Sanahuja, de hacer barrios populares a topar con la City de Londres

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

Esta es la historia de un hombre que empezó construyendo pisos baratos para emigrantes y acabó queriendo que la City de Londres le rindiera honores. Es la historia de un hombre que desafió el establihsment constructor y ha acabado perdiendo el control de su empresa en favor de los bancos y posteriormente teniendo que instar un concurso de acreedores que no ha convencido a los principales deudores a los que el antiguo magnate pidió dinero.

La quincena de entidades a las que los Sanahuja deben unos 1.600 millones no ha considerado creíble el plan de viabilidad presentado por la familia, que preveía ceder a la banca activos valorados en más 1.000 millones de euros, un finiquito del 30% en el deuda que no cuenta con garantía hipotecaria y un periodo de carencia de cinco años para todos los pagos.

Como otras empresas de la construcción en Catalunya, los Sanahuja comenzaron al calor de la ingente tarea de creación de viviendas para la ola de inmigración que en la década de los 60 llegó a Barcelona y su cinturón industrial. Fruto de esta actividad fue la fundación de varios barrios dormitorio. En el caso de Sacresa, la empresa creada por los Sanahuja, el barrio donde dejó su huella fue el Turó de La Peyra, en Barcelona. Fueron miles de viviendas donde encontraron techo a los inmigrantes venidos de diversas partes de España. Las viviendas se financiaron firmando cientos de «letras» que religiosamente daban una liquidez importante a la promotora.

Pero, en la construcción se utilizaron materiales de baja calidad, lo que con los años dio los primeros dolores de cabeza a los Sanahuja, que vieron su nombre y el de su empresa vinculados a la crisis del cemento aluminoso.

La perspectiva de la familia Sanahuja, originaria de Vilasana, en la comarca del Pla d’Urgell, no tenía suficiente con la construcción de bloques de pisos en barrios populares. La empresa fue picando cada vez más alto. Así, de su iniciativa han salido obras singulares en Barcelona, como la Illa Diagonal, la Ciudad del Baloncesto en Badalona o el Centro Comercial de Las Arenas en Barcelona. Incluso meses después de explotar la crisis constructora, Sacresa, la empresa familiar, tenía en marcha otro proyecto singular: la Porta Barcelona, un barrio nuevo formado por más de 700 viviendas.

Como en otros casos, Barcelona acabó haciéndose pequeña para los Sanahuja. Su horizonte llegó a superar el ámbito español. Europa era su meta: por el momento.

Por esas cosas de la ayuda a los amigos el patriarca de la saga, Roman Sanahuja, entró en el capital de Metrovacesa, una gran empresa propiedad de Joaquín Rivero. Lo hizo teóricamente para parar una opa de capital italiano. Fruto de la operación, Sanahuja vio que tenía una sólida posición en Metrovacesa, y decidió quedarse allí y mandar. La guerra con Rivero fue sangrienta y se dice que la intervención del actual patrón de Planeta, José Manuel Lara, fue decisiva a la hora de conseguir hacia el lado catalán el control de la constructora.

La operación de toma de control de Metrovacesa costó muy cara a los Sanahuja. La acción pasó de 26 euros a más 78. Y como el precio era tan alto, se tuvo que dividir la presa, el negocio francés del grupo, Gecina, se lo llevó Rivero y Metrovacesa quedó en manos de Sanahuja.

Los observadores del mundo económico consideran que en el proceso para controlar Metrovacesa, los Sanahuja descubrieron que se podían comprar cosas muy importantes a base de endeudamiento. Y ahí empezó la pesadilla. Así, el empresario nacido para hacer viviendas sociales se enzarzó en comprar el edificio más caro de Europa, la sede del banco HSBC de Londres, por 1.600 millones de euros, una cifra que se parece sospechosamente a la deuda que declara en la suspensión de pagos. Fue el inicio de la debacle.

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp