Los tesoreros, ¿culpables o cabezas de turco?

La entrada en prisión de Andreu Viloca recuerda a otras tramas de financiación irregular de partidos como los casos Filesa y Naseiro y, más recientemente, el procesamiento de Luis Bárcenas, ex tesorero del Partido Popular

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El ciudadano chileno Carlos Van Schouwen, el contable de Filesa, Malesa y Time Export, la trama de financiación del PSC, vivía con su compañera en un piso discreto de Travesera de las Corts. Miraba a cada rato por la ventana atemorizado porque el estallido de Filesa le pilló en el papel de tesorero, sueldo discretito, a las órdenes de Josep Maria Sala y, en última instancia, de Obiols y Narcís Serra.

«¿Qué me va a pasar?» Van Schouwen se preguntaba: «me han dicho que mi familia peligra y estoy por mandarlos a Chile…». Hubo que serenarle y convencerle de que ni Barcelona era Reggio Calabria, ni Filesa el Banco Ambrosiano. Era solamente un cúmulo de irregularidades por las que acabarían pringando el senador Josep María Sala, el diputado Carles Navarro y la coordinadora de finanzas, Aída Álvarez. Ésta última la que más.

Después de lo grandes fastos, los políticos se reconvierten en spin doctors y los tesoreros pringan. Siempre ha sido así. Ahora, en el culmen dramático de este Shakespeare de bolsillo llamado Procés, palma Andreu Viloca, el señor del «euro en euro se hace partido» y «dámelo en cash, por si las moscas».

Y, mientras transcurren la penumbra de una celda y el afán de tirar de la manta, los políticos festonean el combate. Cada uno a su manera: Artur Mas ante la descreída Diputación Permanente y Francesc Homs en alharacas electoralistas del 20D (CDC y ERC, juntos pero no revueltos). Homs, el pureta que se pondría un silicio en la pantorrilla antes de meter mano a la caja, disfruta cada vez que Convergència es visitada por sus demonios familiares.

El 3% del PP

El ringo rango supremo de los tesoreros está en el PP. Ahora mismo, y tras la polémica confesión de Francisco Correa a Nacho Escolar, se ha cuadrado el círculo: Correa, el gran corruptor y amigo de Aznar, cobraba las mordidas (los 3%) de las empresas concesionarias conseguidas a dedo en administraciones del PP de Madrid y Valencia; y luego se las daba en mano a Luis Bárcenas. Fin de fiesta.

Doña Dolores de Cospedal, a la sazón abogada del Estado en mal estado, aísla a la pareja Correa-Bárcenas, les cuelga el Sanbenito, se pasa la palma de la mano por su falda plisada y manchega, y a otra cosa. La corrupción sistémica inventada por el PP, cuya imagen cristalizó aquella mañana de boda del Escorial –dichosa hemeroteca– se va por el desagüe. Y por si queda algún cabo suelto, llega el ministro de Justicia, Rafael Catalá, con su reforma de plazos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal para llevar el gran pelotazo al archivo de la causa.

¿Qué pasa cuando cae el tesorero? Pues eso, que el sujeto en cuestión palma y el político sobrevive o bien es pasto de las fieras de su propia camada, por díscolo, como le está ocurriendo a Rodrigo Rato Figueredo, funcionalista de postín en el FMI y dominador de secretarias humildes («mira Teresita, deberías firmas aquí…»).

Blesa y el Banco de Florida

Rato sufrirá un poco más, pero hay casos de diligencia inopinada: acaba de archivarse, por ejemplo, la demanda contra el ex presidente de Bankia, Miguel Blesa, por la compra del Banco de Florida  (City National Bank of Florida, a ellos les gusta decirlo en inglés). ¡Atómico! El compañero de pupitre de Aznar se saldrá con la suya. El juez Elpidio Silva lo envió a prisión tras investigar esta operación; pero Blesa salió de Pozuelo de Alarcón sin despeinarse y con rumboso aire, mientras el magistrado lo pagaba con la inhabilitación. En España, la balanza de Justicia es el «espíritu de la nación», la guillotina de Robespierre.
Al tesorero le empuran, al que tiene el tesoro, no. Claro que el tonto útil no lo es tanto si miras las cuentas opacas de Barcenas escondidas en el off shore recóndito de Delaware, muy querencioso para convergentes pata nagra.

El caso Naseiro

El PP tiene la piel muy dura. Un buen día, caímos en la cuenta de que la imputación del extesorero del partido Ángel Sanchís, se sumaba a las de Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta. De los cuatro tesoreros que ha tenido el PP en democracia, tres están imputados y el cuarto es Rosendo Naseiro. ¿Se acuerdan de Rosendo? El caso Naseiro fue la primera investigación judicial originada por las sospechas de corrupción en la financiación del Partido Popular.

Las conversaciones grabadas a los protagonistas revelaron una trama de sobornos a cambio de recalificaciones y venta de terrenos, pero no sirvieron como prueba judicial. El que sería luego ministro de Aznar, Eduardo Zaplana, se desveló entonces como un político obsesionado por enriquecerse. Se convirtió en nube.

¿Y la comandita valenciana de Camps a la cabeza? Palman casi todos los gestores, incluido el medio-político Juan Cotino, señalado por la policía como el elemento nuclear de la trama Gürtel en Valencia. El hombre que entronizó a Juan Pablo II en el Turia a los acordes de Paquito Chocolatero, con 22 millones de euros en los fastos de las iglesias de Woytila, una reliquia para la posteridad.

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