De Valls a Graupera pasando por Colau: las municipales menos municipales

Los primeros tanteos para los comicios de 2019 en Barcelona prefiguran un escenario electoral con menos peso que nunca de la agenda estrictamente municipal

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Aún queda más de un año, pero los preparativos de los partidos para las municipales de 2019 empiezan a perfilar un escenario electoral en Barcelona en que lo municipal estará más que nunca, más incluso que en los comicios de hace tres años, supeditado a otras agendas. La principal, aunque no la única, la de la pugna en torno al proceso independentista. El anuncio de que el ex primer ministro francés, Manuel Valls, se plantea ser candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Barcelona no hace más que reforzar esta percepción.

Las municipales de 2015 ya estuvieron marcadas a fuego por la agenda catalana, hasta el punto de que ERC, pese a prescindir del histórico Jordi Portabella y presentar como alcaldable al diputado en el Congreso Alfred Bosch, sin experiencia municipal previa y que flojeó de forma flagrante en la campaña, pasó de dos a cinco diputados, impulsados los republicanos más que por su candidato, por la ola soberanista que surfeaban mano a mano con Convergència.

Un contrapoder de base local

Aquellas elecciones, de hecho, auparon a Barcelona en Comú y Ada Colau con un programa municipalista, sí, pero también con un plan que pasaba por conquistar el ayuntamiento para ejercer de palanca de un contrapoder de base local a las políticas de la austeridad que se imponían en Europa.

De hecho, trufada de entrevistas a medios internacionales, la agenda de Colau, erigida en símbolo de las nuevas izquierdas europeas, ha sido, al menos por lo que respecta a su proyección mediática, más cosmopolita que la de cualquiera de sus predecesores en la alcaldía.

La alcaldesa nunca ha renunciado a su papel de catalizadora de confluencias de izquierdas a nivel autonómico e incluso nacional, ni tampoco a atiborrar su agenda de asuntos en los que el Ayuntamiento puede tener voz, pero no dispone de competencias: de la regulación del precio del alquiler a la reivindicación de una renta básica, de la política de acogida a los refugiados al cierre de los Centros de Internamiento de Extranjeros.

Cuando Colau presenta batalla en esos temas, nunca gana, pero sí consigue conectar con su parroquia y hacerse perdonar fracasos en proyectos de ciudad para los que no consigue las complicidades necesarias, como la conexión del tranvía o la multiconsulta.

Nada hace pensar que Colau renuncie a la vertiente estratégica más vinculada al imaginario de la izquierda que a la gestión pura y dura

Nada hace pensar que, para aspirar a la reelección, Colau renuncie a esa vertiente estratégica más vinculada al imaginario de la izquierda que a la gestión pura y dura, y que será, además, la forma que tendrán los comunes de significarse en unos comicios que ahora mismo se vislumbran en el horizonte como una refriega más del enfrentamiento que mantienen en Cataluña y España el independentismo y los sectores constitucionalistas.

Pulso independentista

De hecho, los aún balbuceantes movimientos preelectorales prefiguran ya un panorama que reproduce el pulso entre las diferentes familias soberanistas. Así, Bosch hace oídos sordos a la oferta del filósofo Jordi Graupera de impulsar unas primarias abiertas de las que salga una única candidatura y un único alcaldable independentistas, una especie de Junts pel Sí, la coalición liderada per ERC y CDC que ganó las elecciones catalanas de septiembre de 2015.

Y las primarias del Pdecat se dirimen entre Neus Munté, una candidata oficialista que ya se desmarcó de la vía unilateral de Carles Puigdemont el pasado verano, y Carles Agustí, un outsider que partiendo desde la segunda línea se identifica con la parte de Junts per Catalunya (JpC) más afín a los postulados del ex president.

En el arranque de la carrera, los aspirantes independentistas a la alcaldía han insistido en la idea de poner Barcelona, en tanto que capital de Cataluña, al servicio de la causa, pero ninguno ha presentado hasta ahora grandes apuestas de ciudad. En clave estrictamente local, Bosch ha propuesto crear una “concejalía de las pequeñas cosas” y Agustí, un “salario digno de ciudad” que no debería ser inferior a 1.000 euros, y que el candidato ha admitido que aún no sabe siquiera si deberían ser brutos o netos.

La opción Valls

La irrupción este viernes de Valls en el embrionario mapa preelectoral es la última prueba de por dónde van los tiros. Preguntado al respecto en Los Desayunos de TVE, el ex primer ministro francés ha admitido haber recibido una oferta de Cs y se está planteando aceptarla, pero en ningún caso ha hablado de la ciudad. Al contrario, ha dejado muy claro que su motivación sería plantar cara a los independentistas.

“Yo me he metido en este debate independentista porque soy nacido en Barcelona e hijo de catalán. Son mis orígenes. Y continuar en el debate, de una u otra forma, sí me interesaría. ¿Puedo ir más lejos? Me lo tengo que pensar”, ha dicho.

Mientras la actual jefa de filas de Cs en el Ayuntamiento, Carina Mejías, que aspiraba a repetir como candidata, guarda silencio, Bosch no ha tardado en lanzar un primer dardo a Valls: “Parece que Barcelona es una pista de paracaidismo. Todo el mundo tiene derecho a hacer sus propuestas, pero en las elecciones nos jugamos hacer una ciudad mejor, no hacer una carrera política mejor”, ha dicho.

El eventual fichaje de Valls forzaría al PP a subir la apuesta en Barcelona, donde en 2015 Cs ya le comió el suelo bajo los pies

De la CUP ya se sabe qué se puede esperar: su propuesta es un cocktail con tres ingredientes: municipalismo, anticapitalismo e independentismo. Falta por saber por dónde tirará el PP, pero el eventual fichaje de Valls le forzaría a subir la apuesta en Barcelona, donde en 2015 Cs ya le comió el suelo bajo los pies: los de Albert Rivera entraron por primera vez en el ayuntamiento con cinco concejales y los populares pasaron de nueve a tres.

Y la enconada lucha entre ambas formaciones por pescar votantes en el mismo estanque ya se ha visto que, tanto en el Parlament como en el Congreso, consiste principalmente en lanzarse mutuos reproches sobre su comportamiento respecto del independentismo.

Collboni, desmarcándose

Así las cosas, parece que la excepción, y el principal interesado en que en las municipales se hable sobre todo de Barcelona, es el PSC, incómodo siempre en el debate nacional y que, de hecho, fue expulsado del gobierno de Colau por un motivo que nada tenía que ver con la agenda municipal: la aplicación del artículo 155, avalada por el PSOE.

Su líder, Jaume Collboni, que fue proclamado candidato este sábado, trata de armar un relato de ciudad ambicioso y aboga por «pasar página de la etapa Colau y proteger Barcelona del conflicto independentista». Pero parece muy solo en ese segundo empeño, y a nadie se le escapa que el fichaje del socialista Valls, si se confirma, también busca pescar en el río rebajado a riachuelo del PSC, que en 2015 también se desplomó y se quedó con apenas cuatro de los once ediles que tenía hasta entonces.

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