El enigma del brexit, del ‘no pasa nada’ a la ‘catástrofe’

Expertos, políticos y financieros analizan la gran incertidumbre que supone la salida del Reino Unido de la UE

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Del ‘no pasa nada’ a la’ catástrofe’: el brexit. “Lo arreglarán, no le conviene a nadie un brexit duro, pero menos al conjunto de la Unión Europea, y esos 60.000 millones que debería pagar el Reino Unido ya se verá, se ha exagerado mucho”. “Se arrepentirán, el agujero sería tan grande, que a medio camino de las negociaciones buscarán una fórmula para revertir el brexit”.

Esas dos posiciones muestran la enorme incertidumbre que causa la posición del gobierno británico, con su primera ministra, Theresa May, tras activar la salida del Reino Unido de la UE. La primera afirmación es de un financiero de una entidad española en Londres, la segunda es de la economista sudafricana y afincada en Londres, Ann Pettifor.

Las estimaciones económicas sobre lo que debería pagar el Reino Unido no cuadran, tras el cálculo del presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, que ha cifrado en 60.000 millones de euros el pago de los británicos a la UE por los servicios que ha prestado y prestará hasta que se culmine el proceso –incluidas  las pensiones de los funcionarios británicos de las instituciones europeas–. El problema es que el gobierno británico no es consciente de lo que debe o no negociar, y, según todas las fuentes consultadas, lo único que sí se tiene claro es que “nadie quiere hacerse un daño excesivo”.

Rubén García-Quismondo, socio director de Quabbala, que asesora a empresas e inversores en las principales plazas financieras del mundo, –Londres y Honk-Kong entre ellas—considera que cada país, en función de sus intereses, venderá el acuerdo a su manera. “Está claro que el brexit será una opción abierta para todo dentro de los países de la Unión Europea, y según se vea, será ‘hard’, aunque algo ‘soft’, ya que cada uno lo presentará como un éxito en su país, típico de la UE”.

Sin embargo, García-Quismondo entra de lleno en el problema real: “Si el Reino Unido quiere participar del mercado comunitario, deberá dar libre circulación y establecimiento y pagar a la UE, como ya hace Suiza y Noruega, aunque tienen otro tamaño”.

Si el Reino Unido quiere el mercado comunitario deberá aceptar la libre circulación

Una de las ideas de ese asesor de inversiones es que los países del este, los que mimó el Reino Unido, que presionó para que la UE se ampliara al este con el objetivo de diluir el núcleo europeo liderado por Francia y Alemania, se alejarán de Londres. “El grupo de Visegrado –formado por Polonia, Hungría. República Checa y Eslovaquia—que tanto ha contribuido a alimentar el Reino Unido, puede perfectamente volverse atrás y negociar un mercado con Putin y regresar al COMECON, o negociar sin hacer demasiado ruido y callarse”.

Porque esa es la cuestión, ¿qué pasa con el mercado común? May ha admitido las dificultades de un brexit blando, aunque es indudable que desea un acuerdo que sea lo menos brusco posible. Serán dos años de enormes dificultades, –el límite para llegar a un nuevo pacto con la UE– después de poner en marcha –el 29 de marzo—el proceso de salida.

May sabe que las cuatro libertades que se han logrado con la Unión Europea están unidas al mercado común: libertad de movimiento de bienes, servicios, personas y dinero. “Aceptar esas libertades es incompatible con la voluntad expresada democráticamente del pueblo británico, por lo que no seguiremos siendo miembros del mercado común”, ha asegurado.

Pero, ¿qué ocurre ahora, qué pasa cada día? Fuentes financieras en la City, que entienden que no pasará gran cosa en el fondo, explican la dificultad de imponer aranceles a los productos que viajan en las dos direcciones. “En la industria, por ejemplo, para fabricar en el Reino Unido hay intercambios de hasta siete procesos distintos con países de la Unión Europea. O pensemos en algo tan sencillo como la mantequilla inglesa, que importa leche europea”. Esa relación tan intensa lleva a pensar, desde el sentido común, que se impondrá un brexit blando.

Sin el Reino Unido, ¿se activará la unión política y fiscal europea?, Nin dice sí

Sin embargo, ¿eso animaría a otros países a seguir el camino del Reino Unido? Dependerá de cómo actúe ahora Bruselas. Lo ve como una magnífica oportunidad Juan María Nin, ex vicepresidente de Caixabank, consejero de Société Générale. “El Reino Unido nunca ha estado del todo en la Unión Europea, y lo que ha ocurrido puede permitir ahora un impulso europeo, si se camina hacia una Europa de dos velocidades. La primera, con ocho o diez países puede y debe establecer más vínculos, con una unión política y fiscal, con un fondo común, un tesoro europeo. Yo creo en eso, y, después, en función de la suerte de ese proceso, vendrán otros países”, sostiene Nin, que acaba de publicar Por un crecimiento racional (Deusto).

En realidad, el brexit ha sacudido a Europa y obliga a todos a rehacer vínculos políticos y económicos. Ann Pettifor, economista e investigadora de la City University de Londres, autora de La producción del dinero (Lince) explica que los gobernantes del Reino Unido no son conscientes de lo que implica el brexit. “No puede ser blando, porque las contradicciones entre lo que se pide, y votaron los británicos, y lo que significa ser miembro de la UE son enormes. Sólo podrá ser duro, complicado, con una gran tensión, y creo que se podrá ver una marcha atrás a medida que avancen las negociaciones, y que no se agotará ese plazo de dos años”, asegura.

Lo ve en una dirección similar Nick Clegg, liberal y exviceprimer ministro del Reino Unido, en el gobierno de David Cameron. Invitado esta semana en un acto en Barcelona de la AECOC, Clegg sostiene que el Reino Unido “se arrepentirá enormemente de la decisión del brexit”.

Sus críticas son duras respecto al posicionamiento de May, precisamente por la cuestión del mercado común. “Ha sido un error muy grande de May anunciar que el Reino Unido saldría de la UE y de la unión aduanera, porque al tomar esa decisión condena al Reino Unido a una relación económica más distante que las que tienen países como Noruega, Islandia, o incluso Turquía, y no tenía ninguna necesidad de anunciarlo”, afirmó, tras señalar que no todo es definitivo.

May puede dejar al Reino Unido con condiciones peores que Turquía respecto a la UE

Según Clegg, todo dependerá de los jóvenes británicos, teniendo en cuenta que hasta el 70% de ellos votó en contra del brexit. “Si se puede mantener su indignación y energía, si todos ellos ven en los próximos meses y años que sus oportunidades serán menores, se podría reabrir el debate”, afirmó, en la línea que defiende Ann Pettifor.

El mundo financiero ha querido explicar a May todos sus temores. La City es muy poderosa, y es difícil que otras plazas, como París o Frankfurt –menos posibilidades tiene Madrid—consigan beneficiarse del brexit, pero la preocupación es grande. La cuestión es que May no ha querido escuchar a ningún sector económico en concreto.

Se limita a seguir el mandato de los británicos en el referéndum. Algunos poderosos grupos de presión, sin embargo, le han dejado las cosas claras, como los supermercados Tesco. El mensaje a May, según fuentes de la City, ha sido claro. “Haz lo que consideres, pero nuestros precios no pueden subir más de un 3%”. Es decir, está en juego la competitividad de los productos y servicios británicos.

El problema político, el que está en el corazón de Londres, de toda Inglaterra, la que ha construido el Reino Unido, lo explica con crudeza Rubén García-Quismondo: “Me viene a la cabeza, como un colega holandés me recordaba hace unos días, que los señores británicos, en los años 70, fueron intervenidos por el FMI, porque estaban arruinados, y estos mismos señores son los que siguen dirigiendo el país, en concreto un grupo de 150 parlamentarios de la extrema derecha británica, que, con Theresa May a la cabeza, se presenta como líder del brexit, asumiendo, absorbiendo y encabezando toda la retórica del UKIP (el partido que forzó el referéndum que organizó David Cameron, tras comprometerse en las elecciones).

Luz y oscuridad, todo al mismo tiempo, es lo que provoca esa negociación del brexit.

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