La intrahistoria del artículo 155: «Estábamos acojonados»

Un año después de la intervención en Cataluña, los hombres de Rajoy que aplicaron el 155 recuerdan con vértigo un episodio inédito de la historia de España

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Los ejecutores de la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña −vistos por el separatismo como una suerte de jinetes del apocalipsis que llegaron a la comunidad autónoma a acabar con el «procés»− no guardan los mejores recuerdos del ex vicepresidente de la Generalitat Oriol Junqueras.

Un año después de la declaración unilateral de independencia, el equipo al que Mariano Rajoy encomendó la intervención catalana repasa las memorias de los 218 días en los que el artículo constitucional estuvo activo en Cataluña. Y sus recuerdos de Junqueras no son los mejores.

Según los altos responsables del Gobierno que aplicaron la intervención de Cataluña, Junqueras era el hombre clave del gobierno de Carles Puigdemont. «Lo movía todo por detrás. Es cierto que se llegó a pensar que era de fiar, pero pronto vimos que era un error. Él y su número dos manejaban todos los hilos», aseguraron.

«Ni con Junqueras, ni con Jordi Turull, Josep Rull y Raül Romeva se podía hacer nada», recuerdan. Distinta es la percepción que tienen de Marta Pascal o del actual vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de quienes notaron menos ambigüedades sistemáticas.

La llegada de Bermúdez de Castro a Barcelona

En el primer aniversario del 27-O han salido a la luz nuevos detalles sobre la activación del 155, que estuvo en vigor hasta el 2 de junio de 2018. En marzo de 2017, Rajoy encomendó la tarea a cinco altos funcionarios de diseñar la intervención de la autonomía catalana. Durante ocho meses, estas personas se sumergieron en el 155.

Cinco horas pasaron desde que la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, declaró la independencia hasta que Rajoy disolvió la cámara y convocó elecciones para el 21 de diciembre. «Sabíamos que lo que íbamos a hacer era muy heavy; en la UE no había sucedido nunca, ni siquiera la suspensión de la autonomía norirlandesa se parecía», recuerdan los hombres de Rajoy.

Los gestores del 155 consultados por El Mundo no ocultan que vivieron con «vértigo» el 27-O, cuando se aprobó la declaración de independencia, y los días siguientes. El peso de la intervención recayó en el secretario de Estado, Roberto Bermúdez de Castro. «No lo negaré, estábamos acojonados», recuerda de su llegada a Barcelona aquel fin de semana.

Bermúdez de Castro se reunió con dos representantes de la Generalitat en un lugar discreto. Se trataba de Víctor Cullel, secretario general del Govern, y Joaquim Nin, secretario general de la presidencia de la Generalitat. Colaboraron en la «misión». También lo hizo Elsa Artadi, la mano derecha de Puigdemont. 

Las dudas del 155

Bermúdez de Castro, número dos de la entonces vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en el ministerio de Administraciones Territoriales, admitió que pese a que el 155 ya estaba publicado en el BOE, durante esos primeros días eran muchas las dudas de si las medidas se podían aplicar y cuál sería la respuesta en las calles.

«El 155 salió bien, pero aquel primer día no lo teníamos nada claro. No sabíamos cómo actuarían los altos cargos y los funcionarios. Era todo muy delicado», confesó Bermúdez de Castro en una entrevista de El Periódico. Él, Eloísa Contín (su jefa de gabinete) y Lasso de la Vega fueron quienes representaron al Gobierno en Cataluña ese 30-O.

Poco después de la primera reunión, Puigdemont se fugó a Bélgica. Y, a partir de ese momento, el 155 tomó fuerza. El ‘señor 155’ y los demás cargos que lo implementaron concluyen ahora que los efectos de la intervención son notables, porque «no se planteó como la panacea para solucionar definitivamente el problema catalán».

«El independentismo, dividido; sus líderes, en manos de la justicia o huidos y enfrentados entre sí; los nuevos dirigentes, cuidándose de cometer ilegalidades y, por encima de todo, ya no se habla de independencia sino sólo de presos», celebran los emisarios del artículo que puso a temblar al separatismo desde hace un año.

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