.800 33.500
Media nacional 11.600 22.222
Fuente: Contabilidad Regional de España

De Quirós, sin embargo, plantea una duda radical, y es que, a su juicio, los territorios que reciben más ayudas acaban por crecer menos que el resto. Prueba de ello, afirma, es el PIB per cápita en las distintas comunidades a lo largo de los últimos 18 años. En su libro Por una derecha liberal, (Deusto) muestra una tabla oficial en la que se constata que la diferencia entre Andalucía y Cataluña en 1995 era menor que la que se alcanzó en 2013.

Afirma que lo que ocurre en España ha sucedido también en Italia o en Canadá. «Por el contrario, la supresión de los mecanismos de redistribución territorial de la riqueza es una condición para que la reducción de las desigualdades regionales se produzca». Y abunda en el caso de las autonomías, «en las que la brecha en los PIB per cápita se ha mantenido igual».

Bastión político del PSOE

El profesor de Economía de la UB, Gonzalo Bernardos, rechaza las acusaciones a Andalucía, como blanco de todos los males, a pocas semanas, precisamente, de la campaña electoral. Pero apunta a que el PSOE, desde la etapa de Felipe Gozález y Alfonso Guerra, hicieron del territorio un «bastión político», sin entrar en una reforma en profundidad de las estructuras del modelo productivo. «Ni tan sólo una verdadera reforma agraria», sostiene Bernardos.

Este economista destaca que el territorio andaluz es diverso y que determinadas zonas geográficas, la que tiene como centros a Málaga y Almeria, «son dos claros motores, que han sabido, desde el turismo de calidad y la agricultura intensiva, tirar del carro».

Eso sí, Gonzalo Bernardos, sostiene que se ha creado una sociedad «conformista» que no ha reaccionado, –aunque eso es extensible al conjunto de España– ante los ciclos económicos. Es decir, «cuando en Murcia prácticamente no había paro en el momento bueno antes de la crisis, no hubo apenas inmigración entre territorios, por poner un ejemplo».

Un sistema sin pensar en la viabilidad futura

El economista Santiago Niño Becerra, que considera que más que países en el futuro lo que habrá son «zonas de dinamismo económico en diferentes estados», es más prosaico. «Como las posibilidades de crecimiento real de España y de cada una de las comunidades era el que era, se instauró un sistema por el que unas comunidades pasaron a sostener a otras, pero sin que se llegase al fondo de la viabilidad futura de las sostenidas».

Aurioles aporta el dato, al indicar que Andalucía tiene una capacidad de generación de riqueza equivalente al 75% de la media española. Eso es importante en relación a un nuevo modelo de financiación autonómica. Si el modelo no aplica una discriminación positiva para Andalucía, es evidente que no se podrá acercar a la media española.

Todo eso debería estar en juego en las próximas elecciones andaluzas, más allá de si beneficia o no los resultados al PSOE de cara al resto de autonómicas y elecciones municipales del 24 de mayo.

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