Pastas Gallo huye del espejo de Freixenet

El caso de los Espona Massana recuerda al de los Ferrer, pero también existen notables diferencias

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Freixenet y Pastas Gallo son dos compañías con muchas similitudes: catalanas, tradicionales, del sector de la alimentación y bebidas, de capital cien por cien familiar… y ahora divididas. El cisma de los Espona Massana en el líder español de la pasta recuerda al de los Ferrer en las bodegas, pero tiene importantes diferencias.

DE PRIMOS A HERMANOS. Pastas Gallo, fundada en 1946, va por la segunda generación y pertenece a cinco hermanos: Pedro Antonio, presidente de la compañía, Fernando, Carlos Ignacio, Pilar y Silvia. Son las dos hermanas las que han puesto su 40% a la venta por 120 millones, lo que valoraría a Gallo en 300 millones. La centenaria Freixenet pertenece a los 12 primos de la tercera generación, de tres ramas familiares: Los Ferrer Noguer (42%), los Bonet Ferrer (29%) y los Hevia Ferrer (29%). Estos últimos son los que quieren vender, y los Bonet están divididos.

GUERRA Y PAZ. El inicio del cisma es distinto. En Freixenet quien abrió la caja de los truenos hace un año fue Enrique Hevia, entonces vicepresidente y director financiero. Hevia se hartó de la gestión de los Ferrer, con resultados más que discretos y sin dividendos. Consiguió llevar a los Bonet a su terreno y terminó por defenestrar a Pedro Ferrer de la dirección y convirtiéndose en presidente ejecutivo. Con todo el poder, podrá pilotar la venta de las primeras cavas catalanas.

El caso de Gallo es distinto. Las hermanas que quieren vender no están en la gestión, ni ésta es el origen del cisma. Pilar y Silvia Espona quieren vender para hacer caja, aprovechando la mejora de la empresa, del sector y del consumo en España. Pero no se prevé una batalla por el control ni por la dirección, por lo que probablemente la sangre no llegará al río.  

EL TROZO DE PASTEL A LA VENTA es la clave. De él depende que haya más o menos interés por Gallo. Con una participación del 40%, si el 60% restante lo mantienen los hermanos y ninguno de ellos quiere vender, puede ser difícil encontrar un posible comprador. Es parecido a lo que pasó en Freixenet: tenían a la alemana Henkell, pero quería la mayoría para mandar, y la resistencia de los Ferrer y de José Luis Bonet se lo puso muy difícil, aunque oficialmente, Henkell todavía está en la puja.  

LAS OFERTAS encima de la mesa de los Espona Massana se moverán en función de quién venda. Se habla de Ebro Foods, propietaria de Arroz Sos y Brillante, y del Grupo Siro, que produce pasta, pan de molde y galletas para empresas como Mercadona. No obstante, es difícil que inviertan los 120 millones que piden si no tienen más margen de maniobra que el derecho a la pataleta en el consejo de administración. Por ello, quizá es más lógica la entrada de un inversor. Fondos como el francés, Eurazeo, Artá, de la familia March, y el británico 3i podrían estar interesados en la operación. En Freixenet no quieren ni oír hablar de un fondo.  

LOS QUE SE QUEDAN pretenden seguir mandando, tanto en Gallo como en Freixenet. Pero en el fabricante de pastas nadie ha levantado la mano, por ahora, por comprar el 40% de las hermanas. El primer accionista del líder del cava intentó hacerse con la mayoría en dos ocasiones en el último año, pero fracasó.  

LA SALUD es otra diferencia importante entre ambas compañías. Freixenet se valora alrededor de su facturación de un año, unos 500 millones de euros, mientras por Gallo piden 300 millones, más del doble de lo que ingresa. La diferencia, que está más saneada, gana más dinero y tiene una deuda muy inferior: 45 millones a cierre de 2015, entre corto y largo plazo, por más de 200 millones de Freixenet.

Xavier Alegret

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