La revolución de los ‘wereables’ es una decepción

Los wereables, los dispositivos que se lleva en vestimentas o instalan en el cuerpo prometían cambiar la relación entre usuarios y tecnología. Pero algo falla

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Se suponía que los wereables iban a encabezar la nueva revolución tecnológica. Así se denominan a los dispositivos electrónicos ‘que se visten’ como relojes inteligentes, zapatillas con sensores, gafas con cámaras, y también tatuajes, parches, implantes y en un futuro no muy lejano, pequeños artilugios ingeribles: los dispositivos conectados para monitorizar la salud traspasan la frontera de la piel pero no logran dar con la fórmula del éxito.

«Estos nuevos ‘cacharritos’ tienen una barrera. Las marcas y los proveedores de salud tienen muy claro el beneficio que les reporta, como más información de las personas, pero nosotros como usuarios tenemos problemas para percibir su valor y utilidad», indica a Efe el director gerente de Sanidad en Accenture, Pablo Sánchez Cassinello.

«No acaban de despegar. No ha terminado de salir la aplicación de uso masivo que todo el mundo necesita», apunta Javier Lorente Martínez, director de Producto en Telefónica On the Spot.

Los wereables de la salud tienen un éxito relativo

Según un estudio de 2016 del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI), un 27 % de los españoles utiliza dispositivos para medir diversos aspectos de su salud, pero entre estos se incluyen los aparatos de uso más terapéuticos, como los que miden el nivel de azúcar en sangre o la presión arterial. El uso de estos últimos, a juicio de Ricardo Vázquez, del ONTSI, seguirá creciendo, «porque al final hacen la vida más fácil».

El uso de wereables crece, pero su inserción todavía es muy reducida

Esta opinión la comparte Matthieu Descamps, representante en España de iHealth, compañía que comercializa productos como glucómetros o básculas conectadas, y quien ha detectado un interés creciente en nuestro país por este tipo de dispositivos. «La salud personal no había estado tan monitorizada como lo está actualmente», añade Mario de la Peña, socio de Deloitte Digital.

El móvil es el gran muro para la expansión

En cuanto a los wearables clásicos, como los relojes inteligentes o pulseras de actividad, el estudio Connected Life 2016 de la consultora Kantar TNS cifra en un 15 % el porcentaje de españoles que los utiliza, siete puntos más que en 2015. O sea, su uso crece, pero todavía es reducido.

Si hay una barrera para la expansión de estos dispositivos es el móvil. Según los datos del ONTSI, siete de cada diez personas en España poseen un smartphone (70,4 %), y los fabricantes no van a pasar por alto la oportunidad sanitaria del teléfono inteligente.

«El móvil es ya un wearable en sí mismo. No hay coste de adquisición, no hay barrera para el usuario. Las marcas, tanto de servicios de salud, como más comerciales, vinculadas a actividad física u ocio, al final prefieren que su wearable sea una app dentro del móvil», señala Sánchez Cassinello.

El móvil es el gran escollo: la gente lo prefiere a las gafas con cámaras y los relojes inteligentes

Dudas sobre la gestión de los datos sanitarios

Frente a las ventajas del móvil, para el experto de Accenture los wearables de salud arrojan numerosas dudas, por ejemplo, sobre quién debe asumir su coste en el caso de los más terapéuticos, y no dejan de ser vistos como «un caballo de Troya» para lograr los datos del paciente «más allá de las paredes del hospital».

«Al final, el valor del dato clínico desde el punto de vista comercial es brutal» y es «el dato que queda por recoger, por lo que no deja de haber una guerra por quién se lo queda», añade.

La ecuación sin resolver es la creación de un único repositorio donde almacenar este tipo de información, precisa, y ya hay actores importantes que están jugando a ser ese hub, como Apple, con su aplicación con capacidad para conectarse con cualquier app de salud el Apple Store. «No me extrañaría que Facebook intente lo mismo», agrega Sánchez Cassinello.

Hay dudas sobre la gestión de los datos médicos que recogen los wereables

Para el directivo de Telefónica On the Spot, sin embargo, la preocupación por la privacidad no es una barrera para la adopción de estos dispositivos, sino que la razón última es que no se ha producido el entusiasmo en la sociedad para adoptar los wearables por defecto, quizás «porque la duración de las baterías no acompaña».

Los wereables del futuro ya están aquí

Pero la investigación en este tipo de dispositivos no se detiene y hay nuevos actores como los parches y los tatuajes -la compañía biomédica MC10 los ha desarrollado para medir el ritmo cardíaco o el movimiento- o las lentillas inteligentes, como las que impulsa Google junto a Novartis para pacientes diabéticos y que medirían el nivel de glucosa en las lágrimas.

Ya hay dispositivos que se tragan para medir la fluidez de la sangre

A estos se suman los implantes, como de la compañía GrindHouse Wetware para medir datos biométricos y transmitirlos via bluetooth, y los últimos en llegar son los ingeribles, es decir, dispositivos que un paciente puede tragarse, ya sea temporalmente, con fines diagnósticos o para dosificar un fármaco, o de forma permanente, para medir, por ejemplo, la fluidez de la sangre.

Al desarrollo de estos ‘endowearables’, como los ha bautizado Lorente, contribuye la miniaturización de la tecnología, clave para evitar posibles obstrucciones, estos dispositivos deben obtener el visto bueno de la regulación y lograr que los materiales utilizados sean inocuos para el organismo.

«Al final son medicamentos biónicos, mitad medicamento, mitad tecnología», añade y destaca como este tipo de avance aún esta en fases iniciales, casi de laboratorio.

Economía Digital

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