Albert Rivera, sin brújula, intenta encontrar un nuevo norte

Con Rajoy fuera y Sánchez mostrando firmeza constitucional y de dialogo, los reclamos Albert Rivera y Ciudadanos encuentran poco eco

Albert Rivera acompañado por Mario Vargas Llosa, Javier Imbroda, María Elvira Roca, Kike Sarasola y María José Torres, en Málaga. Foto: EFE/DP

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Las primeras encuestas publicadas después de la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa detectan la recuperación del PSOE y el descenso del PP y de Ciudadanos. Una demostración de que el plan del nuevo presidente está funcionando.

De la irrelevancia a encabezar las encuestas.

Los primeros días han tenido un gran impacto mediático, solamente puesto en peligro por el descubrimiento de irregularidades fiscales en el pasado de quien es ya el ministro más breve de la historia de España.

Sánchez reaccionó con rapidez y obligó a Màxim Huerta a dimitir. Una mini crisis resuelta instantáneamente con el nombramiento de José Guirao para el cargo de ministro de cultura y deportes.

La rapidez de la dimisión de Huerta cerró las posibilidades a que se encapsulara este primer tropiezo.

Sánchez apuesta por los acuerdos que incumple la UE en materia de acogida de refugiaros

El nuevo presidente ha tenido aciertos incontestables. El primero, en clave europea, al acoger al barco Aquarius al que Italia negó el acceso a sus puertos.

La noticia ha sido acogida con admiración en la opinión pública europea y confiere prestigio al presidente español. Una apuesta por los acuerdos que incumple sistemáticamente la Unión Europea en materia de acogida de refugiaros.

Después, la recuperación de la universalidad de la sanidad pública, abolida por el gobierno de Mariano Rajoy. Dos medidas que no han encontrado respuestas negativas en la opinión pública española.

El nuevo presidente solo se está explicando con sus nombramientos y sus actos

Incluso presidentes regionales del PP se han ofrecido a acoger a una parte de los refugiados del Aquarius en cuanto lleguen al puerto de Valencia. No es casualidad que el barco llegue a una comunidad autónoma gobernada por socialistas.

Sánchez, para arropar a un gobierno transversal en el que abundan independientes celebrities y hombres de confianza del líder socialista, ha escogido un segundo nivel de expertos socialistas con tradición de gestión pública.

En lo demás, el nuevo presidente solo se está explicando con sus nombramientos y sus actos.

Encerrado con su núcleo duro, los anuncios de próximos contactos con el presidente de la Generalitat están pendientes de que se revise la lista de exigencias de Quim Torra, que tiene que definirse entre la política realista y la tensión rupturista.

La Generalitat aún no ha reaccionado al «caramelo» de Sánchez sobre los presos

Como guiño, ha saltado a la opinión pública la posibilidad de trasladar a cárceles catalana, gestionadas directamente por la Generalitat, a los políticos presos.

La escenificación ha sido una disputa, impostada o no, sobre quién tiene la responsabilidad sobre el traslado de presos, si el juez instructor o el ministro del interior.

Al fin se ha acordado que es Fernando Grande-Marlaska, que reúne la condición de juez y de ministro del interior. El gobierno remite la posibilidad del traslado a que se cierre la fase de instrucción del proceso.

Todavía está por ver cómo reacciona con ese caramelo la Generalitat.

¿Quiere Torra actuar de carcelero con los políticos presos?

La CUP sigue presionando por la insurrección y ha recordado la condición de rehenes que a su parecer tienen los políticos presos.

La formación no contempla el traslado sino la liberación, legalmente imposible. Salvo que el juez Pablo Llarena cambie de criterio y conceda la libertad condicional.

Se da la circunstancia que el hipotético traslado de los presos a cárceles catalanas sería un espada de Damocles.

¿Está dispuesto a actuar de carcelero Torra con los políticos presos? ¿Cómo gestionaría las movilizaciones por su libertad en colisión con el cumplimiento de las leyes y normas como representante del Estado en Cataluña?

Los reclamos continuos de firmeza de Ciudadanos encuentran poco eco

La vida política en las últimas tres semanas está transcurriendo con escaso margen de protagonismo para Ciudadanos. Toda su estrategia anterior a la moción de censura ha resultado invalidada por el simple peso de los acontecimientos.

La política catalana, que era el espacio donde Albert Rivera se movía como pez en el agua, ha sufrido un cambio de apreciación en la opinión pública.

Desaparecido Rajoy y con Sánchez con signos inequívocos de firmeza constitucional y de dialogo dentro de la Constitución, los reclamos continuos de firmeza de Cs encuentran poco eco.

Y las primeras encuestas demuestran que el camino a partir de ahora va a ser mucho más duro si no encuentran una posición alternativa.

Los discursos de Albert Rivera no han cambiado

Todavía no se conoce una reacción estratégica en el partido de Rivera. Descolocado desde la votación de la moción, no encuentra un norte que le permita siquiera soñar con seguir creciendo.

Sus discursos no han cambiado.

Primero, pidiendo que se mantuviera vigente el artículo 155. Luego, proponiendo lo mismo con la intervención y el control de las cuentas de la Generalitat.

Sánchez ha hecho caso omiso de esas peticiones y las protestas de Rivera han tenido poco eco.

Las expectativas que están de moda están centradas en el diálogo

La última propuesta hace apenas unas horas ha sido la modificación de la ley electoral exigiendo un mínimo del 3% de votos en el conjunto de España para acceder al Congreso, en aras de dificultar la presencia de los partidos nacionalistas.

Pero las expectativas que están de moda no están centradas en opciones de castigo sino de diálogo.

Ese marco no es complicado para el presidente de Gobierno al que solo se le exige que intente el diálogo, no que tenga resultado a corte plazo. Nadie piensa que existan soluciones instantáneas.

Además, la estrategia de Sánchez dispone de un «policía» malo, Josep Borrell, y una buena, Meritxell Batet.

Además cuenta con la garantía de que el presidente se reserva el control personal de las operaciones en Cataluña. Nadie puede ir por libre en esos territorios.

No parece probable a corto plazo que Sánchez meta la pata o que Podemos le haga la vida imposible

¿Qué opciones tiene Rivera en este nuevo escenario?

Hasta ahora solo se vislumbra un camino. Esperar a que Sánchez meta la pata o que Podemos le haga al Gobierno la vida imposible.

Algo que a corto plazo no parece probable porque después de los gestos del Aquarius y de la sanidad universal, y una vez anunciado que no afrontará la derogación de la reforma laboral, no tiene urgencia en tomar medidas trascendentales.

El primer objetivo de Sánchez se ha cumplido. Ha dejado descolocados al PP, sumido en proceso de renovación y con Rajoy en modo «registrador de la propiedad. Y a Rivera buscando el norte sin haber encontrado todavía una brújula.

Los planes del presidente, hasta ahora, han resultado perfectos. Sus contrincantes están perdidos.

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