¿Unió es más independentista o menos que ayer?

El partido acuerda que la independencia se vea como “única solución posible”, pero no se moja por el sí-sí

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Unió Democràtica puede ser una pieza central en el futuro inmediato de Cataluña. Su líder, Josep Antoni Duran Lleida, ha llevado muy mal todo el proceso soberanista, desde hace dos años, porque temía que el partido se pudiera romper en dos.

Por ello insiste en recuperar la centralidad política, y en buscar un acuerdo con el Gobierno español que sigue sin llegar. Este domingo los militantes de Unió han decidido, a través de su consejo nacional, que se otorgan libertad de voto para la segunda pregunta de la consulta del 9 de noviembre. Optan por un sí claro a la primera, sobre si desean que Cataluña sea un estado, pero no se mojan sobre si quieren que ese estado sea o no independiente, que corresponde a la segunda pregunta.

El hecho es que, al margen de las interpretaciones sobre el papel que podrá ejercer Duran en los próximos meses, Unió ha aprobado un texto que define bien la posición del partido. En las organizaciones territoriales, la apuesta por la independencia es clara, y se insiste en que uno de los fundadores, Manuel Carrasco i Formiguera, ahora apostaría por el sí-sí.

Soberanía plena

En el acuerdo, trabajado por la dirección y los sectores independentistas del partido, se asegura que la independencia se ve “como la única opción posible”, lo que constata que Unió ha dado un paso al frente, al margen de que no se pronuncie sobre el 9N.

En el redactado se dice que las posibles respuestas a las dos preguntas del 9N, el sí-no, o el sí-sí conducen a una relación diferente de Cataluña con España, en la que Cataluña será ya un estado, en un modelo federal o condefederal, buscando la «plena soberanía», que es un eufemismo de independencia.

Y se deja claro que Unió “considera imprescindible la superación del actual marco del estado de las autonomías; un modelo de estado que no sólo impide el pleno desarrollo de Cataluña, sino que supone, ahora mismo, una regresión inasumible en aspectos tan esenciales para nuestra cohesión social como la financiación de los servicios públicos y tan sensibles para nuestra cohesión nacional como el modelo educativo propio e integrador”.

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