Una clínica de fisioterapia amenaza con ‘crujir las piernas’ a sus franquiciados rebeldes

La red de clínicas Fisioquiros enfrenta una rebelión de franquiciados que acusan al dueño de falsificar cuentas y quedarse con su dinero. El empresario contesta que son "unos desagradecidos" y que se retirará del negocio

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La red de clínicas de fisioterapia, Fisioquiros, con 13 establecimientos en España, enfrenta una ola de quejas y denuncias por falsificación de cuentas y estafa a los franquiciados que han montado su negocio con la marca.  

Los franquiciados rebeldes aseguran que el propietario de la empresa, Husam Hamad Sabri, un empresario fisioterapeuta, se lucra de un modelo de negocio ficticio que los arrastra a la ruina. «Nos ha mentido con las cuentas de las compañía y nos retiene el dinero que debemos cobrar de los seguros de salud de los clientes», explica Anita Dreher, una franquiciada de Castellón que ha puesto el caso en manos de abogados.  

¿Dónde está el dinero?  

Los franquiciados aseguran que el empresario cobra por equipos que no entrega y luego se niega a devolver el dinero. «No es una mala franquicia. Estamos convencidos de que se trata directamente de una estafa», explica otro de los afectados que prefiere mantener su nombre en el anonimato.

Después de las denuncias repetidas y de la salida de algunos franquiciados, Hamad Sabri ha dado su versión a este medio del conflicto en la red de clínicas de fisioterapia.  

«Yo les enseñé técnicas y conocimientos y ahora me lo pagan de esta manera. Son unos desagradecidos, pero me alegro que me denuncien porque voy a hablar con mis abogados. Vamos a preparar una demanda que le van a crujir las piernas», explica el empresario molesto con sus franqiciados. Y, para que no quede duda de su enfado, repite la frase: «le van a crujir las piernas».

Contabilidad dudosa  

Los afectados aseguran que, para captar clientes, la empresa mostraba unas cifras irreales. «Pactamos comprar la clínica a plazos. Pagamos la primera inicial para un centro en Castellón. Con el pago de los primeros 35.000 euros, nos ingresaron 2.600 euros de beneficios. Supuestamente el negocio iba viento en popa. Con el segundo pago nos ingresaron casi 4.000 euros, pero eran beneficios falsos. Cuando pagamos casi 80.000 euros, nos dimos cuenta que la empresa estaba en pérdidas elevadas», explica Anita Dreher. «Además, nos retienen el dinero cobrado de los seguros y se quedan con una parte», añade.  

El otro socio de la empresa, Álvaro Gallart, asegura que la red no ha mentido en las cifras aportadas a los franquiciados, pero reconoce que, de 14 locales que gestionaban, ya sólo cuentan con «cuatro o cinco». El resto ha decidido abandonar la franquicia.  

Los afectados también se han quejado de que la empresa entregaba equipos usados en lugar de nuevos y que, en ocasiones, no entregó las máquinas para los tratamientos que ya habían sido pagadas. «No han cumplido en ninguno de los aspectos que estaban obligados por contrato: no ofrecieron formación, ni asesoría ni nada. Sólo cobraron y se desentendieron», explica otro franquiciado descontento.  

El propietario asegura que ya ha abandonado el negocio de la franquicia. Ahora se dedicará a atender personalmente a sus clientes. Sus franquiciados quejosos celebran su marcha pero le piden que, antes de abandonarles, devuelva el dinero.

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