Rajoy repite como presidente con la resistencia de un puñado de rebeldes

Los grupos interpretan el tono desplegado este sábado por Rajoy en clave de menos ofertas y más exigencias: un jarro de agua fría en relación con las ofertas de diálogo

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Después de 314 días de parálisis institucional, de una España con gobierno en funciones, en un mismo día se ha producido la investidura de Mariano Rajoy como presidente de gobierno y la renuncia de Pedro Sánchez al acta de diputado  –lo avanzó Economía Digital el jueves–, quien ha sido secretario general del PSOE durante dos años y máximo representante del «no es no».

Para mantener la disciplina de partido y no quemar sus posibilidades políticas personales dentro del PSOE, finalmente Sánchez ha renunciado a su escaño y no participó en la votación en la que con la abstención de la mayoría del grupo socialista y los votos del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria y Foro Asturias, Rajoy ha sido elegido presidente de Gobierno.

En su discurso, el líder popular se explayó en la exigencia de apoyos a la gobernabilidad, en la negativa a desmontar las políticas que ha realizado en los dos últimos años. No quiere un gobierno «multiusos», exigió un apoyo a un gobierno concreto y no en abstracto. Un jarro de agua fría en relación con las generosas ofertas de diálogo del discurso del primer debate de esta semana.

Todos los grupos interpretaron el tono desplegado este sábado por Rajoy en clave de menos ofertas y más exigencias. La jornada comenzó con la renuncia de Sánchez. El argumento que esgrimió para renunciar a su escaño se ha vuelto en contra de los seguidores que finalmente votaron «no». Si el ex líder socialista ha dejado su escaño por coherencia con el «no» y para no desobedecer al partido, sus pertinaces seguidores han quedado en evidencia.

Oposición desde el minuto uno

El ex secretario general del PSOE, en tono desafiante con la comisión gestora que preside Javier Fernández, anunció el comienzo de su carrera para «recuperar el PSOE». En su turno, el portavoz del grupo socialista, Antonio Hernando, recalcó que el candidato no tiene el apoyo del PSOE y que a partir de hoy mismo tendrá que llegar a acuerdos para aprobar cualquier medida legislativa en el parlamento.

Anunció que empieza a ejercer la oposición y que el nuevo gobierno tendrá que ganarse el apoyo en cada iniciativa parlamentaria. Hernando le llamó la atención sobre la actitud del candidato en el día de hoy, poniendo más parches a una herida que no se produjo. La intervención de Pablo Iglesias, un poco más atemperado en su agresividad, volvió a reclamar los derechos de la gente y a reafirmar sus críticas a la «traición» del PSOE.

Albert Rivera fue pulcro en explicar su apoyo a la candidatura de Rajoy pero le recordó que no va a gobernar con el programa electoral del PP sino con el documento firmado con Ciudadanos. El resto de los grupos se limitaron a demonizar al PSOE, al que han colocaron en el epicentro de la sesión. Desde el tono desafiante del diputado de Esquerra, Gabriel Rufián, hasta el tono del representante de EH Bildu, emulando a Iglesias y sus referencias a la «cal viva».

Votación no tan dramática para el PSOE

La sesión transcurrió a buena velocidad, casi sin interrupciones, para llegar a la votación a las ocho de la noche. La votación resultó menos dramática de lo esperado para el PSOE. Además de los siete diputados del PSC, votaron en contra las independientes Margarita Robles y Zaida Cantera.  También lo hizo el diputado Odón Elorza. Los diputados más cercanos a Sánchez, como César Luena, Patxi López y José Luis Ávalos, finalmente se abstuvieron.

Empieza un nuevo ciclo político en donde el presidente Rajoy tendrá que demostrar día a día su verdadera voluntad de diálogo. Y el PSOE tendrá que gestionar las sanciones a los diputados rebeldes y empezar a coser los desgarrones del partido.

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