Black Rock, los putos amos

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Perdonen el titular tan grosero, pero esta expresión es la primera que nos ha venido a la cabeza cuando hemos empezado a conocer quién es este formalmente gestor de fondos, una aparente sigla más en el complejo entramado financiero, pero que tiene el poder de con apenas un click hacer tambalear empresas y, probablemente, les diríamos que hasta una nación.

Black Rock es ya hoy el mayor gestor de fondos del mundo, cuya sede se encuentra en Nueva York. Con oficinas en todas las grandes ciudades, incluida Madrid, Black Rock ha entrado sin complejos en el accionariado no sólo de varias empresas españolas sino también de grandes compañías multinacionales.

Pero… ¿qué tiene Black Rock, por qué es tan poderoso? Estamos hablando de una empresa que gestiona 3,19 billones de dólares en activos bursátiles y que el año pasado registró unos ingresos netos de 1.021 millones de dólares, un 19% más que en 2008. Y es el principal motor de una práctica especulativa que el jueves fue la causante de la debacle de la bolsa española: el alquiler de acciones. La semana pasada, el volumen de acciones prestadas alcanzó el 25% de los títulos negociados en el Íbex, cuando lo habitual ronda el 5% o el 6%. 

Y es que, entre otras muchas empresas, Black Rock es propietario de casi el 4,5% del BBVA y del 5% de su eterno rival, el Santander. Este dato es significativo si se recuerda que la autocartera de la entidad cántabra sólo representa el 0,671% del capital. Igualmente, en España, la firma americana participaciones significativas, que van del 3% al 9% en Repsol, Abengoa, Telefónica y Gamesa. Y, además, esta Roca Negra también es propietaria del 5% Apple y Exxon Mobil y el 6% de Google, y de HP.

Así, pues, no es de extrañar que las decisiones que pueda tomar esta gran empresa afecten a los índices bursátiles de todo el mundo. Según el analista Marc Garrigasait, Black Rock no es un gestor que se caracterice por posicionarse “a la baja” pero sus prácticas parece que sí. Jaume Puig, director general de Gaesco, asegura que la empresa puede decidir alquilar las acciones a determinados inversores para que hagan con ellas lo que consideren oportuno, con lo que, aunque no las practique, Black Rock sí puede fomentar las compras a la baja.

De piedra a roca

Black Rock nació en 1988 con un nombre parecido, Black Stone (Piedra Negra), pero sus dirigentes debieron pensar que el nombre no transmitía la dureza que ellos querían mostrar y en 1992 la empresa fue rebautizada con el nombre actual. En sus primeros pasos ya destacó por conseguir doblar cada año los activos que gestionaba. En 1988, tenía participaciones por valor de 1.000 millones; en 1989, por 2.000, y en 1990, por 4.000, por ejemplo. Superó el primer billón en activos en 2006, un año después de comprar State Street Research y tras fusionarse con MLIM.

De todas formas, el crecimiento más espectacular de Black Rock se produjo el año pasado, curiosamente el más turbulento de la crisis. Gracias a su fusión con Barclays Global Investors, pasó de gestionar 1,31 billones en activos en 2008 a 3,19 en 2009. Con empresas como las mencionadas, tampoco es de extrañar.

No se conocen los accionistas de Black Rock, la empresa no los detalla en ninguno de sus informes, pero sí se conoce su equipo directivo. Los hombres que gestionan este gigante, son el presidente ejecutivo, Laurence D. Fink; el director general, Abdlatif Y. Al-Hamad, quien también es presidente de la Junta de Directores de la Fundación Árabe para el Desarrollo Económico y Social; Robert W. Fairbairn, vicepresidente y jefe del grupo global de clientes, o Rich Kushel, jefe de negocios internacionales.

Todos ellos, y algunos más, deciden las estrategias a seguir por Black Rock, decisiones que pueden decidir el futuro de los grandes valores bursátiles de todo el mundo, según los expertos, normalmente al alza, aunque, en un momento determinado, y quizá sin proponérselo, puede que también a la baja.

Economía Digital

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