Rajoy tiene la llave para formar el próximo gobierno catalán

El presidente del Gobierno puede convencer a los partidos de la oposición que faciliten la gobernabilidad a ERC con un plan para resolver el problema catalán

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Mariano Rajoy tiene la llave para asegurar la gobernabilidad del próximo ejecutivo catalán. Con las encuestas en la mano, el líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, es el que más posibilidades tiene de ser el nuevo presidente de la Generalitat, pero necesitará apoyos.

Desde la convicción del Gobierno, y de los propios partidos catalanes –aunque la retórica oficial sea otra—de que el referéndum prometido no se podrá celebrar, las elecciones al Parlament se perciben como la oportunidad para iniciar una nueva etapa en la que, esta vez sí, se pueda encarar el llamado problema catalán. Rajoy, le guste o no, sólo ve una salida: su interlocución con Junqueras. Pero eso no es suficiente.

Los partidos soberanistas, el Pdecat –cada vez con más problemas internos y sin candidato todavía—, Esquerra Republicana y la CUP aspiran a una mayoría independentista, una mayoría absoluta que les lleve a un proceso constituyente. Sólo con una mayoría rotunda, en votos y en escaños, el independentismo podrá, por lo menos, forzar una negociación con el Gobierno central. Esa es la aspiración. Si eso ocurre, ni el PP catalán, ni el PSC o Ciudadanos tendrán opciones para poder establecer alianzas en el Parlament. ¿Pero qué ocurrirá si Junqueras, aún sumando con el Pdecat no puede gobernar?

Aquí llega el papel de Mariano Rajoy, y de algunas fuerzas políticas como el PSC. Los socialistas, según distintas fuentes, están dispuestos a colaborar para facilitar la gobernabilidad del próximo ejecutivo catalán, pero con muchas condiciones.

El PSC no oculta que quiere ser un partido útil para cogobernar, pero quiere algunas garantías

Una de las grandes incógnitas por resolver es el peso que tendrá el nuevo partido de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que se acaba de fundar este fin de semana, con el nombre Els Comuns. Se trata, en realidad, de una formación resultante de la izquierda que proviene del PSUC, que dio lugar a ICV, pero también estará integrada por una generación más joven, la de Colau, impregnada del populismo que caracteriza a Podemos, inspirada en movimientos de izquierda revolucionaria de Latinoamérica. El caso es que, aunque juegan con el proceso soberanista, no es una fuerza política independentista.

Junqueras lo sabe y el problema de Esquerra ahora es cómo prepara una nueva fase de la política catalana, en la que, sin renunciar al proyecto independentista, prime el pragmatismo.

Con todos esos condicionantes, es el PSC el mejor colocado para hacer valer su peso en el Parlament, e inclinar la formación de un posible gobierno presidido por Junqueras. Pero dependerá de lo que quiera hacer Mariano Rajoy. ¿Por qué?

Los socialistas catalanes están quemados por su experiencia con el tripartito, con ERC e ICV, bajo las presidencias de Pasqual Maragall y José Montilla. También están atados por su reciente acuerdo con la gestora del PSOE, que les obliga a consultar sus acuerdos en Cataluña. Pero es que, además, la dirección del PSC, con Miquel Iceta como primer secretario, no pretende mover un dedo si no tiene la garantía de Rajoy de que no se utilizará los pasos que dé el PSC para desarbolar al PSOE, y sin tener, tampoco, un plan para resolver el problema catalán.

El problema de ERC es iniciar una nueva fase de la política catalana, sin renunciar a la independencia

El PP lo sabe. La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, ha dialogado con todos los líderes de la oposición en Cataluña, y conoce esos posicionamientos.

En la práctica eso implicaría que si Junqueras gobierna con el apoyo del PSC tras las elecciones, además de con el Pdecat –las relaciones con Els Comuns por parte de los republicanos no son nada buenas—es que Rajoy quiere, realmente, poner en pie un plan para resolver la cuestión catalana. ¿Con qué elementos?

Los socialistas catalanes entienden que la cuestión de la inversión pública en infraestructuras, aún siendo importante, no debe ser el eje de la actuación del Gobierno. Y que se trata de poner en marcha una reforma de la Constitución que pueda posibilitar dos votaciones: la del propio referéndum de la reforma, –votación en toda España, y, con especial atención a los resultados que se den en Cataluña—y votación de un nuevo estatuto a la luz de esa reforma constitucional –votación sólo en Cataluña.

¿Está dispuesto el PP a iniciar ese proceso? Por ahora no. Pero tendrá la llave del próximo gobierno catalán, y debería pensar ya en un proyecto tangible y posible.

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