El impacto de las deslocalizaciones: las ciudades recuperan la mitad de los empleos que se van

La huida de multinacionales a otros países tiene un efecto sobre el empleo menor del habitualmente estimado, según un estudio de la Universitat de Barcelona

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La salida de una multinacional de una localidad pequeña siempre es motivo de preocupación. Dentro del impacto económico que una decisión como esta provoca, se suele destacar el efecto directo sobre el empleo bajo una sencilla fórmula: si la fábrica tenía 200 trabajadores, son 200 los puestos que se van al garete.

Un estudio del Institut d’Economia de Barcelona (IEB), perteneciente a la UB, rebate dicha máxima. Según esta investigación, elaborada bajo el programa Ciudades e Innovación, el cierre de una planta industrial conlleva la pérdida de, aproximadamente, la mitad de los empleos (entre 0,3 y 0,6 puestos por cada trabajador despedido) que se vieron afectados por dicho cierre.

Si lo pasamos a números redondos, si una fábrica con 100 trabajadores se va a otro país, el tejido económico local es capaz de crear entre 40 y 70 empleos del mismo sector y características. Esto es posible porque empresas del territorio que operan en el mismo sector de actividad aumentan sus plantillas y absorben parte del personal despedido.

Un impacto sobreestimado

Elisabet Viladecans, directora de la cátedra en Smart Cities de la UB y una de las autoras del estudio, explica que estos datos muestran cómo se tiende a sobreestimar el impacto que una deslocalización tiene sobre la economía local. Tanto es así que, en ocasiones, se cuantifica un puesto de trabajo indirecto perdido por cada empleo directo destruido, una estimación que llegaría a triplicar los efectos reales de esta salida, según los resultados de su investigación.

Con la prudencia propia de la academia y en base a estos datos, Viladecans pone en cuestión los subsidios económicos que en ocasiones los gobiernos locales y regionales prestan a este tipo de compañías. Ya que el coste de las ayudas pueden acabar siendo mucho mayores que los beneficios reales sobre la población. 

Un tejido de pymes potente

Aunque el estudio no entra a fondo en cómo son las economías que mejor resisten las huidas de empresas, la investigación sí muestra cómo «los territorios que han creado economías de aglomeración adecuadas son más resistentes a la desaparición de una gran empresa», explica Viladecans. Esto es, en aquellas localidades con un tejido de pymes lo suficientemente competitivas, el impacto de estos cierres suele ser menor de lo que se prevé.

45 casos de estudio

Los autores de la investigación defienden la solvencia de la misma en base a una muestra aparentemente pequeña –45 plantas de entre 200 y 1000 trabajadores que echaron el cierre en España entre 2001 y 2006, antes del inicio de la crisis–, pero bien seleccionada. En la que se incluyen casos como la salida de Braun de Esplugues Llobregat (Barcelona) en dirección a China (684 empleados) o el cierre de la planta de Viscofan en Pamplona y su deslocalización en Brasil y República Checa (742 trabajadores), entre otros casos.

Economía Digital

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