¿Cataluña, moneda de cambio entre Cameron y Rajoy ante las reformas de la UE? 

El primer ministro británico busca exhibir este viernes en Madrid una retórica similar a la de Angela Merkel en relación al proceso independentista catalán, pese a haber aconsejado hace dos años una salida a la escocesa

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El breve periplo europeo del primer ministro británico, David Cameron, en busca de aliados para sus reformas de la Unión Europa (UE) concluye este viernes en Madrid, donde pasará también por Lisboar Lisboa. Una visita a la Moncloa que tiene bastante más enjundia que la simple agenda oficial. Tiene lugar a falta de una semana para el inicio de la campaña electoral catalana y también cuando está a punto de cumplirse un año del referéndum de independencia escocés, consulta que mantuvo durante unas semanas con el alma en vilo a toda la administración de Whitehall.

Cameron, pues, sabe qué hay en juego el 27-S. Y Rajoy no dejará pasar la oportunidad para que muestre su compromiso con la legalidad constitucional española. Los dos, ahora, se necesitan. 

El primer ministro británico, siempre comedido, ¿realizará declaraciones con el mismo tono que la canciller Angela Merkel sobre Cataluña —aunque sin citar el problema explícitamente—, cuando fue el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, quien acudió a Berlín a presentarle pleitesía?

Es sabido, según famosa frase de lord Palmerston, primer ministro británico y ministro de Exteriores durante el siglo XIX, que «las naciones no tienen amigos permanentes o aliados; sólo tienen intereses permanentes».

Ayudas mutuas

Pero ahora hay intereses cruzados en juego. El núcleo del encuentro, ahora ya superado por la crisis de los refugiados que asola Europa desde finales de junio, estaba orientado, según fuentes de Downing Street, para que el inglés ahondara en explicaciones al español sobre el contenido de las reformas que Londres pretende llevar a cabo en el seno de la Unión Europea y así poder encarar desde el bando del sí el referéndum sobre la pertenencia al club de los 28, prometido por el Partido Conservador británico en la pasada campaña electoral, y que debería celebrarse antes de final de 2017.

La gregaria y gris diplomacia europea del gobierno popular español, por una parte, y principios comunes que comparten ambos ejecutivos sobre cómo reorientar y mejorar el funcionamiento de la UE, por otra, hacen que la cita entre ambos mandatarios vaya a ser plácida, incluso tal vez con exceso de gesticulación.

De la comprensión con Cataluña, a la posición de dureza

Pero ante el sonoro entusiasmo a favor de los planes británicos que Rajoy ofrecerá, éste intentará, en el peor de los casos, arrancar del premier declaraciones en favor del respeto a la legalidad y a la inviolabilidad de las fronteras dentro de la UE. Lo ha conseguido ya por parte de Merkel, y lo seguirá intentando en las próximas semanas, ya con la campaña electoral catalana en marcha.

Cameron se dispone así a completar un viaje desde la comprensión del movimiento independentista catalán mostrada dos años atrás a la alineación sin fisuras junto a la defensa de la integridad territorial de España. Una posición que puede hacer daño al movimiento independentista, porque Cameron es uno de los grandes referentes, al haber acordado un referéndum en Escocia.

El primer ministro británico sabe que gobierne quien gobierne en Madrid después de las próximas elecciones generales, en este tema los dos grandes partidos —PP y PSOE— van de la mano, y será durante el año próximo, ya con un nuevo ejecutivo y quizá con un nuevo presidente en Moncloa, con el que deba conseguir compromisos rotundos para ir al Consejo europeo y sacar tajada.

Intereses de Londres

El trayecto de Cameron hoy en relación con la cuestión catalana ha variado a medida que los intereses de Londres lo han ido aconsejando. Hace poco más de dos años, en junio de 2013, ante un grupo de periodistas reunidos en la Foreign Press Association de Londres, el primer ministro se expresó en los siguientes términos: «No pienso que sea bueno intentar ignorar estas cuestiones de nacionalidad, independencia, identidad. Pienso que es mejor explicar tus argumentos y dejar que la gente decida. Pero esta es la manera en que hacemos las cosas en el Reino Unido.»

Aunque inmediatamente después apostilló que no «querría decir a los españoles cómo afrontar estos temas. Es cosa del gobierno español y del primer ministro español».

Pendientes de Madrid 

El 10 de noviembre pasado, sin embargo, justo un día después de la consulta simbólica del 9N, Cameron aquilató con más precisión, y mucho más del gustó de Madrid, sus palabras, al ser preguntado por el simbólico referéndum y su resultado durante un encuentro con hombres de negocios en la City: «Gran Bretaña es un amigo y un gran aliado de España… Queremos que España permanezca unida. Y nuestra creencia sobre los referéndums es clara. Estas cosas deben hacerse a través de los marcos constitucionales y legales correspondientes. Deben hacerse dentro de ellos, y no fuera.»

Cameron pacería desmentir a lord Palmerston al invocar tanta amistad con España. Sin embargo, es cuestión de intereses. Tú me ayudas aquí y yo te echo una mano allí. Y todo ello sin que quede demostrado que la intervención de Cameron en el debate catalán, o la de Merkel, o aún la de Barack Obama si se produjese, haya de tener efecto alguno sobre los electores.

Otra cuestión son los medios y cómo las utilicen y las deforman o manosean los analistas, claro está, a favor de unos y en contra de otros.

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