El País Vasco marca el camino para la reforma de España

Los socialistas podrían ser el socio del PNV, y también el apoyo de CiU en Catalunya

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La victoria nacionalista en el País Vasco ha alcanzado una enorme dimensión, que, no por esperada, deja de sorprender, después de que en esta legislatura se haya acabado con ETA.
 
Es, tal vez por esa misma circunstancia, un resultado natural: hay una mayoría en Euskadi que desea un cambio jurídico y que no se conformará con pequeñas reformas.
 
España tiene un problema importante, si quiere seguir como hasta ahora, tras la noche electoral de las elecciones vascas.

Ese elemento es constatable. Los 27 diputados del PNV, junto a los 21 escaños de Bildu, conforman un bloque soberanista que no puede ser ignorado por los dos grandes partidos de ámbito español, que han sido castigados. El PSE ha descendido hasta los 16 escaños, por los 10 del PP vasco.

La llave de los socialistas

Pero, y aquí reside la gran paradoja, esos resultados, que darán alas en Catalunya a los militantes más identificados con la izquierda abertzale, siempre atentos a su supuesta épica, –Esquerra Republicana querrá hacer ver a la sociedad catalana que necesita un gran apoyo para que CiU se vea presionada—pueden ofrecer la llave a los socialistas.

En Euskadi, el candidato del PNV, Iñigo Urkullu, ha buscado en todo momento la centralidad de la sociedad vasca, dejando claro que su prioridad es la crisis económica, y manteniendo su idea de reformar el Estatuto vasco en 2015. Sabe que el plan soberanista del lehendakari Ibarretxe le acabó dejando muy descolocado y aislado.  A Ibarretxe, sí, pero también al PNV.

El PNV no quiere repetir errores

Ahora, Urkullu –un hombre próximo a Josu Jon Imaz, un dirigente pragmático y modernizador del nacionalismo vasco– no quiere repetir errores y buscará, con prudencia, apoyos que le permitan gobernar con cierta comodidad, respetando su programa de reactivación económica.

Los socialistas vascos representan la opción más natural, teniendo en cuenta que ya gobernaron conjuntamente, PNV y PSE, en los años ochenta y hasta mediados de los noventa.
 
El PSE, sin embargo, se vería en la tesitura de sacrificar a Patxi López, que podría viajar a Madrid para tratar de recomponer el PSOE. Con un nuevo liderazgo en el País Vasco, el PSE puede ser el socio preferido del PNV, aunque Urkullu tratará de buscar diferentes alianzas, porque los nacionalistas vascos tendrán, a partir de ahora, una gran presión por parte de Bildu.
 
Pero el PNV no desea acuerdos con la izquierda abertzale, con quienes mantiene una enorme distancia ideológica.

PP y PSOE, ante la reforma

Pero ahí reside la paradoja. Los dos grandes partidos españoles, PP y PSOE, se verán inmersos en un poco más de un mes en una disyuntiva, con las elecciones catalanas. En el País Vasco ya hay una mayoría nacionalista, y también, previsiblemente, la habrá en Catalunya, con CiU rozando la mayoría absoluta y con un aumento del voto de ERC.

Los socialistas, también en Catalunya, que, como en el País Vasco, pueden sufrir un importante descenso electoral, pueden aparecer como la llave que abra las puertas para encontrar una solución.

Mas, quiere contar con los socialistas

El entorno de Artur Mas, las personas consultadas por el president en las últimas semanas, aseguran que el líder de CiU quiere contar con los socialistas. Desea buscar un amplio apoyo parlamentario, y quiere que el PSC, –siempre que no acabe muy debilitado—participe en un gobierno de unidad.

Junto a Mas, está el tejido empresarial, que presionará lo necesario para que Mas no acabe en manos de Esquerra Republicana –nadie quiere repetir la experiencia del tripartito–. Y no hay otro socio que represente mejor, al margen de CiU, la sociedad catalana que el PSC, aunque de forma coyuntural esté ahora en un rincón.

Un cambio sustancial en la Constitución

Solución: sólo los socialistas, debilitados, castigados, golpeados en las elecciones –enorme batacazo en las gallegas—pueden forzar una alternativa en España.  Si colaboran en el País Vasco y en Catalunya, las nacionalidades históricas, las que forzaron la creación de un estado de las autonomías, podrán exigir cambios en el PSOE.

El PSC lo intenta. Ha reclamado una reforma de la Constitución, que reconozca las nacionalidades históricas de una forma real, que ofrezca a Catalunya una salida, que no deba pasar, de forma forzosa por la independencia.
 
Y el PSE en el País Vasco se verá, en muy poco tiempo, ante la necesidad de colaborar para reformar un Estatuto y la Constitución, si es preciso, que permita también una salida que no pase por lo que comenzará a exigir, también en muy poco tiempo, la izquierda abertzale de Bildu.

La salida que quiere realmente CiU

Para CiU, además, sería la salida que realmente se pretende: un reconocimiento en España, con un pacto fiscal, con un acuerdo bilateral en muchas materias, aunque no se dude ya de que Artur Mas querrá convocar un referéndum de autodeterminación, o una consulta, que, aunque jurídicamente no sea válida, le ofrezca legitimidad para reclamar cambios drásticos en la estructura de España.

El PP, no se mueve

Y es el PP el que puede quedar, aunque exhiba ahora la mayoría absoluta de Galicia, a la defensiva. Mariano Rajoy no parece que quiera moverse. Y la presidenta del PP en Catalunya, Alicia Sánchez Camacho, tratará ahora de estirar la cuerda, y aparecer como la alternativa española al nacionalismo de CiU, pero las cosas deberían cambiar, también para el PP, con el resultado de las elecciones vascas.

Así, la situación nos lleva de nuevo a la paradoja: derrota de los socialistas en el País Vasco y, seguramente, en Catalunya, pero con una posición central en el futuro.

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