Las puertas anti-okupas se abren al mercado

Los fondos de inversión, que han comprado miles de pisos a la banca, son los mayores clientes

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«Sin okupas no tendríamos negocio». Así lo reconoce Juan Carlos Parra, responsable comercial de STM Seguridad Integrada, una empresa de Barberà del Vallès (Barcelona) que fabrica las llamadas «puertas anti-okupas». En su publicidad destacan que son «la solución definitiva para evitar la intrusión en su vivienda deshabitada».  

Existen en el mercado diversos importadores de puertas blindadas, así como talleres de cerrajería que las refuerzan o las acorazan, pero Parra asegura que son el único fabricante español de puertas especialmente diseñadas para evitar que un intruso entre en una vivienda deshabitada, por eso las denominan «anti-okupas».

Producen 1.500 unidades mensuales  

En su factoría de Barberà del Vallès producen 1.500 unidades mensuales. Todas van destinadas al mercado español. El precio medio es de unos 1.000 euros (instalación incluida) y también se pueden alquilar a partir de 80 euros mensuales.  

Parra precisa que se trata de puertas diseñadas para proteger locales y viviendas vacías, en las que no habite nadie, porque no resultarían nada cómodas para la vida diaria: no disponen de mirilla, ni pomo, ni resbalón para cerrarlas de un golpe. En realidad, es una segunda puerta, que se coloca frente a la original. Su función principal no es la de impedir robos, sino la de evitar ocupaciones.

Si el propietario lo desea, pueden acoplar un detector de movimiento y sonido que enviará una alerta si alguien intenta manipular la puerta.

Hace tres años, STM decidió dedicarse exclusivamente a la fabricación de puertas y rejas de metal anti-okupas y, desde entonces, la plantilla ha pasado de una decena de empleados a 65 (50 en su factoría de Barberà del Vallès y otros 15 en la delegación de Madrid). Además, dan trabajo a una legión de instaladores por toda España.  

La demanda se dispara en Seseña y en el Raval de Barcelona

No sólo compran puertas anti-okupas los propietarios que temen por sus inmuebles vacíos, sino también las inmobiliarias y los fondos de inversión que se han quedado los pisos que tenían los bancos. Estos fondos, dueños de miles de pisos y locales, son su principal cliente.  

Le demanda se ha disparado en las localidades con muchos inmuebles vacíos de obra nueva –por ejemplo, en Seseña (Toledo)- y en los barrios con conflictos sociales relacionados con la vivienda. En Barcelona, donde instalan más puertas anti-okupas es en El Raval, seguido de la Barceloneta. En Gràcia no se registra una especial demanda pese a su fama de feudo okupa.  

Detectan mafias y agentes inmobiliarios piratas

Parra precisa que el problema de sus clientes «no son los okupas con ‘k’, los grupos de jóvenes radicales, sino los ocupas con ‘c'»: los que le «echan morro» y las mafias que han convertido la ocupación ilegal en un lucrativo negocio.

Incluso se ha detectado la presencia de «agentes inmobiliarios pirata», que fuerzan la entrada en pisos, cambian la cerradura y luego ofrecen las llaves a un tercero. Por su puesto, a cambio de dinero en efectivo.  

En ocasiones, se instalan este tipo de puertas en viviendas desalojadas por orden judicial por encargo de su propietario. Sobre estos trabajos, Parra asegura que nunca colocan una puerta anti-okupas sin comprobar antes que ahí ya no vive nadie: «Si vemos que quedan enseres personales, nos vamos».

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