Puigdemont ‘pasa’ de Convergència

El presidente catalán quiere mantenerse al margen de las cuitas del nuevo partido que dirigirá Mas y Munté, a la espera de saber cómo reorganiza la hoja de ruta soberanista que le condicionará ser candidato o no a la Generalitat

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Carles Puigdemont ‘pasa’ de Convergència. Quiere seguir al frente de la Generalitat, sin que nuevas responsabilidades orgánicas le compliquen el día a día. No estará en la dirección del nuevo partido que verá la luz este fin de semana, y que tendrá un támdem en la presidencia formado por Artur Mas y Neus Munté.

La incógnita ya está despejada. Artur Mas lleva meses diseñando el nuevo partido, y para él se reserva el papel de presidente. Es el máximo referente para los convergentes, pero la militancia le ha pedido, según sus propias palabras, que actúe de «puente» para poder incorporar a corto plazo a una nueva generación.

Munté, bien conectada con todos los sectores

Y ahí surge Neus Munté, consellera de Presidència, y portavoz del Govern, que viene de la UGT, y que engarza con los sectores socialdemócratas, y con las generaciones más jóvenes. Munté será la vicepresidenta, y codirigirá el partido, junto a Mas, tras salvar la cuestión de las incompatibilidades orgánicas, que debe acabar de fijar la militancia en el congreso de ese fin de semana.

Pero la nueva Convergència tiene un problema, y es saber acomodar a Carles Puigdemont, que supuso la salvación del partido, tras el veto de la CUP a Artur Mas. Puigdemont se ha convertido en uno de los pocos activos de CDC, pero el presidente de la Generalitat no quiere perder el tiempo. Se comprometió a aplicar la hoja de ruta acordada entre Convergència y Esquerra Republicana, y a ello se empleará, consciente, sin embargo, de que «deberá replantear los tiempos, porque hay condiciones nuevas», como se explica desde su entorno inmediato.

Hombre de acción

Puigdemont es un hombre de acción. Tiene a su favor su experiencia como alcalde de Girona, y su buena relación con el mundo municipal, y no únicamente con los nacionalista o soberanistas. También con los alcaldes del área metropolitana, el auténtico agujero negro de CDC, que, incluso, ha retrocedido electoralmente. Pero Puigdemont es un independentista de primera hora. Quiere impulsar el proyecto soberanista, y no buscar ahora un acomodo orgánico en un partido para calcular cómo puede subsistir o aglutinar, como en el pasado, el espectro central de la sociedad catalana.

Para eso estará Mas y Munté, con una dirección de 12 miembros, con paridad estricta de género –en Convergència la ausencia de mujeres en puestos clave ha sido una tónica histórica– que buscarán alzar el vuelo, en competencia directa con Esquerra Republicana. Entre las caras nuevas estará Marta Pascal, o Marc Guerrero, y dejarán el primer plano dirigentes como Francesc Homs, o Lluís Corominas.

A la espera de la CUP

Distintas fuentes del partido señalan que Puigdemont no desea ser el candidato a la Generalitat únicamente para seguir gobernando. Y que dependerá de cómo se replantea la hoja de ruta soberanista. En septiembre se someterá a una cuestión de confianza, y la llave la tiene la CUP.

Si la pierde, y no hay candidatos alternativos en el espacio de dos meses, deberá convocar elecciones. Si la gana, tras un debate en el que se discutirá qué se hace en los próximos meses –se comprometió a 18 meses tal y como acordó la candidatura de Junts pel Sí, con la CUP– Puigdemont tratará de llevar a cabo un proceso de desconexión, aunque descarta, por ahora, todas las sugerencias que el campo soberanista ha realizado sobre la RUI -referéndum unilateral de independencia–. Pero asegura que la independencia llegará en un año.

Ahora, no busquen a Puigdemont en la nueva dirección de Convergència. Está y aceptó el cargo de presidente para otras cosas. El propio Mas lo ha justificado estos días. «Está dedicado al cien por cien a la Generalitat»

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