El riesgo económico del 20D: Gobierno fuerte o caos

José Luis Feito, el economista de la CEOE, y Josep Oliver, el socialdemócrata más "alemán" de la academia, alertan sobre la situación que todavía debe superar España

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Liberales y socialdemócratas creen en la senda del crecimiento económico estimado (2,7%) basada en el aumento de la renta disponible y en la excelente marcha de las exportaciones. Pero ambos ponen la misma condición: del 20-D ha de salir un Gobierno fuerte.

El nuevo poder ha de ser fruto de la confluencia entre PP y Ciudadanos o de la fusión PSOE-Ciudadanos. Con la misma bisagra se defienden dos modelos que tienen en común su encaje en el Eurogrupo. La versatilidad de la «doctrina Garicano» deberá ser una garantía, no un estorbo.

En el bando liberal destaca José Luis Feito, presidente del Instituto de Estudios Económicos y vicepresidente de CEOE. En la socialdemocracia, brilla Josep Oliver, profesor de Economía de la UAB, intelectual influyente en el socialismo periférico. El consenso es Bruselas desde una mirada crítica, pero con la convicción compartida de que el Pacto de Estabilidad es el cauce común.

Hay que respetar los límites fiscales

«Cuando un país incumple aparatosamente los límites fiscales, está condenado a sufrir crisis cíclicas de gran intensidad». La literalidad es de Feito, pero Oliver comparte la misma idea, con el añadido de que el economista catalán es un admirador del modelo alemán y ha sabido entender, a contracorriente, las exigencias de Merkel y de su ministro de Finanzas Wolfgang Schauble en los momentos de mayor presión sobre el déficit. Rigor no significa austericidio.

Feito desborda optimismo antes de presentar (el próximo día 15) el informe económico del Instituto de Estudios Económico, para 2016. Considera que los Presupuestos Generales del Estado adelantados por Montoro adolecen de arrojo y desaprovechan las enormes ventajas comparativas del momento.

Al nuevo Gobierno le exige la aplicación de nuevas políticas de la oferta: otra vuelta de tuerca a la reforma laboral a costa de situar en el límite la fragilidad de los puestos de trabajo y, por supuesto, la introducción de mayor competencia en los monopolios naturales de los sectores regulados como la energía, la petroquímica o las telecos.

Interés más industrial

Aunque parezca lo contrario, el núcleo duro del Instituto de Estudios dispara a menudo sus dardos contra la línea de flotación de los conglomerados que atenazan el aparato productivo y facilitan la transferencia de rentas a las élites extractivas. Pero con un límite: el de los grupos de interés vinculados al mundo abigarrado y opaco de la CEOE.

Juan Rosell, el presidente de la confederal, ha agitado al aparato de la gran patronal; sus sabios Joaquín Trigo y José Luis Feito le han dado una capa regeneracionista al vetusto casco de su arquitectura profunda. Pero la CEOE sigue siendo un portaviones poco adaptable en los remolinos del cambio de modelo, que pide a gritos una concertación más industrialista.

El exceso de endeudamiento se debe resolver

En el bando socialdemócrata existe la misma expectativa de bonanza económica para después del 20-D. Pero con dos condiciones: no retrasar por más tiempo el desapalancamiento de la economía española en su conjunto y no caer en el optimismo reactivo que, después de las alegrías de 2011, nos colocó en la segunda crisis, la 2012-2013, cuando España estuvo a punto de salir del euro.

Ahora, en un momento de ralentización mundial (caída de los emergentes o frenazo de China) y de incertidumbres geopolíticas, los aspectos a favor del viento se han de tratar con pulcritud. Los tipos de interés cero que nos ha regalado Draghi durante los últimos años y el Quantitative Easing (QE) del Banco Central Europeo seguirán.

«Se abre ante nosotros una nueva ventana de progreso», dice Josep Oliver. Existe el convencimiento mayoritario de que Draghi trata de evitar la deflación. Oliver, quizá para europeizar un concepto nada europeo y exclusivo del área del dólar, lo bautiza como la «sobrecapacidad productiva», siguiendo la estela del economista jefe del BCE.

La tarea de Draghi en el BCE

En la región euro, el crédito a las empresas era del 0,6% en octubre, en términos de crecimiento acumulado anual, mientras que el crédito de las familias era del 1,2%. ¿Cómo es posible que, en una situación de coste bajísimo del dinero, el crédito sea casi plano? A Draghi le parece tan inaceptable esta magnitud que ha puesto en marcha una gradación de precios de castigo para los fondos cautivos de la banca privada en las arcas del BCE.

Los fondos de los bancos aparcados en Frankfurt alcanzan los 550.000 millones. El BCE penalizará con el -0,2% estos fondos y exigirá la reinversión de la deuda adquirida por las entidades a los países del Sur de la UE.

Hasta el pasado octubre, el BCE había inyectado más de 450.000 millones de euros como contrapartida a la compra de bonos de Deuda. Y, si miramos la eurozona, España es el país que más crece gracias a la renta disponible que y al sector exterior.

Conclusión: «Las bases de crecimiento estimado para los próximos tres años no son sólidas», explica el profesor de la UAB. Oliver también recuerda que el objetivo de inflación (IPC europeo, ofrecido por Euroestat) es del 2%, pero señala que este punto «no se alcanzará hasta 2018, con suerte».

Dejar el exceso optimista a un lado

Digamos que la economía nos va razonablemente bien, siempre que no nos lo creamos demasiado. No existen motivos para que el PP diga aquello tan manido de «lo hemos vuelto a hacer, como en el 96, cuando Felipe nos dejó un país hundido y nosotros lo levantamos».

Esta era la frase preferida del inmarcesible Rato Figueredo, antes del diluvio. Ahora sería mejor decir: nos lo han vuelto a solucionar el QE de Draghi, la caída del precio del petróleo («llegará a 20 euros barril, en la predicción que sostiene el economista Gonzalo Bernardos) y, sobre todo, la larga etapa de tipos de interés negativos.   

Antes de que corran de nuevo los dados del destino, nos conviene una dosis de realismo. El clima de confianza empresarial, una variable menos enigmática de lo que parece, es favorable. Este clima Mago de Oz tiene agregados micro nada desdeñables, como el fondo de comercio, la potencialidad de los nuevos mercados o la calidad de los bienes y servicios.

Es un as en la manga que suma. Paul Romer (autor de El progreso técnico endógeno, libro de culto) consagró su vida a evaluar la producción de ideas, pero no tuvo ningún empacho en decir que la simpatía y el buen humor son datos de la renta nacional. La desigualdad creciente no descuenta en Bolsa, y de ahí la distancia de las escuelas liberal y socialdemócrata respecto al discurso de Podemos, admirable por otra parte.

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