Puigdemont se abre a la investidura presencial para rendir a ERC

Puigdemont juega al despiste para descolocar a los artilleros de ERC y al Gobierno. Torrent conocerá este miércoles en Bruselas los planes para su investidura

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Carles Puigdemont eligió este martes Dinamarca para hacerse el sueco. ¿Piensa volver a España el líder independentista? No se sabe. Quizá. Por qué no. «No descarto nada», dijo Puigdemont al poco de reunirse con una exigua representación de diez diputados daneses de la oposición. Con estas pocas palabras disparó las especulaciones sobre su regreso a Barcelona, una posibilidad que él mismo había descartado la pasada semana cuando anunció que su intención era gobernar la Generalitat desde Bruselas.

Antes de amagar con su regreso, el expresidente ya había alimentado los rumores sobre su vuelta retirando la petición de participar en la sesión de investidura mediante voto delegado. Fue el único de los cinco electos huidos a Bruselas que realizó esta solicitud (activable y desactivable al gusto del interesado). Sus palabras y sus maniobras lograron descolocar a ERC, que, desde hace días expresa su contrariedad respecto a la investidura a distancia. Ahora, los republicanos no tienen más remedio que esperar a que Puigdemont aclare qué pretende hacer exactamente.

Lo cierto es que el regreso insinuado por Puigdemont puso en guardia al Gobierno, que no quiere asistir a más golpes de efecto. «Vamos a procurar que no pueda a entrar a España ni en el maletero de un coche», dijo, gráficamente, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, para demostrar el grado de vigilancia que ha ordenado a sus agentes. 

Zoido no permitirá que Puigdemont entre a España «ni el maletero de un coche»

El (presunto) farol de una reaparición en Barcelona logró confundir más el panorama. ERC sigue exigiendo a Junts per Catalunya (JpC) que clarifique cómo piensa restituir a Puigdemont, pero su punto de partida era que líder independentista permanecería en Bruselas y que, por tanto, la investidura a distancia sería irrealizable.

Su posible regreso cambia el escenario porque ERC no tiene otra que rendirse a colaborar en una sesión de investidura que prevea la presencia de Puigdemont. Aunque ERC no ve recorrido a la carrera de Puigdemont debido al cerco judicial que sufre y es partidaria de buscar un plan B, el manejo de los tiempos no está en sus manos, ya que la iniciativa sigue correspondiendo al expresidente de la Generalitat.

Puigdemont va por libre

Conforme pasan los días, ERC ve con cada vez con mayor claridad que los mensajes dirigidos a los dirigentes de JpC sirven de bien poco porque todos ellos han asumido con cierta naturalidad que Puigdemont se ha ganado el derecho a ir por libre. La comunicación con él es «constante», subrayan en JpC para minimizar el albedrío del expresidente. Pero lo cierto es que sus movimientos han dejado de ser previsibles.

El presidente del Parlament, Roger Torrent, viaja este miércoles a Bruselas precisamente para tratar de descodificar a Puigdemont. Torrent, que ha hecho saber que se pagará el viaje a Bruselas de su bolsillo y no a cuenta del Parlament, piensa conceder al expresidente toda la cortesía institucional. Antes de partir a la capital belga, dejó firmada y fotografiada la propuesta formal para que Puigdemont sea el candidato a la investidura.

Pero Torrent no piensa forzar la máquina. Al contrario. Se mueve con pies de plomo y ha colocado en el centro de sus prioridades «el fin del artículo 155» y no la restitución de Puigdemont. El mensaje no puede pasar inadvertido.

Tras su visita a Bruselas, el presidente del Parlament deberá abordar junto al resto de la Mesa los términos del debate de investidura. Hay que ponerle fecha (ERC quiere que sea a la mayor brevedad) y hay que decidir, sobre todo, si se permite, o no, el voto delegado de los electos huidos. 

Los cálculos para mantener la mayoría en la investidura han empezado

Torrent podría tener suerte en este punto porque, según Efe, la cuadrilla de Puigdemont (Meritxell Serret, Clara Ponsatí, Lluís Puig y Toni Comín) podría renunciar a su acta de diputado y, así, se acabarían los problemas. Toni Comín, de ERC, es el gran problema, ya que no lo está poniendo sencillo.

Si al menos tres de los diputados que permanecen en Bélgica renuncian al acta, correrá la lista electoral y habrá tres sustitutos. Suponiendo que la CUP sumara sus votos a JpC y a ERC, los independentistas se asegurarían para la investidura al menos 68 votos -sin contar el de Puigdemont, pero sí el de los diputados que permanecen presos, que ya pudieron delegar su voto en la sesión constitutiva- y no haría falta recurrir al voto delegado de nadie. La suma puede cuadrar, pero a Puigdemont no le rige la aritmética.

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