Primera rebelión ciudadana contra “el populismo secesionista”

La entidad Sociedad Civil Catalana reúne a 1.300 personas, con dirigentes del PP, Ciutadans, PSC y UpyD

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El lenguaje está cuidado, medido. Las casi 1.300 personas que la entidad Sociedad Civil Catalana reunió este miércoles en el Teatre Victoria defienden proyectos políticos diferentes, tienen referencias distintas, pero les une el rechazo a cómo se está desarrollando el llamado proceso soberanista.

Y los promotores del acto lo saben. Así que hablan sobre la “secesión”, sobre una independencia que “ni se quiere ni conviene a los catalanes”. Y se habla de interrelación con España, de sentimientos españoles y catalanes, de la necesidad de “seguir juntos”, y, principalmente, de la necesidad de no seguir en silencio, porque “ha llegado un momento en el que el silencio es cobardía”.

¿Un bloque sólido con el PSC?

En eso están de acuerdo la mayoría de militantes de las fuerzas políticas a las que el movimiento independentista ha dado a conocer como “unionistas”. Pero no a todas ellas les gusta estar juntas, o formar un bloque político sólido.

En el Teatre Victoria estuvieron presentes dirigentes del PP, como Àngels Esteller, José Antonio Coto o Andrea Levy; de Ciutadans, como Matías Alonso, Carina Mejías o Carmen de Rivera; también de UpyD, como Ramon de Veciana; e incluso de Vox, como Santiago Abascal.

¿Y del PSC? A la dirección socialista, que simpatiza con esa idea de rechazar de plano el movimiento independentista, al considerar, como afirmaron los promotores de Sociedad Cívica Catalana, que plantea un “populismo secesionista”, le tiemblan las piernas en el momento de compartir iniciativas con esos compañeros de viaje. Y en el Teatre Victoria sólo estuvieron Joan Rangel, diputado en el Congreso y ex delegado del Gobierno en Catalunya, y el también diputado, Albert Soler.

«Tirarse por la ventana»

Sin embargo, entre los oradores, como impulsores de la entidad, estuvo Joaquim Coll –junto a José Domingo y Josep Ramon Bosch– historiador y articulista, muy influyente en la actual dirección del PSC. Coll, miembro de Federalistes d’Esquerres, dejó claro que la pretensión de la Sociedad Civil Catalana no es pronunciarse sobre la consulta soberanista.

La idea es que tampoco tiene posibilidad de incidir en su posible convocatoria, pero es que, además, el objetivo es el de procurar “que no sea necesaria, de la misma manera que sería estúpido tirarse por la ventana”. Es decir, que la propia consulta ya genera división, y que el trabajo de todos los catalanes, según Coll, debería ser impedir esa fractura solucionando los problemas que puedan existir.

Los «compatriotas españoles»

Y ahí radica la cuestión. En la presentación de la entidad, en el Teatre Victoria, se exhibieron vídeos protagonizados por personas anónimas, que rechazaban la independencia al considerar que no podían renunciar a su doble condición de catalanes y españoles. La idea en común fue que, ante un proceso de unión europea, entendían absurdo crear una frontera con sus “compatriotas españoles”.

No es que se preparen para hacer campaña por el ‘no’ en la consulta soberanista, como aplaudieron miembros de colectivos soberanistas en las redes sociales –señal de que se aceptaba la consulta—sino que se rechaza el propio hecho de tener que tomar una decisión.

Y sobre esa cuestión, cuando eso se traslada políticamente, las divisiones entre los partidos son mayores. Por eso el PSC se sigue sintiendo incómodo, en un acto en el que participaron ciudadanos mucho más conectados con la idea de España que les ofrece el PP o Ciutadans.

La división por el uso de la lengua

Una de las cuestiones que sigue escondida en el debate sobre el llamado proceso, y que se pudo constatar este jueves es la división cultural. No se admite, pero hay una Catalunya que se expresa mejor en castellano y que está en contra del proceso, frente a los catalanoparlantes.

Se pudo comprobar en las intervenciones de los ciudadanos anónimos y en los oradores. Y tiene una traducción científica, como expuso la empresa GESOP para El Periódico en una encuesta publicada en el mes de marzo. En ella se constataba que los catalanoparlantes son favorables a la independencia en un 68,8%, y contrarios sólo un 12,2%.

En el caso de los castellanoparlantes, sólo el 15,4% es favorable a la independencia, por un 58% en contra. Esas diferencias también son notables en función del lugar de nacimiento. Y eso es una realidad. Pero todos ellos son catalanes.

Un Molins López Rodó

Sociedad Civil Catalana ya ha conseguido 8.000 adhesiones de ciudadanos a su manifiesto fundacional. Y quiere organizar manifestaciones y diversas acciones, con el objeto de dar voz “a otra Catalunya”. Este jueves, muchos ciudadanos quisieron rebelarse contra un supuesto único mensaje favorable a la independencia.

Más o menos transversal, el hecho es que el acto reunió a personalidades muy dispares: el catedrático de Ciencia Política Joaquim Molins López de Rodó –una de las tres ramas de los dueños de Cementos Molins; el profesor de Economía, Félix Ovejero; Maria Antònia Monés, directora de Análisis Político y Económico en el departamento de Economía con el conseller Antoni Castells en los gobiernos tripartitos, y directora del departamento de Economía en el gabinete de la Presidencia en el último gobierno de Felipe González; o el catedrático de Derecho Constitucional, Francesc de Carreras.

Todos ellos, eso sí, como los impulsores de la entidad –entre ellos Miriam Tey, Sonia Sierra o Clemente Polo—no son independentistas, ni nacionalistas.

El foco de debate se ha abierto. Los partidos del llamado bloque unionista o constitucionalista tienen clara la estrategia, con o sin el PSC. Y la fecha del 9 de noviembre se acerca.

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