Junqueras copia a Rajoy para redefinir la relación con el Pdecat

El Govern de Puigdemont sostiene que observa “absolutamente tranquilo” el juicio del caso Palau, pero será determinante para que se acelere o no la convocatoria

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Oriol Junqueras ha adoptado una estrategia similar a la de Mariano Rajoy. Espera. Observa. Mide sus palabras. No se precipita. Quiere saber cómo evoluciona el juicio del Palau de la Música y su posible repercusión en el Pdecat, y, lo que es más importante, en los dirigentes de la ex Convergència, y, en concreto, en Artur Mas.

El vicepresidente de la Generalitat y consejero de Economía tiene un compromiso con la convocatoria del referéndum de autodeterminación. Debe coordinar los trabajos para que sea posible, conjuntamente con el presidente Carles Puigdemont. Y, como aseguró en el acto de su partido, el más numeroso de los últimos años, con más de 5.000 personas, “el futuro de Cataluña está en manos de sus ciudadanos”. No deja de lado su proyecto independentista. 

Pero tampoco quiere cometer ningún error. Espera que otros lo hagan, ya sea el propio Gobierno español, con una reacción que pueda ser contraproducente a sus intereses, ante el proceso de convocatoria del referéndum, o ya sea del Pdecat. Eso le servirá, en las próximas semanas y en pocos meses, para calibrar si debe o no tomar alguna decisión de calado. 

Algunos líderes de opinión del mundo soberanista consideran que se trata de un intento de distorsionar la relación entre Puigdemont y el Pdecat, o entre Puigdemont y Junqueras, al interpretar que el líder de Esquerra tiene una estrategia diferente a la de los ex convergentes. Pero, efectivamente, la tiene, por una razón que los dirigentes republicanos no esconden: “La política tiene ciclos que obedecen a las demandas de una sociedad en cada momento”, y ha llegado la hora de Esquerra, con buenos resultados en todas las encuestas publicadas en los últimos meses. 

Junqueras es consciente de que puede ser el próximo presidente de la Generalitat

Junqueras es consciente de que puede ser el próximo presidente de la Generalitat, y también sabe que no existe en Cataluña una mayoría social suficiente que pueda sostener un proyecto de independencia. Si se quiere lograr, se necesitará tiempo. Y Junqueras es un hombre joven

Pero el factor decisivo para Junqueras es que Esquerra lleva, desde su ascenso al poder, con el primer tripartito que presidió el socialista Pasqual Maragall en 2003, con un lema en su frontispicio: Manos limpias. Lo pronunció mil veces Josep Lluís Carod-Rovira, el líder que aupó a ERC y que renovó su ideario para acercarlo a nuevos sectores sociales. 

Y ahora cobra todo su sentido, con los ex dirigentes de Convergència, entre ellos Artur Mas, muy condicionados por las declaraciones que puedan realizar los principales acusados en el caso Palau, Fèlix Millet y Jordi Montull, que pueden implicar seriamente al ex tesorero de CDC, Daniel Òsacar y al también ex tesorero Andreu Viloca, que asiste al juicio como testigo, y traspasar la línea roja hacia el propio Artur Mas.

Esas declaraciones, que, precisamente, se sustanciarán este miércoles, con la de Gemma Montull, la hija de Jordi Montull, que era la directora financiera del Palau de la Música, las escuchará con mucha atención la cúpula de Esquerra. Será difícil para los republicanos continuar como si no hubiera pasado nada de la mano del Pdecat, y con la posibilidad, cada vez más real, de que Artur Mas trate de encabezar la lista de su partido a las elecciones al Parlament, si, como admite buena parte del mundo soberanista en privado, el referéndum no se pueda realizar. 

Junqueras firmó un acuerdo con Artur Mas para lograr la lista conjunta de Junts pel Sí. El propio Mas tuvo que dejar su cargo, tras el veto de la CUP, y la hoja de ruta cambió, al plantear ahora un referéndum, cuando se suponía que esa pantalla ya se había pasado. ¿Esa relación puede quedar a salvo, si el caso Palau demuestra una triangulación perversa entre la propia institución cultural, las empresas privadas que colaboraban y la fundación de Convergència

Aparentemente, todo sigue adelante

La Mesa del Parlament decidió este martes tramitar la reforma del reglamento, que seguirá su curso en una ponencia en la que Junts pel Sí tiene mayoría, y que permitirá la aprobación exprés de la ley de transitoriedad nacional, que debe dar cobertura al referéndum. La portavoz del Govern, Neus Munté, aseguró que el ejecutivo catalán observa “absolutamente tranquilo” el juicio del Palau. El presidente Puigdemont tiene muy claro también que convocará el referéndum. Y lo mismo Junqueras. ¿Pero y después? 

Mientras el propio Mas se ha referido a la necesidad de que el clamor en las calles presione al Gobierno español, esperando una reacción del Estado que pudiera actuar como acicate aún mayor, Junqueras se ha mostrado con extrema prudencia. Es el nuevo Rajoy. Un Rajoy independentista catalán. Pero un auténtico Rajoy en sus formas. Y sigue esperando.

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