Fin del culebrón político: Carles Puigdemont es investido presidente de Cataluña

Como era previsible, tuvo los votos a favor de Junts pel Sí y de ocho diputados de la CUP. Los demás partidos –excepto dos de la CUP que se abstuvieron- votaron en contra

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«Habemus presidente», podría haber dicho la presidente del Parlamento de Cataluña, Carme Forcadell, al confirmar lo que era un guión previsible: Carles Puigdemont es el nuevo presidente del Gobierno de Cataluña.

Como anécdota estadística, quedará que Puigdemont es el 130º presidente de la Generalitat, y el segundo investido un domingo (el anterior era, vaya, Luis Companys). Puigdemont tuvo los 62 votos positivos de Junts pel Sí con 8 de la CUP, y los votos en contra del PSC, Ciudadanos, Catalunya sí que es pot y el PP. Dos diputados cuperos se abstuvieron. 

En su discurso previo a ser investido, Puigdemont dijo «hemos estado a punto de dispersar una gran labor y esperanzas compartidas con comportamientos poco edificantes». Y como se esperaba, tras calificar a su incipiente mandado como de «postautonomía y preindependencia», dijo que su programa de Gobierno contempla iniciar las acciones para realizar una declaración unilateral de independencia.

¿De qué manera? Puigdemont plantea crear un Banco Central catalán y una Agencia Catalana de Seguridad Social, entre otras ideas encaminadas a armar una estructura de Estado propia. Pero advirtió «si no tenemos las herramientas necesarias, pasamos de ser una nación a una resignación, es pura administración de los recursos».

Rechazo de la oposición

El guión también se cumplió para la ronda de partidos que rechazaron su investidura. Inés Arrimada (Ciudadanos) le dijo a Puigdemont que «no tuvo ni un minuto para hablar de corrupción», y buscó tener el toque irónico cuando apuntó «vamos a investir al señor Mas…más de lo mismo».

Miquel Iceta (PSC) le recordó que la mayoría de escaños no le habilitan para iniciar el camino a la independencia, y le preguntó si el programa que JxS había acercado a la CUP para obtener sus votos sería su programa de Gobierno.

Xavier García Albiol (PPC) le advirtió «ni usted ni nadie iniciará un proceso de ruptura con el Estado español», y Lluís Rabell (Catalunya sí que es pot), si bien reconoció la necesidad de un cambio y dejó abierta la puerta a un referéndum, puntualizó «no hay legitimidad democrática para hacer una desconexión con España».

Anna Gabriel (CUP) osciló su discurso entre un cariz más duro de reivindicación social y otra cara más amable, dirigida a Puigdemont, a quien le dijo «tienes el reto de abrir el proceso, de hacer el proyecto más transversal pero sin demoras innecesarias». Pero por las dudas, le recordó «tienes 18 meses».

Muy amable, Jordi Turull (Junts pel Sí) desgranó elogios y agradecimientos a Artur Mas, y dijo que con el acuerdo, «hemos puesto, por encima de todo, el mandado democrático de Cataluña».

Capítulo cerrado

Con su investidura se cierran 24 horas de vértigo en la política catalana, y con su reflejo en la española. Desde que Artur Mas comprobó, aquel 27S, que no contaba con la mayoría absoluta necesaria para ser investido presidente, comenzó el culebrón de tira y aflojes con los radicales de la CUP, que durante tres meses estuvieron tentando a Junts pel Sí con la llave del gobierno, y al final, dijeron que no tras una asamblea que terminó en un insólito empate.

Artur Mas, que hasta la mañana del sábado seguía obstinado con ser el candidato o llevar a su partido a elecciones, ahora busca aparecer como el redentor político catalán, cuyo sacrificio personal ha salvaguardado el proceso independentista. En realidad, sucumbió a las presiones de su partido y sus aliados de ERC, que lo veían más como una piedra en el camino, y como el lastre a unas elecciones que, de realizarse en marzo, iba a significar una pérdida de votos, y por ende, el naufragio de la ilusión independentista.

La elección de Carles Puigdemont cuadró el puzzle político a pocas horas de que expirara el plazo legal para convocar al pleno de investidura. Puigdemont tiene buena aceptación en la CUP y en ERC porque toda la vida se ha declarado independentista –al contrario que muchos convergentes, Mas incluído, que se han subido a este tren en los últimos años–, y tiene su rol institucional como presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia.

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