Twitter, un arma para controlar las finanzas

Diferentes estudios académicos, así como intentos de fraude en la bolsa, demuestran que la red social es una gran herramienta de influencia en las relaciones económicas mundiales

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Twitter es el arma económica del futuro –del presente, mejor– y quien manipule información económica a través de la famosa red social de los 140 caracteres puede controlar el mundo o, como mínimo, alterar el curso de los acontecimientos económicos.

Lo sostienen diferentes académicos —entre otros, Costas Milas), de la Universidad de Liverpool, o Joseph Kissan, M. Babajide Wintoki y Zelin Zhang, de la School of Business de la Universidad de Kansas, con recientes publicaciones en que han investigado la relación entre variación de precios, a la alza o a la baja, en un mercado, en un producto o en un área económica concreta, con la actividad que se registra en las redes sociales en relación a esos mercados o áreas específicas. Una actividad que, además, puede resultar fraudulenta.

Manipular la información 

La semana pasada, el ciudadano escocés de 62 años James Alan Craig fue acusado por un gran jurado federal de Estados Unidos, en San Francisco, por utilizar Twitter para manipular información en relación a dos compañías con el objeto de que bajara su cotización en bolsa, para beneficiarse ilícitamente al comerciar con los títulos de las mismas posteriormente a esa bajada.

En 2012, Craig creó varias cuentas de Twitter con un logo parecido al de las compañías de inversión a corto plazo Muddy Waters Research y Citron Research. Posteriormente, publicó en Twitter un par de comentarios aduciendo que la empresa de tecnología Audience y la biofarmacéutica Sarepta se enfrentaba a diversas investigaciones federales. El precio de las acciones de ambas se redujo en el 28 y el 16 por ciento, respectivamente.

Consecuencias de 1.600 millones

El mecanismo empleado por el defraudador era simple: utilizaba cuentas de correduría de bolsa de su novia para comprar acciones muy devaluadas, con la esperanza de venderlas cuando los títulos recuperasen el precio. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos indicó en su escrito de acusación que los tuits costaron a los accionistas de Audience y Sarepta alrededor de 1.600 millones de dólares en pérdidas.

Pero la posibilidad de crear terremotos financieros a partir de un comentario en Twitter quedó aún más y mejor demostrada el 23 de abril de 2013, cuando una información de los famosos 140 caracteres desde una cuenta de la agencia Associated Press que había sido intervenida por un hacker difundió la falsedad de que se habían registrado varias explosiones en la Casa Blanca, y de que el presidente Barack Obama había resultado herido. Inmediatamente, el índice S&P500 registró unas pérdidas de 130.000 millones de dólares.

No en vano, el profesor Costas Milas apunta que, hasta cierto punto, es habitual que «los mercados financieros estén más influidos por los rumores de prensa negativos que por los datos reales.» Uno como el que se difundió a través de AP era más que negativo, catastrófico.

El poder de las redes sociales

En colaboración con dos colegas, Theologos Dergiades y Theodore Panagiotidis, Milas ha estudiado el impacto que durante la crisis de la eurozona la discusión o la mención y propagación en redes sociales, así como las búsquedas en Google, de términos como «Grexit» –salida de Grecia de la Unión Europea– afectaron a los costes de endeudamiento entre Alemania y los países periféricos, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España. «El resultado –asegura Milas– fue más allá, y más perjudicial, de lo que hubiera debido ser si se hubieran tenido en cuenta sólo los datos económicos objetivos.»

El asunto, obviamente, no es nada nuevo. Al contrario, es muy viejo. La difusión de rumores o noticias interesada siempre ha sido un medio de influir en la realidad, ya sea económica o política. El drama actual es que tal difusión es muchísimo más rápida y tiene carácter global.

Twitter Vs Facebook

La investigación realizada por Milas, Dergiades y Panagiotidis también apuntaba que las búsquedas en Google o menciones en Facebook de «Grexit» tuvieron menos impacto en el mercado que «#Grexit» en Twitter. La explicación, según el profesor, no es sorprendente. «Los usuarios son mucho más propensos a hacer clic en los enlaces de Twitter que en los de Facebook. Los usuarios de Facebook, además, obtienen la mayoría (70%) de los enlaces de noticias de familiares y amigos, y sólo una parte muy pequeña (13%) de los medios de comunicación.»

Por contra, en Twitter, el 36% de los enlaces son relativos a informaciones de familias o amigos mientras que el 27% lo es de medios de comunicación. La conclusión es que Twitter ofrece una mayor gama de información.

No es una exageración decir que la información que aparece y se comparte en las redes sociales desempeña un papel vital en el fortalecimiento de la eficiencia de los mercados financieros –a menos, por supuesto, que las personas abusen de él mediante la publicación de la desinformación–.

Pero que las cuentas de especialistas en economía son muy seguidas globalmente es indudables. El Nobel Paul Krugman (@NYTimeskrugman) tiene 1,4 millones de adscritos a su timeline, Christine Lagarde (@Lagarde), directora del Fondo Monetario Internacional, cuenta con 320000 y el catalán Xavier Sala i Martín (@salamartin) con 19300. El caso de James Alan Craig demuestra el poder de Twitter para remover los mercados.

Economía Digital

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