La ejecución de un religioso chií en Arabia desestabiliza Oriente Medio

La muerte de Nimr al-Nimra despierta una ola de protestas, encabezadas por Irán. Arabia ya enfrenta graves problemas financieros por la caída del precio del crudo

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La ejecución del clérigo chií Nimr al-Nimra por parte del gobierno de Arabia Saudí está convulsionando al delicado entramado político y religioso de Oriente Medio. El religioso fue ejecutado al mismo tiempo que otros 46 presos –varios pertenecientes a la cúpula de Al Qaeda-, en una muestra que el gobierno saudí no tolerará los ataques de los yihadistas suníes ni de la minoría chií, que demanda igualdad.

Nimr al-Nimra era uno de los líderes de la Primavera Árabe, las protestas que comenzaron en Túnez en 2011. Fue condenado por «terrorismo» y de «buscar la intervención extranjera en Arabia Saudí». O sea, un tiro por elevación a Irán, al que los saudíes suelen acusar de conspiraciones.

Suníes y chiíes

El mundo musulmán se divide entre los suníes y chiíes. Los primeros son mayoritarios entre los seguidores de Alá, y con una fuerte presencia en Arabia Saudí, además de Siria (donde no gobiernan), Omán, el oeste de África y el este de Asia. Los chiíes son mayoría en Irak, el Líbano e Irán.

Y es precisamente Irán, el principal rival político de Riad, donde las protestas han alcanzado la mayor intensidad. Aunque al-Nimra era de nacionalidad saudí, su defensa de la comunidad chií le había ganado los apoyos de gobiernos simpatizantes de su causa.

Reacción de Irán

El clérigo iraní Ahmed Jatami, miembro de la Asamblea de Expertos –organismo de Irán que elige al líder supremo del país- dijo, sin eufemismos, que «la Casa de Saud (gobernante de Arabia) será borrada de las páginas de la Historia».

En Yemen, los rebeldes huthi rompieron el alto el fuego, establecido el 15 de diciembre, contra una coalición liderada por Arabia Saudí. «La familia Al Saud ha ejecutado hoy a un guerrero santo tras una farsa de juicio», dijeron en un portal de noticias vinculado a los rebeldes.

En Pakistán y Bahrein también se han multiplicado las marchas y declaraciones de protesta contra la decisión judicial de Arabia.

Inestabilidad económica

El ajusticiamiento y sus repercusiones aumentan la inestabilidad del panorama político y económico de la península arábiga. La caída de los precios del crudo –a 30 dólares el barril, el valor más bajo en una década- ha obligado al Gobierno saudí a reducir los subsidios a los combustibles y a aumentar el precio de la energía y del agua, en un intento de disminuir el déficit público. Tras el anuncio, los combustibles han subido hasta un 50 %.

El diario Al Iqtisadiya, citado por Efe, estima que el Gobierno invierte hasta 82.500 millones de euros en subsidios, una parte destacada del gasto público, que en 2015 alcanzó los 236.000 millones de euros.

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