La  irrupción de las generales retrasará la elección del nuevo presidente de la Generalitat

Cataluña podría vivir una situación similar a la de Susana Díaz, que tardó 81 días en ser investida, si la CUP espera a ver qué pasa en España

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La elección del nuevo presidente de la Generalitat tardará. No es fácil que Junts pel sí y la CUP se pongan de acuerdo sobre si el próximo mandatario catalán ha de ser o no Artur Mas. Pero el asunto aún puede dilatarse más por culpa de un nuevo factor que ha irrumpido en las negociaciones: la convocatoria de las generales para el 20 de diciembre.

Mariano Rajoy anunció el jueves que las elecciones españolas se celebrarán cinco días antes de Navidad. ¿Quién será el próximo presidente del Gobierno? ¿Pactará el PSOE de Pedro Sánchez con el Podemos de Pablo Iglesias? Esa sería la alianza que le gustaría a la CUP. Los anticapitalistas piensan que el tándem Sánchez-Iglesias podría autorizar un referéndum independentista en Cataluña.

A Díaz se le cruzaron las municipales en su investidura

Por eso, y aunque no se presentará a las generales, la formación de Antonio Baños está a la espera de ver qué pasa en España y se plantea dilatar las negociaciones para la elección del nuevo presidente de la Generalitat hasta que el panorama político quede aclarado en el conjunto del país.

Es una situación similar a la que vivió la presidenta andaluza, Susana Díaz, quien tuvo que esperar 81 días para ser investida desde la celebración de las autonómicas andaluzas. A Díaz se le cruzaron las municipales en el camino de su investidura. Nadie quiso mojarse por ella antes de las elecciones. La campaña electoral es tiempo de rivalidades, no de reconciliaciones.

Reforma de la Constitución

Ahora, puede suceder lo mismo en Cataluña, aunque la idea de la CUP de que Pedro Sánchez, si llega al poder, pueda autorizar un referendo independentista tiene pocas posibilidades de materializarse. El líder del PSOE ha dejado muy claro en los últimos días que lo que su partido pretende es simplemente reformar la Constitución para facilitar el encaje de Cataluña con el resto de España.

Sánchez ha encargado a una diputada catalana Meritxell Batet que se ponga manos a la obra con la redacción de la reforma. De ahí a autorizar un plebiscito independentista en Cataluña hay un abismo. Un abismo al que Sánchez no parece dispuesto a lanzarse, pues es consciente de que una iniciativa de ese tipo le podría hacer perder votantes en el resto de España.       

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