Rajoy e Iglesias trasladan la patata caliente al rey de España

La única diferencia, respecto al pasado miércoles, es que ahora Pedro Sánchez ha recibido el apoyo de la diputada de Coalición Canaria

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Todo lo que ha podido añadir Pedro Sánchez a la cosecha del pasado miércoles ha sido este viernes el apoyo de la diputada Ana Oramas de Coalición Canaria. La investidura del candidato propuesto por su majestad el rey ha resultado un fracaso.

Y la conclusión más importante es que se ha puesto en marcha el reloj que señala el 26 de junio como próxima jornada electoral, si en ese plazo no se logra una investidura. La papeleta se ha trasladado al Palacio de La Zarzuela.

La pelota, en el tejado de Felipe VI

Le corresponde al rey iniciar una nueva consulta con los líderes parlamentarios. La sesión ha sido meteórica, únicamente ralentizada por los minutos en que el presidente de la cámara, el socialista Patxi López, se ha enzarzado con el diputado del PP, Rafael Hernando, tratando de arrancar un turno de alusiones que finalmente no ha tenido lugar, y con el diputado Joan Tardà de Esquerra Republicana.

El aspirante ha hecho una intervención de trámite, sin mucha dedicación, para pedir un apoyo imposible. Nuevamente ha señalado al presidente en funciones como responsable del bloqueo institucional al no haber aceptado el encargo del Rey para pretender su investidura.

El no de Podemos

El resto de la intervención ha sido una repetición mecánica, con los principales argumentos del primer debate. Ha señalado la responsabilidad de Podemos de que no se produzca una investidura y el desalojo «hoy mismo» del actual presidente en funciones del Palacio de La Moncloa.

Mariano Rajoy ha reiterado sus argumentos que señalan al candidato socialista de realizar una farsa, subiendo el listón a la condición de «corrupción» por presentarse ante la cámara sin programa y sin apoyos. Tampoco se ha esmerado mucho el presidente en funciones.

El beso

El líder de Podemos nos ha informado a todos los españoles de una historia de amor entre un diputado de su formación y una dirigente del Partido Popular, estirando la anécdota del beso en la boca que le propinó en la pasada sesión al líder de su formación en Cataluña.

El resto, más de lo mismo, ampliando la pretensión de una mano tendida al PSOE a partir de esta misma noche. Y su remate ha sido pedirle un beso, a partir de hoy, al líder del PSOE para negociar un Gobierno de progreso en el que se repartan las responsabilidades.

El discurso de Albert Rivera

Ha habido consenso en que el mejor discurso parlamentario ha sido el del líder de Ciudadanos. Ha recordado a sus señorías la contribución de los comunistas Santiago Carrillo y Jordi Solé Tura a la Transición, en contraposición a la actitud de Podemos y como ejemplo de cómo se pueden poner de acuerdo partidos de distinta ideología cuando ponen por delante los intereses de los ciudadanos.

Duro, con Podemos, Albert Rivera ha señalado la responsabilidad de este partido con la continuidad en funciones del presidente Rajoy. Las intervenciones taquigráficas de los representantes del Grupo Mixto se han ido sucediendo a velocidad de vértigo.

Hernando ocupando el lugar de Sánchez

Y ha cerrado el turno el representante del Grupo Socialista, Antonio Hernando, centrado en señalar el significado de que «los dos extremos de la cámara» voten contra la investidura que podría acabar «esta misma noche» con el gobierno en funciones del Partido Popular y poner en marcha las medidas a favor de los ciudadanos en peores condiciones que no tienen tiempo para esperar.

En opinión de algunos diputados socialistas, Antonio Hernando ha hecho la intervención que le hubiera correspondido al líder del PSOE, relatando taquigráficamente los paganos del voto en contra de Podemos: todos los españoles en situación precaria que tendrán que esperar un tiempo del que no disponen para mejorar su situación.

El reparto de cargos

A la salida, declaraciones llenas de pretendidas buenas intenciones del líder de Podemos, con ofrecimiento «una vez más» de una mano tendida al PSOE con la condición de que rompa su alianza con Ciudadanos.

Y centró su propuesta en «un Gobierno de progreso» con representación proporcional de las fuerzas progresistas. Otra vez la sombra del reparto de cargos como condición de negociar. A escasos metros, Pedro Sánchez responsabilizaba directamente a Podemos de alargar el Gobierno en funciones del Partido Popular.

División en el PSOE

Con semblante duro, Sánchez marcaba por primera vez una posición de firmeza frente a la posible negociación que pueda abrirse ahora con Podemos. Mientras, ya se oyen ecos de nuevas diferencias en el seno del PSOE, entre los convencidos de que un acuerdo con Podemos con las pretensiones de esta formación es imposible y quienes podrían estar dispuestos a seguir poniendo la mejilla.

El recuerdo de la afrenta de la «cal viva», sin que se hayan pedido disculpas, puede marcar una línea roja aderezada por el convencimiento de muchos de que Pablo Iglesias nunca ha querido negociar, sino imponer sus condiciones.

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp