Freixenet distrae su venta inminente: “Nos quedamos”

El líder del cava celebra un consejo con la venta a Henkell sobre la mesa y termina por ratificar por segunda vez en cuatro meses que se queda en Cataluña

Imagen de la sede de Freixenet en Sant Sadurní d’Anoia.

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Como cada jornada de consejo, los vehículos de alta gama se dieron cita este viernes por la mañana en las bodegas de Freixenet en Sant Sadurní d’Anoia. Sobre la mesa, la inminente venta de la cavista a la alemana Henkell, y por ello no faltó ninguno de los 12 miembros del órgano de decisión. A diferencia de otros encuentros, la charla fue apacible y se cerró con una cortina de humo para los medios: “Nos quedamos en Cataluña”.

La voz cantante de la reunión la llevó el presidente ejecutivo, Enrique Hevia, que llegó a las oficinas del líder del cava en su Ferrari horas después de aterrizar en El Prat tras su fugaz viaje a la sede de Henkell en Wiesbaden, a escasos kilómetros de Frankfurt. El ejecutivo trasladó los pormenores de las últimas conversaciones mantenidas en Alemania de la mano de Pedro Ferrer, el antiguo consejero delegado, que le acompañó en territorio germano.

Durante más de dos horas los Hevia, los Bonet y los Ferrer dirimieron los últimos flecos de una transacción que valorará Freixenet en algo más de 500 millones de euros. Sin gritos. Apenas algunos detalles por concretar. Al mediodía, mientras algunos empleados ya enfilaban la estación de Renfe que se erige frente al edificio, el consejo optó por quedarse a comer en las bodegas, algo inusual.

Los Hevia se mostraron especialmente eufóricos: la venta de Freixenet por la que llevan dos años trabajando se acerca a su fin

Mientras, el trabajo era para el departamento de comunicación. Había que dar explicaciones de lo acaecido a las cámaras de televisión que había frente a la puerta metálica. La versión oficial: “El consejo de administración ha decidido por unanimidad mantener la sede social de la compañía en Cataluña”.

Si en Freixenet es habitual que las decisiones vuelvan una y otra vez sobre sus pasos hasta parecer el cuento de nunca acabar, la mudanza sirvió de homenaje a esta política. Daba igual que el mismo consejo ya hubiera decidido hace cuatro meses quedarse en Cataluña. Había que desviar la atención.

Con los deberes hechos, el buen ambiente se mantuvo. Especialmente contentos estaban los Hevia, que ven como una operación por la que llevan dos años luchando ahora sí encara la recta final. También venderán la mayoría de los Bonet, alguno de los cuales ya se encargó de tranquilizar a sus más allegados en la cavista: mantendrá sus posiciones en la empresa.

El consejo de Freixenet fue plácido: lejos quedan las broncas de hace un año entre los Hevia, los Bonet y los Ferrer

A pesar de no ser boyantes, las relaciones entre las tres familias pasan ahora por un momento mucho más plácido que hace un año, cuando los Hevia apartaron a los Ferrer del mando de la empresa. La maniobra de Enrique Hevia sirvió para convertir la dirección de Pedro Ferrer en un triunvirato formado por ambos y Eudaldo Bonet. No obstante, el apoyo de los Bonet sirvió para alzarlo como presidente ejecutivo y otorgarle el poder real.

Las tensiones también frenaron la venta hace dos años. Los Bonet estaban enfrentados y los Ferrer pugnaban para encontrar la financiación necesaria para comprar el 29% de los Hevia. Ni los descuentos ofrecidos por el resto de la saga catalana sirvieron para que la rama liderada por José Ferrer y su hijo Pedro obtuviera el dinero necesario.

Ahora, Henkell se hará con la totalidad de las participaciones de los Hevia (29%) y el paquete de tres de los cuatro Bonet (22%). Se quedarán los Ferrer y José Luis Bonet —copresidente–. De este modo, la multinacional alemana controlará aproximadamente el 51% de la empresa y la saga catalana el 49% restante.

Carles Huguet

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