La CUP desquicia a Mas

El president agota sus argumentos para convencer a los anticapitalistas de que lo reelijan para el cargo

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Lo de las negociaciones de Junts pel sí con la CUP se ha convertido en el cuento de nunca acabar. La cosa no avanza pese a que los de la lista de Artur Mas han movido ficha o, mejor dicho, han simulado que movían ficha. Ahora la pelota está en el tejado de los anticapitalistas, que se reunirán el domingo en asamblea, pero sólo para «debatir». Mas quiere acabar cuanto antes con esta tortura, pero de momento no se vislumbra el final de este culebrón, que va perdiendo audiencia a medida que pasan los días.

La última oferta de Junts pel sí, avanzada el jueves por el diario Ara y matizada después por la coalición independentista consiste en nombrar un Govern de «transición» con Mas al frente como presidente y con el líder de ERC, Oriol Junqueras, como vicepresidente y titular del área económica. Neus Munté estaría al frente de una comisión «centrada en el estado del Bienestar» y Raül Romeva de una tercera mega cartera dedicada a «a los asuntos institucionales y exteriores».

Una propuesta muy poco original

Junts pel sí ha tratado de presentar esta propuesta como si fuera novedosa, pero en realidad es un calco de la última que ya formuló Mas durante la fallida sesión de investidura y que la CUP rechazó. Aunque quisiera, que no está claro que quiera, la coalición independentista no puede ofrecer otro modelo de gobierno. No puede crear un Ejecutivo colegiado ni puede vaciar de funciones la figura del presidente de la Generalitat, porque estas instituciones están reguladas en el Estatut.

Los independentistas ya han aprobado no hacer caso de las leyes españolas, pero al menos tienen que respetar las catalanas. El Estatut regula que el Gobierno de la Generalitat se configurará con un presidente, que puede nombrar a un vicepresidente o a un conseller en cap. Nada más. Nada de gobiernos colegiados o de ejecutivos asamblearios o de otros inventos por el estilo. Es verdad que el Estatut puede reformarse, pero eso llevaría su tiempo y, teniendo en cuenta la experiencia de la última modificación, es mejor dejar las cosas como están.  

Asamblea en Manresa

En esta tesitura, le toca mover ficha a la CUP. El domingo, los anticapitalistas se reunirán en una asamblea en Manresa y «debatirán» la cuestión. El encuentro puede ser largo, porque ya hay 1.600 inscritos. Se hablará mucho sobre el asunto, pero no se moverá ficha, porque en esta asamblea no se tomarán decisiones y mucho menos vinculantes. Sólo servirá para que los diputados de la formación antisistema tengan una idea más o menos aproximada de lo que quieren sus bases.

Llegar a una conclusión será complicado, porque en el seno de la CUP hay posiciones enfrentadas sobre si debe o no dar al visto bueno a que Mas vuelva a ser president. El sector de Arran y Endevant se muestra radicalmente en contra de investir a Mas. La facción Poble Lliure es algo más abierta. Y el diputado por Girona Benet Salellas aboga de forma clara por ceder, hacer presidente a Mas y seguir con el proceso independentista.

Líneas rojas    

Junts pel sí ya no tiene nada más que ofrecer. Sólo le queda entregar la cabeza de Mas, pero mucho tendrían que cambiar las cosas para que lo haga, porque esa es la línea roja que los dirigentes de la coalición independentista han jurado no traspasar. Puede haber acuerdo, pero para ello, será la CUP quien ceda y pase por el aro de investir a Mas.

Tal y como están las cosas, no tiene pinta de que esa decisión, sea para bien o sea para mal de Mas, se vaya a tomar de inmediato. Los cuperos van con calma. Manejan otros tiempos, más tranquilos, que no coinciden con los del president. Mas tiene prisa por acabar con la agonía. Su idea era cerrar el acuerdo a principios de la semana que viene antes de que empiece la campaña para las elecciones generales.

La opción B: nuevas elecciones

Si el lunes o el martes no hay una decisión sobre la mesa, el asunto puede quedar aplazado hasta después del 20 de diciembre. Y entonces sí que el semáforo estará naranja, porque el plazo para marear la perdiz se agota el 9 de enero. Si llegado ese día no hay pacto, se convocarán elecciones de forma obligatoria para finales de febrero o principios de marzo.   

 

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