Los negocios de Casas Novas, la millonaria hípica de Amancio Ortega

El fundador de Inditex invirtió 9 millones en crear un centro que Vilarrubí convierte en referente de las grandes fortunas y de los mejores jinetes europeos

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Arena del Pico Sacro con «polvo de sílice que le permite tener un comportamiento con el agua de una excepcional elasticidad». Así comenzó a forjar Amancio Ortega la hípica coruñesa de Casas Novas, tras comprar la granja O Corzo, en Arteixo, la localidad donde levanta Inditex su centro logístico gallego y que es sede del imperio textil.

El hombre que Forbes coronó como el más rico del mundo invirtió 9 millones de euros en su centro hípico, según recoge el libro De Cero a Zara, de Xabier R. Blanco y Jesús Salgado, y lo convirtió en un centro deportivo de referencia en Europa, sede de dos pruebas del Concurso de Saltos Internacional. Una de ellas, se celebra este fin de semana.

Pero además de una lujosa hípica y un prestigioso centro deportivo, Casas Novas es un polo de atracción de dinero y empresarios, que en su conexión más evidente aúna a la familia Ortega con Carles Vilarrubí. El empresario catalán es el propietario de Oxer Sport, la organizadora del evento deportivo y, en última instancia, responsable del crecimiento del torneo, que hoy por hoy atrae a lo más granado de los jinetes del circuito.

Vilarrubí, Daurella y Arrieta

Vilarrubí compró la empresa vasca a Álvaro Arrieta, su actual consejero delegado, que de vez en cuando se deja ver por Casas Novas, donde Oxer Sport tiene su sede en Galicia. Está especializada en marketing deportivo y factura cerca de tres millones de euros al año.

La mujer de Vilarrubí es la todopoderosa Sol Daurella, la presidenta de la embotelladora única de Coca-Cola. Tras la reestructuración, se convirtió en la jefa de las embotelladoras españolas, incluída la gallega Begano.

¿Quién y cómo se paga Casas Novas?

Aunque el nombre de Ortega está en la esencia de Casas Novas, entre otras cosas porque es uno de los pocos espacios donde el millonario gallego se deja fotografiar, lo cierto es que el fundador de Inditex puso al frente de la hípica a su mujer y a su hija. Al menos, societariamente.

El centro está controlado por Grilse, una inmobiliaria que preside Flora Pérez Marcote y tiene en su consejo de administración a Marta Ortega. A Grilse no le va mal. Controla activos por valor de 300 millones de euros, tenía un patrimonio neto de 256,4 millones al cierre de 2014 y obtuvo unos beneficios de 10,4 millones de euros. Alrededor de Ortega todo son beneficios.

En el evento deportivo participan Turkish Airlines, que patrocinará este fin de semana un premio de 6.000 euros; la bodega Marqués de Riscal, con un premio de 9.000 euros; NH, que patrocina un premio de 91.500 euros; Porsche, en un premio de 6.000 euros; y el fabricante de relojes Longines, en el patrocinio de un premio de 500.000 euros. El trofeo Caixabank otorga al ganador 91.500 euros y añade a la entidad catalana a una lista de patrocinios en la que también están Azkar, Eroski o Prosegur.

El evento social

Se dice que Ortega montó Casas Novas para dar vuelo a la afición de su hija, los saltos, que a la postre la pondrían en contacto con su marido, el jinete Sergio Álvarez Moya. Ortega no escatimó en esfuerzos, embarcando piedra y madera desde Chile para acondicionar las instalaciones.

«Amancio es un amante de la perfección. Visitó otros sitios, buscó lo mejor e hizo una instalación inmejorable para que su hija y sus allegados pudiesen practicar», cuenta en De Cero a Zara el denostado ex presidente de Pescanova, Manuel Fernández de Sousa.

Hoy es también un gran evento social. Por el lujoso picadero han pasado en los últimos años los Alba, los Onassis, Jesús Garmendia, esposo de Ainhoa Arteta; Carolina Aresu García Obregón, sobrina de Ana Obregón, José Bono, hijo del ex ministro socialista; Luis Fernández Somoza, ex dueño de Azkar; José María Arias, de Banco Pastor; José Luis Méndez, el ex eterno director general de Caixa Galicia; y, claro, el nieto de Ortega, el pequeño Amancio, el heredero del imperio. Echen cuentas.

Carles Huguet

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