La familia Espona encarga a EY la venta Pastas Gallo

El fabricante de pastas vuelve a ponerse en el escaparate, aunque a diferencia de en otras ocasiones, esta vez todos los accionistas escuchan ofertas

Imagen de la fábrica de Pastas Gallo en Granollers. Google

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Freixenet, Codorníu y Ficosa son tres claros ejemplos de cómo las desavenencias familiares catalanas suelen terminar en el mundo empresarial: la venta de la compañía. La próxima de la lista puede ser Pastas Gallo, que se ha puesto en el mercado por 200 millones de euros tras varios intentos fallidos de algunos miembros de la familia Espona de abandonar el grupo alimentario en el pasado.

Según informó este viernes La Vanguardia, los cinco hermanos Espona acordaron poner en marcha un procedimiento para escuchar ofertas por el fabricante de pastas. Fuentes financieras explican a Economía Digital que el mandato fue encargado a Ernst & Young, que en pocos días se comenzará a distribuir el cuaderno de venta entre los potenciales interesados.

La diferencia frente a anteriores ocasiones radica en que esta vez los cinco componentes del accionariado están conformes con la venta, aunque no decididos a deshacerse de la firma por cualquier precio. Hace poco más de un año, Silvia y Pilar ya intentaron poner el 40% que aglutinan en el mercado, pero la falta de control para el comprador echó al traste sus intenciones.

Acuerdo entre los cinco hermanos Espona

Ahora, sus hermanos Pedro Antonio, Carlos y Fernando se suman al grupo vendedor influidos también por las dificultades de gobernanza de una compañía, que en el futuro podrían acrecentarse ante una tercera generación muy numerosa, que fragmentaría todavía más el accionariado.

Para fijar el precio, Pastas Gallo recurrió a su facturación, que ronda los 200 millones de euros. Su ebitda –métrica que mide el resultado del negocio— se mueve alrededor de los 20 millones de euros.

Así, la venta llega enfocada para interesar tanto a un fondo de inversión que busque inyectar capital, expandir la empresa y luego deshacerse de ella –como la adquisición de Codorníu por parte de Carlyle— como a una multinacional del sector interesada en incorporarla a su negocio –como sucedió con Freixenet, ahora dentro del grupo Henkell

Carles Huguet

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