El nuevo hito tecnológico de China: fabricar puntas de bolígrafo

El país gasta más de 16.000 millones en importar las bolitas de los bolígrafos, cuya fabricación es muy compleja. Pero ha descubierto la tecnología para producirlas con una calidad excelente.

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Son pequeñas y parecen poca cosa, pero las puntas de los bolígrafos no las fabrica cualquiera: su producción requiere una compleja tecnología que hasta ahora sólo dominaban potencias de la ingeniería como Alemania o Japón.

Pero los chinos no se iban a quedar de brazos cruzados, y se han puesto a investigar cómo se fabrican. Y lo han logrado: una empresa del norte de China, Taiyuan Iron & Steel (TISCO), anunció que después de cinco años de trabajo había conseguido por fin desarrollar unas bolitas -las que dan a los bolígrafos su nombre- de tan buena calidad como las que el país ha tenido que importar durante años, un logro que se ha celebrado como si fuera un avance aeroespacial.

No es para menos si se tiene en cuenta que China es el mayor fabricante de bolígrafos, con 3.000 empresas del país dedicadas a esta actividad, pero que durante años ha tenido que importar esas puntas rodantes que dosifican y distribuyen la tinta en el papel.



Las patentes lastraban la producción del primer fabricante del mundo

Las puntas de bolígrafo extranjeras están patentadas, por ello los fabricantes chinos se vieron obligadas a gastar casi 16.000 millones de euros anuales en importar estos diminutos componentes, y ello contribuyó al escaso margen de beneficio del sector.



China es el líder mundial en fabricación de bolígrafos, con una apabullante producción de 38.000 millones de unidades anuales, pero las marcas encargadas de su producción sólo obtenían menos de un céntimo de euro de beneficio por cada uno, aproximadamente la vigésima parte de su precio en papelerías y tiendas.



Las dificultades del sector por poder sacar de la línea de producción un bolígrafo 100% chino han sido durante años motivo de incomodidad e incluso de vergüenza para los líderes comunistas, hasta el punto de que hace un año el primer ministro Li Keqiang se lamentó públicamente de ello.

»Los fabricados aquí escriben de forma más áspera», se quejaba el mandamás chino en diciembre de 2015 durante un seminario económico en Pekín.

Parecía un tema banal, pero por detrás se estaban invirtiendo millones para poder solucionarlo.

Fabricar las bolitas implicó un desafío tecnológico


En 2011 se lanzó un programa nacional de investigación para poder desarrollar puntas de bolígrafo al que se unió TISCO, entre otras firmas, y en el que se invirtieron 8.081 millones de euros durante cuatro años.



Fabricar una bola de bolígrafo perfecta, señalaba esta semana la agencia oficial Xinhua, requiere un acero de una calidad especial, fácil de cortar pero difícil de quebrar, y que debe ser sometido a una veintena de procesos para conseguir un grado cercano a la perfección.



En estos procesos se añaden «microelementos especiales», subrayaba Xinhua, como si fuera el secreto de la Coca Cola, y que a TISCO costó mucho tiempo dominar; hasta que descubrió que añadiéndolos al acero cortados en una distinta estructura (de forma lineal, en vez de redondeada) producían el efecto deseado.



China se liberara de la dependencia japonesa

El resultado son bolígrafos de alta calidad, capaces de escribir continuamente durante al menos 800 metros, y que con la colaboración del fabricante de bolígrafos Beifa, uno de los mayores del país, ya comenzaron a salir de las líneas de producción en junio de 2016, aunque el logro se ha hecho público ahora.


«Las puntas son a prueba de desgastes, con excelente escritura, y pueden sustituir completamente a las importadas», señaló a la agencia Xinhua el director del laboratorio de pruebas de Beifa Hu Shengyang.

China, que hasta ahora dependía sobre todo de la importación de puntas de bolígrafo de Japón -un rival comercial y político-, podría tardar apenas dos años en sustituir estas compras por producción nacional: el país se ha fijado oficialmente la meta de ser «un líder internacional en innovación» antes de 2030, y eso pasa por el dominio de todo tipo de objetos, hasta los que pueden ser más simples

Economía Digital

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