Rajoy sólo le deja a Mas un camino: que pida la reforma de la Constitución

El presidente del Gobierno rechaza con contundencia que Catalunya esté oprimida

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¿Hay salida al proyecto soberanista que plantea el President Artur Mas? Mariano Rajoy, siempre previsible, con una buena oratoria, tiene un guión claro. No se aparta de él. Puede modificar el tono, y lo ha hecho este martes en el Congreso. Pero sus principios son sólidos. Puede que su estrategia no sea suficiente, y que no consiga apagar el fuego en Catalunya. A corto plazo es evidente que no podrá. Pero tiene una oferta: “Hay una puerta abierta de par en par para aquellos que no estén conformes con el actual estado de cosas: iniciar los trámites para una reforma de la Constitución”.

Rajoy ha insistido en su intervención, una y otra vez, en que no está en sus manos permitir una consulta soberanista, porque la Constitución no lo permite. La soberanía es de todos los españoles. No se ha movido de ahí, porque entiende el jefe del Ejecutivo que Catalunya no puede modificar el estatus jurídico del resto de España. Y niega, por tanto, la mayor y que es el gran objetivo de los partidos soberanistas: Catalunya, para Rajoy, no es un objeto jurídico ni político propio.

“No hay opresión en Catalunya”

Eso se sabía. A eso se agarra el PP. Pero Rajoy ha querido llegar más lejos, al entrar en el centro del asunto. Y que para el presidente del Gobierno español “no es verdad” que “haya opresión” en Catalunya, “no es verdad que se persiga el catalán”, “no es verdad que esté económicamente maltratada”. Eso escuece entre los soberanistas, que han creado un discurso con medias verdades, pero que ha sido y es eficaz para pedir un estado propio que lleve a Catalunya a cotas de autogobierno y de mejoras económicas mucho mayores.

Con constantes referencias a la ausencia de Artur Mas en el Congreso, “gracias por venir a escuchar, aunque alguno no esté aquí”, ha asegurado, en alusión a los tres diputados catalanes, Jordi Turull, Marta Rovira y Joan Herrera, Mariano Rajoy ha querido ofrecer diálogo. Para todo, pero no para convocar una consulta soberanista.

Cuidado con el BCE

Y ha querido incidir en las consecuencias negativas que comportaría la separación de Catalunya, en contra de presentar la independencia “como algo idílico, de consecuencias siempre positivas”. Pero no se ha explayado en eso, salvo a algunas referencias, como las consecuencias negativas para los bancos catalanes, al no poder ser ayudados por el Banco Central Europeo. La idea de Rajoy ha sido la de mostrar sus propias limitaciones. Es decir, un presidente del Gobierno español “no puede” ceder una competencia para celebrar una consulta sobre la soberanía, que pertenece “a todos los españoles”.

¿Estamos en la misma casilla de salida antes y después de la intervención de Rajoy? Tal vez no. El portazo de Rajoy, con buenas maneras, expresando que él cree “más que nadie” en Catalunya, deja una gran alternativa: una reforma de la Constitución, en la que podría participar el propio PP y el PSOE, aunque no de forma inmediata.

Para ello, Rajoy ha dejado claro que la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la declaración soberanista del Parlament ha marcado un terreno de juego. Se aprobó por unanimidad, lo que quiere decir que el PP y el PSOE secundaron la propuesta de los magistrados. El mensaje a Mas, que no lo pudo escuchar en directo en el Congreso, para no ser un nuevo Ibarretxe, no podía ser más claro: pida usted e inicie los trámites para reformar la Constitución, incluso para cambiar, si se desea “el nombre de España”.

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