Ocho años de burocracia ponen en peligro dos nuevos parques eólicos en Cataluña

El Govern autoriza a Copcisa dos instalaciones solicitadas en 2007, antes de la crisis y de que el PP quitara las primas a las renovables. La autorización ha pasado por una docena de administraciones y empresas

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Cataluña es una de las CCAA con menos implantación de la energía eólica y con mayor peso de la nuclear. Sólo el 5,5% de la potencia que genera el viento en España lo hace en alguno de los 45 parques eólicos catalanes, un porcentaje muy por debajo de su peso en población, en riqueza y en consumo eléctrica.

Uno de los factores apuntados a menudo por el sector es la larga y pesada burocracia, y esta misma semana hemos tenido un caso que evidencia dicho problema. El Govern ha otorgado la autorización administrativa previa de dos nuevos parques eólicos, pero su construcción pende de un hilo después de que los trámites se hayan alargado, de momento, durante más de ocho años.

La desaparición de las primas

Copcisa Eléctrica inició los trámites en abril de 2007, es decir en aquella ya lejana época precrisis. Desde entonces ha cambiado todo para los renovables, empezando por lo más importante: las reglas del juego y la rentabilidad. El PP eliminó las primas a las renovables impulsadas por Zapatero, lo que ha dado al traste con las perspectivas de retorno de los inversores. Por eso, en los últimos dos años no ha habido prácticamente nuevas inversiones.

Teniendo en cuenta este escenario, tan distinto del que había cuando inició los trámites, Copcisa se plantea no tirar adelante los parques. Fuentes del sector han explicado que la constructora, para la que con la crisis el negocio de renovables se ha convertido en residual, estudiará ahora si sigue con el proyecto, volviendo a analizar su viabilidad y rentabilidad. A partir de ahora, se abre un plazo de 18 meses para aprobar el proyecto y, si no se hace, la autorización quedará suspendida.

Tres partidos y seis administraciones

La filial de renovables de la constructora Copcisa presentó en abril de 2007 a la Conselleria de Innovació, Universitats i Empresa de la Generalitat la solicitud para instalar dos parques eólicos con una potencia de 5 megavatios cada uno, Plans de la Torre I y Plans de la Torre II, en la comarca de la Anoia, en la Cataluña central.

Además del la conselleria de Innovació (entonces en manos de ERC, ya que gobernaba el Tripartito), en estos ocho años tuvieron que dar el visto bueno al proyecto una docena de administraciones y empresas, ya sea vía autorización, informe o dictamen.

Entre ellos, el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya (TSJC), para resolver un recurso, el Ayuntamiento de Pujalt, la conselleria de Medi Ambient (ICV), la de Política Territorial i Obres Públiques (PSC) y la de Cultura (ERC), la Diputació de Barcelona (PSC), la Agència Catalana de l’Aigua, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, Endesa, Telefónica y Abertis.

Después de pasar todos estos filtros y procesos, complicados por las alegaciones de dos otras empresas, la conselleria de Empresa, ahora en manos de CDC, ha decidido atorgar a Copcisa la autorización para construir los dos parques, con una inversión total de casi 8 millones de euros. La autorización cogió por sorpresa incluso a Copcisa, según han explicado las mismas fuentes.

La paradoja de la eólica

La eólica se ha convertido en los últimos meses en una de las dos grandes fuentes de producción eléctrica en España, rivalizando con la nuclear. Eso ha llevado a la paradoja que, en el mejor momento de su historia en cuanto a generación y aportación al sistema, sus ingresos han caído en picado al perder las primas y cobrar el precio de mercado.

Además, cuanta más eólica entra en el sistema, más baja el precio de la energía, porqué la eólica entra a coste cero (el viento es gratis). Por ello, cuanto más producen los molinos, menos a cuenta salen.

Justo coincidiendo con las elecciones de este final de año, el Gobierno ha decidido dar un pequeño impulso a la eólica, con la subasta de 500 megavatios en diciembre. Con esta subasta, las inversiones pueden volver a España, país puntero en el sector durante los años de bonanza económica, pero seguro que las compañías mirarán con lupa, más que nunca, las condiciones y la rentabilidad.

Xavier Alegret

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