El soberanismo acelera la agitación callejera

El núcleo del movimiento independentista, con Mas, Puigdemont y Junqueras, necesita movilizaciones agresivas para forzar una reacción del Gobierno

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Subir la temperatura. Y de inmediato. Es lo que necesita el movimiento independentista, que acelera la agitación callejera, con la organización de distintas acciones de carácter sectorial, que puedan provocar una reacción del Gobierno español que preside Mariano Rajoy.

En las próximas semanas, y, principalmente, a partir de los primeros días de septiembre, la intensidad será máxima. El núcleo duro del soberanismo, con Artur Mas, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, ha comprobado que la sociedad catalana, la que ha protagonizado grandes manifestaciones en los últimos cinco años, ha comenzado a experimentar un importante cansancio.

La última prueba ha sido la escasa movilización, con pocos centenares de personas, frente al TSJC, para apoyar a los miembros de la Mesa del Parlament que declararon este viernes por la votación en apoyo al referéndum soberanista, a pesar de que algunos medios aseguraron que fue una gran exhibición de músculo.

Mas y Puigdemont comprueban que el fervor ha comenzado a bajar y necesitan subirlo

El objetivo de la campaña de agitación que llega es que el Gobierno pueda cometer algún error, según admiten distintas fuentes, con una reacción desmesurada que implique, por tanto, una nueva acción del independentismo, o que sea la demostración de que el movimiento se puede cargar de razón para defender un referéndum de autodeterminación.

La primera prueba se puede producir este mismo domingo, en el circuito de Fórmula 1 de Montmeló, en el Gran Premio de España. La idea es aprovechar eventos deportivos, culturales o manifestaciones ciudadanas en los que se pueda dar a conocer la voluntad de ejercer el derecho de autodeterminación de Cataluña.

En ese núcleo duro, con una relación fluida entre Mas y Puigdemont, y con la colaboración de Junqueras, que, pese a su prudencia, tampoco se distancia en absoluto de los planes de agitación, participa también Jordi Sánchez, presidente de la ANC, y experto en las exhibiciones de agitación (fue dirigente de la Crida a la solidaritat, organización en los años 80 dedicada a acciones directas).

También participan, a modo de sanedrín del independentismo, distintos dirigentes, tanto del Pdecat como de ERC, como Francesc Homs, Jordi Turull, David Madí, o Marta Rovira, Xavier Vendrell, Joan Puigcercós, además del director de Elnacional.cat  José Antich, que mantiene su relación estrecha con Artur Mas.

La intención es forzar una división social en Cataluña, en la que se perciba que existen dos grandes bloques, y que uno de ellos –el independentista—puede ganar la partida si el Gobierno comete algún error.

Todo está encaminado para que Rajoy cometa algún error que beneficie al soberanismo

Sin embargo, dirigentes del núcleo de Mariano Rajoy aseguran a Economía Digital que el Gobierno quiere tomarse las cosas con frialdad, y que descarta medidas coercitivas. Nada de aplicar el artículo 155 de la Constitución, que supondría la asunción de competencias de la Generalitat por parte del Ejecutivo español. Ahora bien, otra cosa es que el Gobierno quede en una situación muy delicada si no actúa.

Algunos dirigentes del PP cercanos a Rajoy valoran qué hacer cuando el Govern de Carles Puigdemont convoque el referéndum. Una idea que defiende el Gobierno central es que el problema es ya, “claramente”, de la sociedad catalana y de los apoyos que tenga el independentismo. Y considera que el movimiento está perdiendo adeptos.

¿Qué pasaría si en un referéndum similar a la consulta del 9N los votantes independentistas fueran menos que en 2014, o quedara una situación muy parecida? En ese caso, el soberanismo catalán debería asumir que tendría la batalla perdida, por lo menos a corto plazo, con el Gobierno español.

El más convencido es Mas, aunque sabe que la sentencia de Palau de la Música le puede dejar en fuera de juego

Para que eso no suceda, para que la temperatura comience a subir, de cara al punto álgido de la Diada del 11 de septiembre, Mas, Puigdemont y Junqueras, con sus colaboradores, entre ellos Antich, quieren subir la apuesta.

El más convencido es….Artur Mas, dispuesto a correr contra el muro, sabedor que ya no tiene nada que perder, aunque sea consciente –o no—de que la sentencia del Palau de la Música, que puede producirse antes del verano, le puede dejar ya totalmente en fuera de juego.

Pero por ahora, correr, correr, agitación, bronca si llega el caso, y exhibiciones continuas, un signo, según otras fuentes, de “debilidad”.

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