La CUP se enfrenta al fantasma de la fractura

Agotados tras negarse a investir a Mas, en la CUP la división de posiciones puede llevar a la fractura de la agrupación

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La CUP se enfrenta al fantasma de la división tras el cónclave de su Comité Político. Una primera votación que resultó en un empate, y una segunda que finalmente certificó la negativa a apoyar la investidura de Artur Mas, abrió una profunda grieta en la agrupación.

En la CUP se definen como anticapitalistas e independentistas. Pues ambas filosofías se convirtieron en muros insalvables, como si hubiera que elegir entre una y otra para destrabar el conflicto.

O antisistema o independentistas

Cualquiera sea la vía elegida, siempre iba a tener un aroma a traición a los ideales. O se apoyaba a Mas para salvar el proceso independentista, o se privilegiaba la filosofía antisistema y se negaba dar la investidura a un candidato que, a juicio de muchos cuperos, es sinónimo de políticas liberales, ajustes y casos de corrupción.

Las asambleas territoriales evidenciaron esta fractura. En comarcas más comprometidas con ideales socialistas antes que soberanistas, como Barcelona y Tarragona, triunfó el ‘no’ a Mas. Precisamente, en la capital catalana la influencia de la agrupación Endavant es muy grande, y ha podido inclinar la balanza con 80% de votos contrarios al candidato de Junts pel Sí.

En cambio, en las asambleas de las comarcas de Girona y Lleida, donde el independentismo siempre ha sido más fuerte, el ‘sí’ había triunfado, pero por márgenes más ajustados.

Un peso demasiado grande

Haber tenido la llave de formar gobierno en Cataluña ha pesado demasiado en el joven partido independentista. Su carácter asambleario se confirma como poco práctico para tomar decisiones, y en caso de que tengan que concurrir a nuevas elecciones, hay dudas si podrán lograr una mejor performance que el pasado 27S.

Aunque el diputado Antonio Baños negó que vaya a renunciar, es posible que el regusto amargo del cónclave lleve a divisiones y deserciones, sea de autoridades como de militantes. Las caras largas de las autoridades cuando terminó la reunión del Comité Político confirman que nadie estaba a gusto en el resultado final. Y si el resultado hubiera sido el contrario, el fantasma de la fractura también seguiría volando.

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