El PP catalán manda a García Albiol a la cocina

El exalcalde de Badalona liderará el partido, tras la pugna con Enric Millo, que mantendrá su influencia para buscar complicidades con la sociedad catalana

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Xavier García Albiol será el presidente del PP catalán. Será elegido en el congreso del próximo 25 y 26 de marzo. Pero García-Albiol no ha convencido a nadie, ni a su propio partido ni al Gobierno de Mariano Rajoy. Se le envía a la cocina, para que mantenga cohesionado el PP catalán, y seguirá siendo la voz pública, con sus duras intervenciones en el Parlament, pero no es la vía que otros dirigentes quieren para poder ganar un mayor espacio político en Cataluña.

Lo que ocurre en el PP catalán es que prima una cierta resignación. No se ve otra posibilidad. El enfrentamiento latente entre García Albiol y Enric Millo, el delegado del Gobierno en Cataluña, se traduce en una especie de paz en la que cada sector se dividirá los papeles. Si García Albiol cuenta con el apoyo de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, Millo tiene la confianza de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, y del propio Rajoy.

La polémica sobre la reunión entre Mariano Rajoy y el presidente catalán, Carles Puigdemont, ha causado perplejidad en el partido. La secuencia es ilustrativa: Millo anuncia que existen conversaciones «privadas y discretas», García-Albiol las niega por completo, y se acaba conociendo, publicado en La Vanguardia, que, efectivamente, se produjo un almuerzo en La Moncloa el 11 de enero.

La pugna con Millo

¿Tenía interés el ex alcalde de Badalona en dejar en mal lugar a Millo? En el Congreso del PP la única incógnita que queda por resolver es el cargo de secretario general. García Albiol se inclina por Antonio Gallego, que fue diputado en el Congreso entre 2008 y 2015, después de ser durante años concejal en El Prat de Llobregat.

Gallego dejó su acta en el Congreso para formar parte de las listas del PP en el Parlament, en las elecciones del 27S de 2015. Sin embargo, aunque esperaba el cargo –había sido uno de los tres portavoces adjuntos del PP en el Congreso, gracias a su buena relación con Rafael Hernando—no obtuvo la responsabilidad de portavoz en la cámara catalana, que mantuvo Enric Millo. García Albiol, según distintas fuentes del partido, se arrepintió de dejar a Millo la portavocía. Y ahora, aunque tampoco mantiene una especial relación con Gallego –que abandonó el Parlament por ‘razones personales’—piensa en él para la secretaría general, frente a otras posiblidades, como Ángeles Esteller, que avala Alberto Fernández, y que se juega su influencia en Barcelona.

¿Qué quiere el PP catalán?

La cuestión que se preguntan los distintos dirigentes del PP catalán es si con García Albiol van a alguna parte. Si ese verbo afilado, con expresiones como «defiendo un populismo positivo» sirven o no para ganar un mayor peso en la sociedad catalana, justo cuando se abre un campo abierto: cómo lograr y convencer a los catalanes que huyen del PDECat, a ese centro que desea ser influyente en Madrid, no independentista, pero sí con una cierta defensa del catalanismo político de siempre.

Frente a esa figura, surge Enric Millo, que mantiene unas estrechas relaciones con todo el arco parlamentario, que tiene cintura política, que cumple con las indicaciones del Gobierno, y de Sáenz de Santamaría, en especial, pero que no goza de un predicamento interno, entre la militancia del partido. ¿Por qué? Todos recuerdan que Millo proviene de Unió Democràtica, un partido no independentista, pero sí nacionalista catalán.

El caso Dolors Montserrat

¿Cuál puede ser la solución? Millo seguirá la hoja de ruta trazada por el Gobierno, con una fuerte presencia en los medios de comunicación, con reuniones con empresarios, y con otros políticos catalanes. Y en la cocina seguirá García-Albiol, querido por los militantes, pero sin tener un perfil que pueda ‘resucitar’ al PP catalán, porque, y esa es la paradoja, al PP de Mariano Rajoy tampoco le interesa.

Una prueba de ello, según las fuentes consultadas, es que Rajoy nombró, como ministra catalana, a Dolors Montserrat. La decisión denotó poca sensibilidad por dos razones: Montserrat no es, pese a su influencia en el PP de Barcelona y pese a ser hija de una dirigente de siempre y respetada, también llamada Dolors Montserrat—una figura contrastada. La segunda razón es que es ministra de Sanidad, un ministerio sin apenas competencias, porque todas están transferidas a las comunidades autónomas.

Es decir, en el  PP ‘nacional’, el posible crecimiento del PP catalán no está entre sus prioridades. Lo mantiene a fuego lento. Y a los propios interesados ya les va bien, que viven la situación con resignación. Los más inquietos, y el propio Rajoy, se conforman con Millo, para que cumpla la agenda que llega de Madrid. En la cocina está García Albiol, para exhibir ese «populismo positivo».

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