Artur Mas defrauda a los empresarios del Círculo de Economía

El presidente se atrinchera en el proyecto soberanista ante las críticas de los ejecutivos por la centralidad del independentismo en las políticas de la Generalitat

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Artur Mas se ha presentado ante el empresariado catalán del Círculo de Economía pocos minutos después de que el Tribunal Constitucional anunciara la suspensión de la consulta del 9N y del decreto que la convocó. El mejor telón de fondo para el discurso que tenía preparado ante un auditorio que no ha recibido precisamente con los brazos abiertos su apuesta independentista y que, de nuevo, ha obligado a Mas a bajar a la arena del debate. 

El presidente pretendía remarcar que hay indicios para el optimismo en el capítulo económico pero con cautelas, ya que la crisis no ha tocado a su fin. «Hemos sacado la cabeza del agua pero aún no hemos llegado a la orilla», ejemplificaba. 

Blindaje del proceso nacionalista 

También había hecho los deberes para justificar el proyecto soberanista. Al final, y tras la insistencia de los empresarios, lo ha acabado defendiendo. «Si no lo planteamos ahora perderemos la autonomía, el autogobierno y la personalidad de Cataluña», ha manifestado, «y por justicia histórica y realidad catalana no nos podemos permitir que acabe de este modo». 

«Es muy educado, pero repite siempre lo mismo», señalaba a este medio uno de los asistentes al finalizar el acto como contrapunto al discurso final del presidente. 

Inquietudes de los empresarios 

Las inquietudes planteadas por los asistentes iban en otra dirección: «¿Bajará la presión fiscal para que nos equiparemos con el resto de España o con Madrid?». La respuesta no ha sido del agrado de la sala. Mas ha justificado el incremento de las tasas existentes y la creación de nuevas figuras impositivas por las tensiones de tesorería que se encontró «cuando llegué a la Generalitat» y ha manifestado que sólo revisará algunos de los impuestos de nuevo cuño «en función de que los problemas estructurales de ingresos se resuelvan». 

Ha tirado pelotas fuera cuando el empresariado le ha reprochado que destine recursos públicos al proyecto independentista antes de las elecciones del 27S, los comicios de carácter plebiscitario. «Ahora preparamos las estructuras de Estado que sirvan para un escenario u otro». 

Traslado de las culpas al Gobierno central 

Como ejemplo, Mas ha indicado que la Hacienda propia servirá tanto para un estado independiente como para reclamar un trato fiscal como el de Navarra o el País Vasco. No hay término medio en su hoja de ruta. El relato que repite es que el Gobierno central se desentiende de las reclamaciones catalanas y rechaza dialogar. «Su respuesta es siempre la misma: querella». 

A los empresarios no les ha gustado el maximalismo. Han criticado que el presidente se centre en el proyecto soberanista sin tener en cuenta la pluralidad de la sociedad catalana, el uso de los medios públicos a favor de sus tesis nacionalistas e incluso el pacto de gobierno con ERC; «no sé si es un socio solvente, fiel y discreto», ha indicado un ejecutivo en el turno de preguntas. 

Costas pone a Mas contra las cuerdas 

Mas ha esquivado las balas. El primero en disparar (con pólvora) ha sido el propio presidente del Círculo de Economía, Antón Costas. En catalán, el académico gallego le ha recriminado que no cambiara sus políticas tras el 9N para que lo «compartiera una parte muy amplia de la sociedad, no amplia a secas». Asimismo, ha recordado que las incertidumbres que genera el proceso nacionalista ponen en jaque la recuperación. «¿No se podrían posponer ciertas iniciativas hasta el otoño?», ha preguntado. 

La contestación de Mas ha sido la misma: no es de recibo dejar pasar la oportunidad actual para conseguir más autogobierno en Cataluña. 

Imagen pública de diálogo 

El presidente no ha convencido al auditorio. Tampoco era esa su intención. Lo que sí ha conseguido es ofrecer una imagen pública de que es cercano a todos los que le piden debatir la situación actual de Cataluña y no comparten sus tesis. 

No en vano, en las primeras filas del auditorio del Círculo de Economía se encontraban empresarios que han rechazado públicamente el proceso nacionalista como el presidente de Freixenet, Josep Lluis Bonet. También han estado presentes otros ejecutivos que tampoco ven con buenos ojos la independencia pero se mantienen en segundo plano, como el abogado Emilio Cuatrecasas; el presidente de Gas Natural, Salvador Gabarró; o el líder de Grupo Puig, Marc Puig.

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